Las zapatillas se convierten en un activo de inversión para muchos jóvenes
Cada vez más gente compra ‘sneakers’ nuevas, de edición limitada o modelos antiguos con la esperanza de que se revaloricen en el mercado secundario
Gonzalo G. guarda un tesoro en algún lugar de Madrid que no quiere revelar “por seguridad”. No da detalles de su valor ni su tamaño, solo cuenta que es un producto que acumula por pasión en un número de cuatro cifras. “Una pasión que, si el día de mañana lo necesito, puedo convertir en dinero”, asegura. Su pequeña fortuna viene en pares y trae cordones: zapatillas, el nuevo activo alternativo en el que cada vez más personas invierten con la esperanza de que se revaloricen y aporten ganancias en el mercado secundario.
La reventa de zapatillas no es nueva, pero se ha disparado con la pandemia. Según la consultora Cowen, crece a un ritmo anual del 20% y mueve unos 1.680 millones de euros anuales en América del Norte, con un potencial de alcanzar los 25.200 millones de euros en el ámbito global en 2030. Pero lo más interesante es que Cowen clasifica en un informe a las sneakers, como las llaman sus aficionados, como un “activo alternativo emergente” que puede comprarse para fines de coleccionismo o de inversión. En opinión de esta firma, estos activos ofrecen “primas por iliquidez, proveen diversificación y tienen una relación rentabilidad-riesgo positiva”.
Gonzalo G. empezó a comprar zapatillas en 2015. “Cuando era niño mi padre decía que las zapatillas eran solo para hacer deporte… Me hubiera gustado tener más”. A sus 44 años, su colección es tan grande que no ha llegado a ponerse el 60% de las que tiene. “Me traigo a casa 8 o 10 pares para usar cada mes”. Su afición es compartida por tantas personas que ha dado pie a un mercado secundario y especulativo que atrae a jóvenes de todo el mundo. En Ohio, Christian Baum, de 22 años, se dedicaba hace un par de años al diseño gráfico, hasta que un día decidió deshacerse de unas zapatillas que ya no usaba. “Las vendí por mucho más dinero del que me habían costado”, recuerda. Ahora se dedica a tiempo completo a “comprar barato y vender caro” modelos de edición limitada.
La fiebre de las sneakers se ha visto impulsada por las colaboraciones, productos que marcas como Nike o Adidas sacan al mercado de la mano de famosos como los raperos Kanye West o Travis Scott, y, por supuesto, los modelos vinculados al mítico jugador de baloncesto Michael Jordan. Baum afirma ganar “un par de miles de dólares” al mes revendiendo. En su colección personal solo tiene 70 pares, pero entre ellos hay unas Jordan 1 Royal de 1985. Valían menos de 2.000 euros cuando llegaron a sus manos y ahora cotizan en 15.000. No descarta venderlas en el futuro, pero, de momento, es un minorista que adquiere zapatos a 200 dólares para revenderlos a entre 500 y 1.200. Con unas pocas transacciones al mes está satisfecho. Sus clientes son otros jóvenes de entre 16 y 30 años que no tendrían que acudir a él si no fuera porque hacerse con zapatillas de edición limitada en el mercado primario se ha vuelto toda una hazaña.
‘Bots’, rifas y especulación
Las grandes colas en las tiendas han sido reemplazadas por rifas virtuales, donde se concursa para tener la oportunidad de comprar un par de sneakers el día de su lanzamiento. Nike, que no ha querido participar en este reportaje, tiene una aplicación exclusiva para esto: SNKRS. La digitalización de la venta de deportivas ha sido aprovechada por los revendedores, que recurren a herramientas como bots o cook groups para sabotear las rifas y acaparar las zapatillas. “Llevo años usándola y nunca me ha tocado”, lamenta un usuario en una reseña de la aplicación en Google Play. “Muchos bots, imposible conseguir un par de zapatillas”, se queja otro. Los cook groups son una especie de club donde se paga una mensualidad para acceder a enlaces que permiten saltar colas, llevándote directamente a la cesta para realizar el pago. Ofrecen asistencia en varios idiomas, 24 horas al día, siete días a la semana. Los bots son robots que ayudan a multiplicar la velocidad y el número de intentos de compra, facilitando la posibilidad de hacerse hueco en las rifas.
