Repsol logra su mayor beneficio en más de una década por la subida del petróleo
La energética gana 2.499 millones de euros, más de lo que preveía el mercado, gracias al tirón de los negocios de extracción y refino de crudo
El precio del crudo, en máximos de ocho años, es combustible de alto octanaje para las cuentas de Repsol. La petrolera se anotó el año pasado un beneficio neto de 2.499 millones de euros, por encima de las previsiones de los analistas y la mayor cifra desde 2010, un ejercicio aquel inflado por las plusvalías obtenidas por la venta parcial de su filial brasileña al gigante chino Sinopec. Solo en los tres últimos meses del año, la energética española ganó 560 millones, también más de lo que esperaba el mercado. La empresa deja atrás así las pérdidas de casi 3.300 millones sufridas en 2020, el peor ejercicio de la pandemia, y eleva en un 5% el dividendo. La deuda neta se redujo en un 15%, hasta los 5.762 millones de euros.
En 2021, sin plusvalías de ninguna clase, la división de Exploración y Producción voló a lomos de la elevada cotización del petróleo hasta obtener una ganancia neta ajustada de 1.687 millones. El negocio industrial fue el segundo que más aportó —606 millones— gracias a la buena marcha del área de refino, que se vio favorecida por el entorno de “paulatina recuperación de la demanda”. Y Comercial y Renovables sumó otros 542 millones al resultado neto ajustado, impulsada por la subida en el precio de la luz y, en menor medida, por el auge de los proyectos de energía eólica y solar fotovoltaica. Solo la unidad de Corporación, en la que se engloban tanto el resultado financiero como los ajustes contables —conceptos, ambos, ajenos a su negocio principal—, ejerció de lastre en el resultado neto ajustado de Repsol, drenando 381 millones entre enero y diciembre del año pasado.
Tras la fuerte subida del miércoles, cuando se anotaron un alza del 2,65%, las acciones de la petrolera presidida por Antonio Brufau se han dejado este jueves algo más de medio punto porcentual.
Adiós a dos años de fuertes pérdidas
Las ganancias cosechadas por Repsol en 2021 contrastan, y de qué manera, con las fuertes pérdidas de los dos ejercicios anteriores. En 2020, el año más duro de la crisis sanitaria —que llevó al crudo a cotizar en terreno negativo por primera vez en su historia: los inversores pagaban por deshacerse de barriles en vez de por comprarlos—, la petrolera se dejó 3.289 millones de euros, que se sumaban a los 3.816 millones del año precedente. Un agujero de más de 7.000 millones que, pese a la buena marcha de su negocio en el año recién terminado, aún le costará tiempo en restituir por completo. Sin embargo, mientras el Brent (de referencia en Europa) siga rondando los 100 dólares el barril, parece solo cuestión de tiempo: en 2008, el primer año en el que la referencia del crudo en Europa se situó en triple dígito, Repsol ganó más de 2.700 millones. Y en 2011 y 2012, cuando rebasó esa cota de manera recurrente, las ganancias volvieron a superar el umbral de los 2.000 millones.
El año pasado, la rama de Exploración y Producción se benefició del viento de cola que supone una cotización media del crudo superior a los 71 dólares. La empresa destaca que primó “el valor sobre el volumen”, una afirmación que en cifras supuso un recorte de casi el 12% en la producción media diaria, hasta los 572.000 barriles, mientras que el margen de refino crecía en cerca del 10%. Además, la petrolera española vendió todos sus activos productivos en Malasia y Vietnam, así como su participación en la joint venture Arog en Rusia, y redujo de 25 a 15 el número de países en los que tiene presencia esta división. El objetivo: “Concentrar la actividad en áreas en las que la compañía tiene ventajas competitivas”. Respecto a Venezuela, un agujero recurrente en los resultados de Repsol en los últimos años, la empresa registró en 2021 un deterioro de 352 millones por la muy difícil recuperación de su inversión en el país sudamericano.
