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James A. Robinson: “Las protestas son cruciales para impulsar a América Latina”

En contra del pensamiento de multilaterales y analistas, el académico no ve una década perdida para las economías de la región, sino un momento emocionante de reconfiguración

Isabella Cota
El economista y politólogo británico James A. Robinson, fotografiado en la Universidad de Chicago en febrero de 2018.
El economista y politólogo británico James A. Robinson, fotografiado en la Universidad de Chicago en febrero de 2018.Nancy Wong

Los malos augurios económicos para América Latina, una de las regiones más desiguales del mundo, se intensificaron a partir de la pandemia de la covid-19. Los sistemas de salud quedaron expuestos como deficientes y los confinamientos empujaron a la precariedad a quienes trabajan en la informalidad. Pero en medio de las voces pesimistas, el multipremiado economista y politólogo británico James A. Robinson (61 años) lleva la contra con seguridad.

Con un particular interés en la región, el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago es coautor de ¿Por qué fracasan los países?: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza (Deusto) junto a Daron Acemo­glu, profesor de Economía en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en 2012. La obra es hoy considerada una de las más importantes en el pensamiento económico.

Egresado de Economía y Ciencia Política en la London School of Economics y doctor por la Universidad de Yale, Robinson habla en esta entrevista con EL PAÍS con entusiasmo e intensidad. Da la impresión de que está ansioso por presentar el argumento que pondrá de cabeza toda suposición.

Pregunta: ¿Qué opina de esto que ha estado en boca de analistas y multilaterales que indica que América Latina se encamina hacia “una década perdida” en materia económica?

Respuesta: No hay razón por la que América Latina no puede tener los mismos niveles de prosperidad y calidad de vida que América del Norte y, de hecho, muchas partes de la región lo tenían hace 200 años. El verdadero retraso ha ocurrido a largo plazo, durante 200 años, cuando América Latina adoptó instituciones económicas y políticas extractivas. Así fue el período colonial y esas instituciones se replicaron en el siglo XIX y aún hoy. Es decir, la región se ha quedado atrás porque nunca creó las instituciones necesarias para generar prosperidad. Ahora, de manera más granular, yo encuentro razones para ser optimista. Si bien hay países como Nicaragua o El Salvador, donde tienes estas dictaduras reproduciéndose, lo que me parece interesante son las cosas que están sucediendo en algunos otros países, como en Chile. El País está en un momento en que la sociedad se está volviendo radicalmente más inclusiva. Están reconociendo los derechos de los pueblos indígenas por primera vez. Se están deshaciendo de la constitución militar ilegítima. Hay otro tipo de avances, con el empoderamiento de los jóvenes y las mujeres. Creo que hay una revolución social en Bolivia y Perú, en donde las élites de descendencia europea son los empresarios que gobiernan y ahora la sociedad quiere cambiar eso. Eso es movilidad social. Creo que ha habido cambios tectónicos en esas sociedades, porque fundamentalmente está socavando todas estas instituciones extractivas que se basaban en la explotación de los indígenas y la creación de jerarquías. Creo que incluso lo que está pasando en México es interesante. No son las mismas élites viejas y corruptas las que gobiernan, López Obrador está gobernando y eso es una señal de más inclusión. Todavía no sabemos realmente cuáles son las consecuencias totales de eso, pero es bueno que el sistema político sea más inclusivo, que haya más margen para el cambio, que pudieron echar al PRI corrupto y apuntar a algo más radical. No sé de dónde viene esta idea de diez años perdidos. Eso parece una especie de retórica neoliberal o algo así. No sé quién promueve esa idea o incluso cuál es la base factual para ella.

P. Si no ve una década perdida para la región ¿qué piensa del impacto que tendrá esta pandemia en las economías?

R. Obviamente, la pandemia ha sido una crisis humana, pero no sé si será una crisis económica duradera. Es probable que la década de los 2000 y la crisis financiera hayan tenido mayores repercusiones para América Latina. Realmente no veo grandes consecuencias de la pandemia, honestamente, aparte de las consecuencias humanas, que han sido terribles, especialmente para países con sistemas de salud muy deficientes. Creo que la gente que habla de una década perdida se centra mucho en los precios de las materias primas y dice que a América Latina no le va bien si los precios de las materias primas caen, que dependen mucho de China. Y sí, pero, para mí, eso no es ni aquí ni allá. Los países económicamente exitosos no se enriquecen porque los precios de las materias primas se muevan en la dirección correcta, se enriquecen gracias a la gente, a sus ciudadanos, el espíritu empresarial, la educación, la visión y la creatividad de sus ciudadanos. Se podría decir que Chile es más rico o más exitoso debido a que los precios del cobre han sido ventajosos, pero esa no es la historia en Chile en absoluto. La historia en Chile es que tiene instituciones mucho mejores que en cualquier otro lugar de América Latina, instituciones mucho más inclusivas con las que toma esa riqueza y la gasta en bienes públicos, que invierte en sus ciudadanos. Los movimientos sociales que estamos viendo son los dolores que vienen cuando un país se vuelve más democrático y América Latina es mucho más democrática hoy que hace 20 años.

P. Habla con entusiasmo sobre lo que ocurre en México, por ejemplo, pero los datos apuntan a que son los más necesitados los que perdieron protección bajo el Gobierno de López Obrador.

R. Muchas de las cosas que han sucedido son bastante curiosas, como esta intimidad con los militares, por ejemplo. Y algo de lo que ha estado sucediendo con los programas sociales, realmente no entiendo lo suficiente sobre lo que está tratando de lograr o cuál es la motivación para hacerlo, honestamente.

P. Antes de la pandemia estallaron protestas en varios países de Latinoamérica en contra de la desigualdad, la pobreza y, sobre todo, pidiendo se termine este modelo extractivo del que habla. ¿Cree que estamos cerca de su fin?

R. Este modelo no ha expirado y es muy persistente. Empezamos esta conversación hablando de cómo América Latina lleva 200 años perdidos porque ha estado reproduciendo este modelo desde la colonia. No creo que se pueda desalojar fácilmente y es por eso que las protestas son buenas, son algo muy sano. En el caso de Chile están llevando a un cambio verdadero y, en otros países, como en Colombia, han sido menos efectivas porque el Gobierno se rehúsa a reconocerlas como legítimas, a pesar de que están consagradas en la Constitución. neol. La gente tiene que organizarse, tienen que protestar porque las élites y Carlos Slim por sí solos no van a hacer nada. ¿Quién va a sacar a Daniel Ortega del poder? No lo va a ceder. Será la gente que tendrá que deshacerse de él. Esa es la ley de hierro de la oligarquía. La gente está desesperada y la gente desesperada busca soluciones desesperadas. Muchos de nosotros subestimamos lo complicado que es hacer una transición a una sociedad democrática y políticamente más inclusiva en lugares donde los estados son débiles y carecen de capacidad y control. Y esos son muchos desafíos.

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Sobre la firma

Isabella Cota
Es corresponsal económica para América Latina. Como periodista de investigación trabajó con Quinto Elemento Lab, NHK, BusinessWeek y OpenDemocracy, entre otros. También fue staff de Bloomberg News y Reuters en Centroamérica y Reino Unido. Es licenciada en Comunicación y Máster en Periodismo de Negocios y Finanzas por City University London.

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