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Crecen los nubarrones en el horizonte del dólar

Los inversores, que en lo peor de la covid usaron el billete verde como refugio, empiezan a darle la espalda por el déficit y la inflación de EE UU

Una mujer pasa por delante de una oficina de cambio de divisas en Moscú.
Una mujer pasa por delante de una oficina de cambio de divisas en Moscú.YURI KADOBNOV (AFP via Getty Images)

Se dice que el mercado de divisas nunca duerme. En él se intercambian más de 6,6 billones de dólares al día, según los últimos datos del Banco Internacional de Pagos (BIS) de 2019. Es un volumen de negociación un 30% superior al que había en 2016. El dólar sigue siendo el principal protagonista de este gran bazar; yen, libra y euro están también en primera línea y las monedas emergentes, con el yuan a la cabeza, van ganando terreno en los intercambios año a año. Dado que el valor del mercado global de divisas se estima en aproximadamente unos 2.409 billones de dólares (unas 17 veces mayor que el PIB mundial, que en 2019 ascendió a unos 142 billones de dólares) no es extraño que los expertos consultados también aseguren sobre él que es “inabarcable” y “muy difícil de predecir”. De ahí que contextualicen al momento actual sus opiniones.

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La más relevante y consensuada de todas ellas es que el dólar estadounidense bajará a medio plazo respecto al euro y a algunas de las principales divisas de los mercados emergentes. Por múltiples razones, pero básicamente todas vinculadas a los muy elevados déficits fiscales, por cuenta corriente y de la balanza de pagos de Estados Unidos, que se tendrán que financiar. También al simple hecho de que durante la pandemia, el dólar se ha comportado hasta cierto punto como moneda refugio, algo ya no tan necesario en tiempos de recuperación económica global (con más o menos celeridad). Otro factor que presiona al dólar es el problema de la inflación que han surgido en la principal economía mundial. En abril los precios repuntaron hasta el 4,2%, su nivel más alto desde 2008. El calentamiento del IPC ha abierto un gran debate, aún sin finalizar, sobre si se trata de un aumento de precios sano o insano, temporal o duradero.

Si a principios de esta semana, el cambio euro/dólar estaba establecido en 1,22 dólares estadounidenses por euro, según las estimaciones de los expertos consultados, la cotización podría cerrar el año entre 1,23 y 1,25 o incluso superar esta cota. No se trata solo de una cuestión de debilidad del dólar, sino también de previsible fortaleza del euro, explica Olivia Álvarez, analista de divisas de Monex Europe. Para ella, la dinámica de la moneda común es alcista: “La política monetaria del Banco Central Europeo está lejos de endurecerse y la fiscal aún más lejos de ser restrictiva, como lo demuestra la aprobación de importantes programas de ayudas a la recuperación económica”. En este sentido, y de cara a posibles inversiones, sugiere mantener o incluso ampliar el volumen de activos financieros en euros. Álvarez reconoce que los activos denominados en dólares tienen hoy por hoy precios atractivos, por lo que no conviene desestimarlos, aunque eso sí, “siempre con cobertura de divisa”, precisa.

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Prudencia

No comparte esta última opinión Luis Buceta, director de Inversiones en España de Creand Asset Management, para quien la previsible debilidad del dólar a medio plazo unida a la, a su entender, actual sobrevaloración de los activos norteamericanos, aconseja prudencia, “reduciendo posiciones en el mercado estadounidense y recogiendo también así las ganancias acumuladas en los últimos meses”. Leonardo Fernández, director del canal intermedio de Schroders, está convencido de que Europa, más que Estados Unidos, atraerá en un futuro próximo un importante volumen de capitales hacia los fondos de renta variable europea que, a su juicio, serán los grandes beneficiados en lo que a revalorización se refiere en los próximos meses. En opinión de Enrique Díaz-Álvarez, director de riesgos de Ebury y responsable de análisis, se trata de sobreponderar Europa frente a Estados Unidos, mucho más si la moneda base (para un inversor español) es el euro.

La divisa china, el yuan, pese a estar incluida en la bolsa de monedas de países emergentes, hace tiempo que dejó de ser tal, según Díaz-Álvarez. “Casi puede considerarse una divisa reserva, con un papel cada vez más importante como moneda de intercambio”, explica. En Ebury se muestran optimistas respecto a que continúe la apreciación del yuan frente al dólar a lo largo de 2021, lo que llevaría el cruce desde el nivel de 6,35 yuanes por dólar del segundo trimestre del año hasta los 6,25 cuando termine el ejercicio. Esta apreciación, según Ebury, podría prolongarse hasta 2022.

En Schroders, Leonardo Fernández comparte la idea de que la divisa china debería fortalecerse en los próximos tiempos, no solo por su nivel de recuperación económica o por la posibilidad de que las autoridades monetarias sean más flexibles a la hora de “acotar” el valor de su moneda sino también porque, a su juicio, el hecho de que los bonos de ese país deban incluirse en las cestas mundiales de renta fija aumentará la demanda de esta divisa. Ambos expertos coinciden en que, pese a estas perspectivas alcistas, tomar posiciones en activos en esta moneda supone incrementar los riesgos, por lo que recomiendan hacerlo en fondos con cobertura de tipos de cambio.

Para la libra esterlina, las previsiones no son tan optimistas a medio plazo. Es cierto que la recuperación económica en Reino Unido puede que sea más rápida que en Europa y que el problema de la independencia de Escocia se ha calmado por el momento. Sin embargo, tal y como resume Luis Buceta, de Creand Asset Management, la actual situación de balanza de pagos y déficit fiscal de Londres es similar a la de Washington, lo que “aventura cierta penalización a medio plazo para la divisa británica”. Con todo, este experto añade que “el Reino Unido es uno de los mercados de valores más baratos y, por tanto, con buenas oportunidades de inversión”.

Renta fija

De forma general, al margen de las divisas en las que estén emitidos los bonos, los expertos no recomiendan invertir en renta fija, dados los riesgos de valoración que incorpora en una situación de incertidumbre en materia de tipos de interés como la actual. Si el debate sobre la posible inflación en EE UU está abierto y es enconado, aún lo es más respecto a la necesaria o no subida de los tipos de interés en dicho país, que afectaría evidentemente al resto del mundo. Para Luis Buceta, de Creand AM, “como mucho el inversor puede acercarse a los fondos ligados a la inflación a muy corto plazo”. Para Leonardo Fernández, de Schroders, “queda algo más de valor en fondos en títulos de crédito de empresas que en bonos país”.


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