Pero Nike no es la única empresa afectada por este fenómeno. “Los bots ocasionan multitud de problemas en nuestro comercio digital. Tenemos que montar una auténtica infraestructura tecnológica para detenerlos”, afirman en un correo electrónico Diego Martínez y Nacho Bermúdez, fundadores de las tiendas Footdistrict. “La problemática la vivimos en cada lanzamiento. Hablamos de decenas de miles de intentos simultáneos de compra de un producto, es un desafío”. Su mayor preocupación es que su “verdadero consumidor” se quede sin sus zapatillas.
Sin embargo, es precisamente este consumidor y su disposición a pagar precios inflados el que hace posible este mercado secundario, admite Christian Baum: “Los coleccionistas se enfadan, pero pagan, y eso es lo que permite que esto continúe”. Yves-Alain Ach, profesor de Finanzas en la Escuela de Administración Leonardo da Vinci, con sede en París, coincide: “La gente sabe que está pagando de más y lo acepta… y el último que compre ese artículo será quien asuma la pérdida”. Para él, se trata de un “problema de generación”, con gente de entre 15 y 35 años utilizando “zapatos de deporte todo el día y buscando formas de diferenciarse”. En su opinión, eso ha hecho que el mercado crezca enormemente y que haya un entusiasmo inmenso en cada lanzamiento, que ya son semanales. “Esto me hace pensar que, un día, este entusiasmo se extinguirá y que el riesgo de pérdidas será muy importante para la gente que especula y para quienes han creado actividades alrededor de la reventa de sneakers”, añade Ach.
Entre estos últimos está StockX, una plataforma de subastas de zapatillas. El año pasado fue su mejor ejercicio desde que comenzó a operar en 2016, y España no ha sido ajena a esta tendencia: “El número de gente que vende desde España se ha incrementado en casi un 300% en 2020”, asegura Jesse Einhorn, economista sénior de la compañía. Valorada en más de 2.300 millones de euros, StockX registró 7,5 millones de transacciones el año pasado. Un “número creciente” de sus usuarios son inversores, dice Einhorn.
Javi Lluch, director de la revista sobre deportivas Backseries, cree que la cultura de las zapatillas se está desvirtuando. “En España, lo que anima a comprar y a revender es que aquí no hay un duro y que la gente no tiene dinero… Hay gente muy joven y compran modelos de los que pueden sacar un beneficio de 10 o 20 euros”, opina. “Eso es lo que está saturando el mercado de la reventa”.
Las grandes marcas de zapatillas no se benefician del mercado secundario. Al menos, no directamente. “Cuando se limita la oferta de forma artificial, lo que parece que están haciendo algunas, la mayor beneficiada es la propia marca, porque genera una sensación de escasez que tiene dos efectos”, explica Franc Carreras, profesor de Marketing Digital en Esade. “Por un lado, que el cliente se acostumbre a no dejar pasar la oportunidad de compra cuando la tiene, sabiendo que puede terminar muy pronto. Y segundo, generando un aura de deseo e interés por esos productos limitados que ya no están disponibles”. Otro de los beneficiados es, claramente, el intermediario. “Y cuando este es otro consumidor más avispado, la marca se exime de responsabilidad y lo atribuye al mercado”.
“Las marcas saben que limitar artificialmente la oferta va a crear dificultades para acceder al producto”, coincide Einhorn. “Nosotros hemos hecho la experiencia más fácil, sin colas ni bots… StockX ha resuelto estos problemas, no los ha creado”, concluye.
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