En el resto de áreas, la compañía hace mención especial al “notable desempeño” en Química —una rama integrada en la división Industrial— y a la “recuperación de las ventas” de carburantes, tanto de automoción como de aviación “una vez superadas las restricciones a la movilidad como consecuencia de la pandemia”. También a la “mayor contribución” de la unidad de Renovables, una de las grandes apuestas del grupo en los próximos años, dado que su negocio tradicional —el del crudo y, en menor medida, el gas natural— tiene fecha de caducidad. Casi la cuarta parte de sus inversiones en 2021 tuvieron como destino a las fuentes libres de emisiones, cifra que para el periodo 2021-2025 debería superar el 35% y que en 2030 la empresa promete que alcanzará el 45%.
Respecto a una posible venta de una participación minoritaria en su incipiente negocio de renovables, una posibilidad que Repsol lleva tiempo barajando, el consejero delegado, Josu Jon Imaz, ha subrayado en la conferencia con analistas posterior a la presentación de resultados que aún “no se ha tomado una decisión”. Imaz, sin embargo, ha dejado la puerta abierta a esa venta parcial si la empresa da con “el socio adecuado que comparta una visión de largo plazo”.
La energética propondrá a la Junta General de Accionistas un dividendo de 0,63 euros por acción y una reducción del capital social de 125 millones de títulos: los 75 anunciados hasta ahora y otros 50 más. La hoja de ruta de aquí a 2025, sin embargo, se mantiene invariable: serán 200 millones de acciones los que la compañía amortizará en ese periodo. Esta operación, en la práctica, también es una forma de retribuir a los propietarios de la empresa: menos acciones en circulación implican un valor mayor de las restantes.
Derrame en Perú y ‘caso Villarejo’
Tras los buenos resultados cosechados el año pasado, Repsol ha entrado con mal pie en 2022: con un vertido de más de 10.000 barriles de crudo en una instalación de su filial en Perú y con la reimputación de la matriz y de su presidente, Antonio Brufau, por el caso Villarejo.
En el primer caso, la empresa no espera “impactos significativos” en sus cuentas e insiste en su versión de los hechos: que el causante del desastre fue un “movimiento incontrolado” del buque que descargaba crudo en su refinería, lo que le ha llevado a demandar a la empresa armadora, tal como adelantó este diario el pasado lunes. “El derrame ha generado impacto en poblaciones y entorno natural, así como en especies marinas de las costas peruanas”, apunta la dirección de la petrolera española. “Repsol ratifica su compromiso de continuar mitigando y remediando los efectos del derrame, así como a trabajar con las autoridades, las comunidades afectadas y a responder de la manera más efectiva ante la ciudadanía con total transparencia”.
En el segundo caso, la energética muestra su “convicción” de que se acabarán “corroborando las conclusiones” a las que llegó el juzgado que sobreseyó el caso el pasado verano —y al que luego corrigió la Sala de la Audiencia— y “reafirma la absoluta corrección de sus actuaciones y que no ha existido conducta ilícita alguna o contraria al Código de Ética y Conducta de la empresa por parte de ningún consejero, directivo o empleado, actuales o pasados”.
La petrolera prevé un crudo a 69 dólares por barril en 2022
Con el barril de crudo Brent al filo de los 100 dólares, Repsol opta por una estimación más que prudente en las cuentas presentadas este jueves. La petrolera española cree que la referencia europea rondará los 69 dólares este año —frente a los 93 actuales— para bajar a 67 en 2023 y a 66 en 2024. En un plazo más largo, de aquí a 2050 —cuando debería notarse una caída en la demanda, a medida que la electrificación gane paso en el transporte—, la energética cree que se situará en el entorno de los 60 dólares. El pronóstico de Repsol para el ejercicio en curso contrasta con la mayoría de previsiones de los analistas y de la plana mayor de la banca de inversión, que creen que el Brent se situará en valores de triple dígito a lo largo del primer semestre como consecuencia del desequilibrio entre la oferta y la demanda y los bajos niveles de inventarios.
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