Cuatro de cada diez directivas latinoamericanas detectan más barreras al ascenso por la pandemia
La covid fuerza al 20% de las ejecutivas a plantearse abandonar su puesto ante la imposibilidad de compaginarlo con las responsabilidades familiares


Nuevos indicios sobre los estragos ocasionados por la crisis de la covid-19 en el progreso de la igualdad de género. En este caso, referidos a América Latina. Casi dos de cada diez directivas iberoamericanas se está planteando abandonar su puesto de trabajo ante la imposibilidad de compaginarlo con sus responsabilidades familiares, según se desprende del Esade Gender Monitor Latam 2021, elaborado por la escuela de negocios española y AméricaEconomía Intelligence a partir de más de 1.000 encuestas a ejecutivas de México, Chile, Colombia y Perú. Un 2,2% de esas directivas ya han dejado su carrera.
Esta crisis evidencia la fragilidad de los avances que, aparentemente, se habían producido en materia de equidad, asegura Esade, a la vista de que siete de cada diez mujeres encuestadas consideran que la pandemia tendrá efectos negativos sobre la igualdad de género. Entre otras cosas, de cara a su ascenso en el organigrama empresarial. Más del 41% de ellas considera que la situación afectará a negativamente a sus posibilidades de promoción.
Y todo ello a pesar de que, tal y como declaran las directivas, durante la pandemia los hombres se han remangado ante la falta de ayuda externa y han asumido más tareas en el hogar. La corresponsabilidad ha mejorado en América Latina a consecuencia de la covid. De hecho, si antes del virus eran un 68% las directivas que compartían habitualmente las tareas familiares con sus parejas, durante lo más duro de la crisis fueron el 78%.
Algunos avances entre más notas negativas. Porque las ejecutivas iberoamericanas cada vez se quejan con más fuerza del trato de favor que recibe el hombre en la empresa a la hora de ocupar los puestos de dirección. Así lo declaran ocho de cada diez encuestadas, siete puntos porcentuales más que en la edición del año pasado del Esade Gender Monitor. Algo que se agudiza en el caso de las directivas más jóvenes (de las generaciones del Milenio y Z), entre las que casi nueve de cada diez aprecian esta desigualdad.
Entre las principales barreras que encuentran las ejecutivas latinoamericanas en el día a día de su desempeño son: la desigualdad salarial (22,9%), la falta de reconocimiento de las tareas realizadas (20,8%) y la dificultad conciliar vida laboral y familiar (15,1%). Y los hándicaps que destacan en la promoción profesional son: la falta o ineficacia de las políticas de igualdad de género (16,5%), la dificultad para combinar el cuidado de los hijos con un puesto de responsabilidad (15,8%) y el hecho de que la mujer opte habitualmente por puestos que permitan un mejor balance entre vida personal y profesional (15,1%).
Con y sin medidas
A juicio de las directivas consultadas, todavía quedan algo menos de un tercio de organizaciones empresariales latinoamericanas que consideran que la igualdad de género es una moda, algo pasajero. También son pocas las empresas que carecen de medidas de conciliación y premian el presencialismo, en concreto el 18%.
Entre las corporaciones que se han comprometido con el avance de la mujer en la dirección, las líneas de actuación implementadas son principalmente la formación en liderazgo (20,6%), la flexibilidad horaria (17,3%), los sistemas de evaluación por desempeño (14,1%), ayudas a la conciliación (13,2%) y programas de coaching, mentoring y sponsoring (10,8%).
Pero las directivas creen que sería más eficaz introducir indicadores en las empresas para evaluar la igualdad de oportunidades, que son la base de los planes de igualdad que promueven los distintos gobiernos latinoamericanos, así como la formación de las plantillas en sesgos inconscientes de género. En cualquier caso, las ejecutivas latinoamericanas creen que para conseguir definitivamente la igualdad efectiva debe haber un cambio de mentalidad sobre el papel asignado a la mujer en la sociedad, unas leyes más eficaces contra el acoso y la violencia sexual y el fomento de la corresponsabilidad en sus respectivos países.
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