_
_
_
_

El factor X da alas a las zapatillas Munich

La tercera generación al frente de la marca de ropa deportiva catalana logró el pasado año su mejor registro de ventas desde su fundación, en 1939

Marc Rovira
Xavier Berneda, copropietario de Munich, posa delante de los modelos de la firma.
Xavier Berneda, copropietario de Munich, posa delante de los modelos de la firma.JUAN BARBOSA

Xavier Berneda quiere desmentir el manido dicho que afirma que el abuelo crea la empresa, el padre la refuerza y el nieto la hunde en la miseria. Junto con su hermano David está al frente de la firma de zapatillas y artículos deportivos Munich. Una marca que echó a andar en 1939 y que es ahora, con la tercera generación al frente y tras haber superado disputas familiares por asuntos de herencia, cuando ha alcanzado un estado de forma superior. “No tiene ningún sentido hablar de si este es nuestro mejor momento, lo que has logrado, ya es pasado”, replica el consejero delegado. Adicto del parapente, ambiciona darle altos vuelos a su negocio y, lo mismo que no le tiembla el pulso cuando está en el aire sostenido por un liviano pedazo de lona, asegura que, empresarialmente, lo único que le da miedo es el tedio: “No quiero dejar de pasármelo bien”.

Más información
Munich coge carrerilla

El comercio de prendas y complementos deportivos generó en 2019 un impacto superior a los 7.600 millones de euros en España. La Asociación Española de Fabricantes y Distribuidores de Ar­tículos Deportivos (Afydad) destaca el peso que tiene la moda deportiva y, en concreto, las zapatillas y sneakers. No se conocen datos definitivos de 2020, pero el furor gimnástico que se desencadenó con el levantamiento del encierro doméstico anticipa cifras igualmente óptimas para el sector. Munich da muestra de ello.

La compañía apenas ha sufrido zarpazo alguno del coronavirus. Recién ha cerrado su ejercicio 2020 y la facturación de 40,9 millones de euros es un 8% inferior al último resultado previo a la pandemia. “Pero el beneficio ha crecido”, asegura Xavier Berneda, sin revelar cifras. En tiempos de confinamiento, la marca logró el segundo mejor ejercicio de su historia, superando los 40,5 millones facturados en 2018 y los 35 millones de 2017. “Pese a la covid hemos contratado personal nuevo, hemos hecho una ampliación logística de 3.500 metros cuadrados y hemos seguido invirtiendo en la compañía”, desglosa Berneda. Fue clave la veloz capacidad de reacción cuando aparecían los primeros efectos del virus.

Sobre Munich, los nubarrones de la covid se cernieron bien pronto. La empresa tiene una de sus fábricas y un almacén de 9.000 metros cuadrados cerca de Igualada, una zona que, de primeras, registró los peores brotes de coronavirus en Cataluña. La Generalitat decidió cerrar la comarca y aislarla para evitar la propagación del contagio. En esa zona cero trabajaban los que Xavier Berneda bautizó como “los Chernóbil Boys”, empleados que se las tuvieron que apañar para seguir suministrando los pedidos que se despachaban a través del canal digital. Fue en internet donde la empresa concentró sus esfuerzos. Se lanzó a toda prisa una remesa de 90.000 mascarillas con la popular X de la marca a precio de promoción, lo que permitió captar 20.000 clientes nuevos en la web. Una ensalada de datos con nombres, edades y números de pie que se convierte en información valiosa para, luego, tratar de vender zapatillas, prendas, complementos o bolsos. El tráfico en la web de Munich ha crecido un 128% y llevan más de un millón de mascarillas vendidas.

“Arriesgamos mucho, pero siempre hemos tenido stock, y cuando nuestros clientes se han reactivado y han necesitado producto, se lo hemos podido facilitar”. Las ventas de la línea de bolsos han crecido un 250%.

Berneda no esconde que ha habido días duros y que la incertidumbre ha condicionado la toma de decisiones. Los 260 trabajadores de la empresa sufrieron un ERTE. La gran mayoría del personal estaba operando al poco tiempo, pero el parón se ha alargado para aquellos trabajadores que tienen una dependencia más estrecha con la veintena de tiendas propias que administra la marca, gestionadas a través de la sociedad La Tormenta Perfecta. El director general pone énfasis en la necesidad de estimular a la plantilla: “Se habla mucho de datos de facturación, pero a mí me resulta más importante concretar a cuánta gente das trabajo”, y defiende que la empresa trata de “cuidar” a su personal. “El 95% de los bonus se han pagado igualmente, pese a la pandemia”, defiende. A su vez, admite que el virus también ha propiciado despidos: “Nos ha servido para darnos cuenta de quién no está a la altura”.

De la mano del abuelo

Berneda presume de haberse curtido en todos los estadios del escalafón jerárquico de la empresa, desde los tiempos en que acompañaba a su abuelo a vender zapatillas por los pueblos. Recuerda que su antepasado tenía métodos propios para olfatear el negocio. “Se fijaba en todo”, recuerda, “incluso en si en un pueblo había clubes de alterne, y lo asociaba con el poder adquisitivo de los vecinos”.

Munich se identificó durante años como una marca de deportes de pabellón, dominadora de especialidades como el balonmano o el fútbol sala. Pero con el cambio de siglo fue metiendo el pie en el segmento de moda informal. Su máximo directivo indica que respondió casi a una necesidad: “Vi lo que fabricaban en China, al precio que lo fabricaban, y aluciné. Nos dimos cuenta de que la producción en España solo se aguantaba si se producían artículos de alto valor”. Se zambulló en Asia y reservó la línea de moda para la fábrica de Cataluña. Ese tope de gama apenas representa un 10% del millón de zapatillas que pone en el mercado la marca. El resto se fabrica en China, Vietnam, Indonesia y, también, se encarga producción a Marruecos y Túnez. “El precio no lo es todo, hay que dar calidad top y un diseño adaptado a las circunstancias”. Es la fórmula que se aplica Munich para evitar traspiés.

Un futuro más vertical

El abanico de productos de Munich abarca desde chanclas de 10 euros a zapatos deportivos de 140 euros. La compañía ha apostado con fuerza por el pádel y prueba incursiones en el hockey sobre hierba. Mientras, se prepara para “un futuro más vertical”, dice Berneda. Pronostica una relación más directa con el cliente, incluso cuando la compra se haga a través de intermediarios. “Llegará el día en que Amazon canalizará la venta, pero no acumulará 'stock', lo tendremos que gestionar y enviar directamente las marcas. Y no es lo mismo preparar un pedido de 10.000 zapatillas que 10.000 pedidos de unas zapatillas”.


Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_