Bruselas buscará alianzas fuera de la UE para romper su dependencia industrial de Asia en sectores clave
La Comisión identifica 137 productos sensibles en los que el bloque comunitario es “altamente dependiente”, en especial de China
La pandemia ha obligado a Bruselas a poner al día su estrategia industrial solo un año después de haberla lanzado. La Comisión Europea se propone romper su elevada dependencia de Asia, de donde importa casi el 75% de 137 productos “sensibles” en los que la Unión Europea ha demostrado ser “altamente dependiente”. Se trata sobre todo de materias primas, principios activos farmacéuticos y materiales clave para el despliegue de las agendas verde y digital. El borrador de esta revisión, al que ha tenido acceso EL PAÍS, propone, entre otras medidas, “aunar recursos y construir cadenas de suministro alternativas más fuertes y diversas” con los “aliados y socios” más cercanos de fuera de la UE.
Alemania, Francia, España o Bélgica comprobaron a principios de año cuán dependiente es su sector automovilístico de los chips asiáticos. Varias factorías tuvieron incluso que parar su producción ante la escasez de esos materiales, debida a la gran demanda que tienen de ellos otros sectores, desde videoconsolas hasta telefonía. La situación irritó sobre todo a París, que instó incluso a concentrar su producción en Europa. No es el único caso. La pandemia destapó la dependencia de los Veintisiete en muchos otros productos fabricados en Asia. En particular, en China, cuyas relaciones con la UE siguen deteriorándose por las sanciones cruzadas entre ambos bloques.
La Comisión Europea ha analizado 5.200 productos importados por la UE para determinar que en 137 de altísimo valor —suponen el 6% de todo el montante de las importaciones— el bloque aún tiene una elevada dependencia. El 52% de estos productos procede de China. Según el borrador del documento, que Bruselas prevé aprobar este miércoles, hay 34 productos (materias primas y químicos) que son todavía “más vulnerables” por las bajas posibilidades de diversificar su producción o bien asumirla. “El análisis también muestra desafíos y dependencias en el área de las tecnologías avanzadas, como la nube o la microelectrónica, predominantemente vinculada a la estructura global del mercado”, apunta el documento.
El Ejecutivo comunitario, que seguirá analizando esas vulnerabilidades, no va tan lejos como las demandas francesas. Bruselas quiere aplicar los principios de su “autonomía estratégica abierta” a este ámbito con un paquete de posibles acciones para paliar esas dependencias. El documento sigue apuntando en la diversificación de proveedores cuando sea posible. “La Comisión trabajará para diversificar las cadenas de suministro internacionales y buscará partenariados internacionales en tiempos que no sean de crisis para aumentar su preparación”, apunta el documento.
Sin embargo, la UE no es el único bloque económico con ese problema. Los Veintisiete tienen dependencias comunes con otros aliados e incluso “inversas”; es decir, otros países están pendientes de la llegada de productos comunitarios. La Comisión lo ve como una oportunidad “para desarrollar una cooperación con socios de ideas afines para encontrar soluciones beneficiosas mutuamente”. “En estas áreas, la UE puede optar por aunar recursos y construir cadenas de suministro alternativas más fuertes y diversas con nuestros aliados y socios más cercanos. La relación transatlántica y la política de ampliación y vecindad son piedras angulares de esos esfuerzos”, apunta el documento. Una posible plataforma puede ser el Consejo de Comercio y Tecnología UE-EE UU que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, propuso al presidente estadounidense Joe Biden.
Prácticas “desleales” de empresas subvencionadas
Bruselas quiere abordar esa dependencia con más políticas: alianzas industriales entre el sector público y privado, proyectos de interés común europeo (los llamados IPCEI), mostrar su potencia regulatoria para fijar estándares europeos o usar la potente herramienta de la contratación pública. Sin embargo, otro de los grandes paquetes que la Comisión desvelará este miércoles es el del mecanismo para atajar las prácticas “desleales y coercitivas” que pueden llevar a cabo empresas dopadas con capital público, apuntando de nuevo a Pekín. “Se asegurará que las subvenciones potencialmente distorsionantes concedidas por gobiernos extranjeros a empresas que deseen adquirir una empresa de la UE o presentar una oferta en la contratación pública no queden sin control”, apunta la revisión.
La Comisión también quiere evitar nuevas rupturas en las cadenas de suministros que puedan estar provocadas por factores internos, en este caso, por una posible mortalidad de pymes cuando empiecen a retirarse las medidas de apoyo a la economía. Por ello, la UE se muestra dispuesta a movilizar hasta 45.000 millones de euros hasta finales de 2023 para paliar los riesgos de solvencia que entraña la salida de la crisis. Los ministros de Finanzas de la zona euro, de hecho, ya han empezado a trazar una estrategia para evitar que el aumento de la morosidad resulte en una oleada de quiebras empresariales. De momento, la Comisión se decanta por mantener suspendidas las reglas fiscales para 2022 para que las economías no se vean abocadas al abismo.
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