El nuevo presidente de Ecuador intentará paliar la crisis económica bajando impuestos
Guillermo Lasso debe encontrar la manera de hacer crecer la economía del país y, al mismo tiempo, recaudar el equivalente al 2,5% de su producto interno bruto en impuestos
Las decisiones que afronta Guillermo Lasso, que toma posesión este lunes como presidente de Ecuador, son arriesgadas. En su país, como en muchos otros de América Latina, las demandas sociales y económicas son muchas y la amenaza de incendiarias protestas espera latente. Para cumplir con sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional, Lasso debe hacer crecer la economía y recaudar más impuestos. La vecina Colombia es un ejemplo al que mirar, tras la oleada de protestas que comenzaron con el anuncio de una reforma tributaria y que aún se mantienen en numerosas ciudades del país.
La economía ecuatoriana cayó un 7,8% en 2020 por la pandemia, el desplome más profundo desde que se tiene registro. La pobreza se incrementó hasta alcanzar al 33% de la población. Cuando la crisis de la covid-19 llegó el año pasado, Ecuador estaba ya en recesión y el Gobierno de Lenin Moreno había hecho algunos recortes muy necesarios al gasto público. Dependientes en gran parte del petróleo, la caída de precios de los últimos años hicieron insostenible el gasto del Gobierno. Dolarizado y con una baja calificación crediticia, Ecuador no puede acceder a los mercados internacionales fácilmente, por lo que durante 2020 dependió de financiación del FMI.
Para cumplir con sus compromisos, Ecuador debe encontrar la manera de hacer crecer su economía y, al mismo tiempo, recaudar el equivalente al 2,5% de su producto interno bruto (PIB) en impuestos. Una nueva reforma fiscal, después de una muy diluida aprobada por el Congreso en 2019, podría revivir las protestas sociales que se dieron en el país ese año. Costa Rica vivió ya este escenario el año pasado, cuando el Gobierno anunció una propuesta tributaria que permitiría un nuevo acuerdo con el FMI. Y, más cerca aún, está el caso de Colombia, en donde las protestas no cesan y se desencadenaron, precisamente, por la propuesta del presidente de subir impuestos y ampliar la base de contribuyentes, obligando a parte de la clase media a pagar impuestos cuando antes no lo hacían.
“Hay que ver qué fórmula busca Lasso para conseguir recursos, si va a cumplir o no con el Fondo Monetario”, dice Daniel Zovatto, director regional para América Latina y el Caribe de IDEA Internacional, organización independiente que estudia la democracia. “Después del efecto Colombia, sería un suicidio político si Lasso quisiera ir por una reforma tributaria en esa línea”, añade.
Empresario y banquero
La victoria de Lasso, candidato de centro derecha, fue una sorpresa. En la primera ronda de votación, Lasso quedó por detrás considerablemente, pero la tendencia de voto se revirtió para la ronda final, lo que le permitió ganar por un margen pequeño de votos. El empresario y banquero, quien encabezó Coca-Cola en Ecuador, llegará al poder con solo 12 de 137 escaños en el Congreso para su partido. Cualquier reforma que quiera aprobar tendrá que ser a través de coaliciones.
“Tendrá que haber un ajuste fiscal importante para asegurar la solidez de las finanzas públicas en los próximos años pero enfrenta, al mismo tiempo, un ambiente social y político excepcionalmente difícil”, dice Todd Martínez, analista de la agencia calificadora de riesgo crediticio Fitch Ratings. La propuesta de Lasso es recaudar más impuestos a través de más crecimiento económico, una apuesta arriesgada, ya que el comportamiento de una economía todavía desgastada por la pandemia global depende de muchos factores que están fuera del control del Gobierno, incluyendo los precios de las materias primas en mercados financieros y el ritmo de vacunación de la población ecuatoriana.
En una entrevista el mes pasado, Lasso dijo que ya estaba trabajando en una reforma tributaria que esperaba enviar al Congreso en su primer día de Gobierno. Propone eliminar y reducir tres impuestos que impactan a las clases más bajas, así como endurecer la vigilancia contra la evasión. Esta es una medida recaudatoria que se enfrentará a mucha resistencia por parte de grupos de interés, asegura Fitch.
“Y hay pocos detalles sobre esas medidas compensatorias”, dice Martínez, al teléfono desde Nueva York. “Donde estamos ahora, es muy difícil ver esta propuesta tributaria como positiva para las finanzas públicas y, definitivamente, considerando el 2,5% del PIB que el FMI ha requerido. Esta es, de hecho, una reforma que pudiera tener un impacto negativo en las finanzas del Gobierno y pudiera llevarlo en la dirección opuesta a lo que Ecuador necesita”.
Modelo expirado
Los mandatarios que entiendan que en América Latina la población clama por un nuevo modelo económico son los que tienen mayores posibilidades de sobrevivir a una carrera política, asegura Zovatto. “Hay que tener un grado de entendimiento más fino porque seguir empujando el mismo modelo ya no es viable”, explica el experto. Los jóvenes, quienes tal vez recibieron una mejor educación que sus padres, se enfrentan a oportunidades laborales mal pagadas con un retiro incierto y un futuro sin movilidad social, por lo que exigen un cambio de modelo.
“Mientras tanto, tienes agencias calificadoras generando incendios, y ese es el viejo modelo”, explica Zovatto, refiriéndose a la decisión de S&P de bajar la calificación crediticia de Colombia después de que el Gobierno no logró aprobar la reforma tributaria. “Están arriesgando incendiar varios países en la región, apegándose al modelo que expiró, mientras que ha habido un cambio de mayor comprensión del FMI porque están entendiendo que, con ciertos límites, hay que ayudar a los países a salir de estas coyunturas o vamos a armar un incendio de marcada inestabilidad”.
Lo que es más probable, añade Zovatto, es que Lasso se siente a negociar con el FMI una línea de tiempo de repago que le permita arrancar de nuevo la economía antes de pensar en cómo recaudar más impuestos. Martínez coincide. “Está claro que el FMI de hoy no es el FMI que solía ser antes”, cuando imponía requisitos fiscales que terminaban asfixiando a los Gobiernos y generando animosidad por parte de la población, dice el analista de Fitch. “Lo que hemos visto hasta ahora tanto con Argentina como con Ecuador ha sido muy flexible, ha permitido que se relajen las metas fiscales y no ha enfatizado tanto en las proyecciones de la deuda a futuro”.
Si eso será suficiente o si la población ha asimilado esta nueva realidad no está claro, apunta Martínez. “Lo que está en juego si Ecuador no logra cortar su dependencia del financiamiento externo son los medios con los que se ganan la vida los ecuatorianos, es la sostenibilidad de la economía del país. Lasso está llegando con el mensaje correcto diciendo que tienen que atacar los problemas estructurales, pero si no lo logra, Ecuador permanecerá vulnerable a los choques que vienen desde afuera”, señala.
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