Duque intenta cambiar la narrativa y culpa a Petro de las protestas en Colombia
El presidente lanza las acusaciones en una entrevista que coincide con la ofensiva diplomática del Gobierno para contrarrestar la condena internacional tras la represión
Cercado por las manifestaciones que se han apoderado de las calles y la condena internacional a la represión de las fuerzas de seguridad, el presidente de Colombia, Iván Duque, ha lanzado una ofensiva diplomática y de comunicación para cambiar la narrativa. Su respuesta inmediata ha sido culpar del estallido social al izquierdista Gustavo Petro, sin pruebas y sin mencionarlo por su nombre, por una situación que ya supera las tres semanas con un saldo de medio centenar de muertos. Petro, perdedor de la segunda vuelta de las elecciones del 2018 ante Duque, es también el rival a batir de cara a las presidenciales de 2022 y lidera las encuestas más recientes.
“Cuando gané las elecciones, el candidato que derroté dijo que iba a estar en las calles todo mi mandato, que iba a protestar durante todo mi Gobierno”, asegura un Duque vehemente, en inglés, en un video que ha circulado en redes sociales y medios de comunicación este fin de semana. “Su propósito era no dejarme gobernar el país”, asegura en el fragmento de una entrevista más amplia que el equipo digital de comunicaciones de la Presidencia de la República se propone difundir próximamente, según confirmaron a EL PAÍS fuentes cercanas al mandatario. “Alguien que quiera construir su ascenso al poder a través del caos, la desesperación y la frustración no es el tipo de presidente que Colombia necesita”, remata Duque en una diatriba que se asemeja más al tono de un comercial de campaña que a una alocución presidencial.
Esas declaraciones se conocen en momentos en que Duque enfrenta crecientes críticas externas a la represión de las protestas y su Gobierno ha sido cuestionado en la prensa internacional. En entrevistas con un tono crítico durante este ciclo de movilizaciones, como la de Ángela Patricia Janiot en Univision o la de Christiane Amanpour en CNN, Duque no había llegado a culpar del estallido social a Petro, que se ubica en las antípodas ideológicas del Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por el expresidente Álvaro Uribe, el mentor político del gobernante. En medio de la polarización, exacerbada por la crisis, el exmandatario ha llamado a que las fuerzas de seguridad utilicen las armas. Las elecciones del próximo año permean cualquier discusión en Colombia, y ese clima condiciona las salidas. Desde el uribismo temen que la impopularidad de Duque se convierta en un lastre electoral y han buscado conservar su bandera de mano dura.
Diversos sectores han reprochado al Gobierno sus esfuerzos por estigmatizar una movilización mayoritariamente pacífica. Las palabras del mandatario coinciden con una controvertida portada en la que la revista Semana también responsabiliza a Petro del paro y los bloqueos, sin aportar mayores evidencias, y lo muestra envuelto en llamas. Esa publicación “pone en riesgo la vida de Gustavo Petro, la de su familia, la de su equipo de trabajo y la de todas las personas afines al proyecto político de la Colombia Humana”, aseguró su movimiento en un comunicado que rechaza los señalamientos.
Si bien Petro ha respaldado las marchas, y los analistas coinciden en que su aspiración puede capitalizar el descontento social, la amplia amalgama de reivindicaciones de los manifestantes no obedecen a un liderazgo único. El político de izquierdas, embarcado en un viraje al pragmatismo, ha apostado por una imagen presidenciable con “alocuciones” en sus redes sociales sobre la situación del país, y también ha hecho llamados a la mesura. El senador y exalcalde de Bogotá salió a marchar por primera vez el miércoles. “Creo que el presidente tiene que reunirse con los delegados de la movilización. Lo demás es carreta [embustes]”, declaró ese día.
Petro se refería al comité del paro, compuesto por líderes sindicales y estudiantiles, con el que el Ejecutivo ha echado a andar una difícil negociación que hasta ahora no ha alcanzado acuerdos. Entre los múltiples reclamos de los manifestantes, la brutalidad policial ha emergido como el más urgente para desescalar la confrontación. El comité exige que el Gobierno ofrezca garantías para la movilización, cese la represión policial y que el presidente la condene con contundencia, lo que hasta el momento no ha ocurrido. La fuerza pública es responsable de al menos 14 homicidios en el marco de las protestas, de acuerdo con la organización Human Rights Watch.
La delicada situación interna ha derivado también en una crisis diplomática. Ese uso desproporcionado de la fuerza para sofocar las protestas ha producido una ola de críticas internacionales, lo que provocó la renuncia de la canciller, una de varias bajas en el Gabinete desde que una fallida reforma tributaria fue la chispa inicial que encendió las calles. Duque designó esta semana a su vicepresidente, Marta Lucía Ramírez, como nueva encargada de Exteriores. De inmediato se embarcó en un viaje a Estados Unidos para explicar la versión del Gobierno colombiano e intentar contrarrestar la imagen negativa.
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