Los ingresos por IRPF crecieron en 2020 pese a la crisis gracias a salarios públicos, pensiones y ERTE
El impuesto de sociedades recaudó menos de 16.000 millones, su nivel más bajo desde 1999
Como todas las grandes magnitudes económicas, también la recaudación tributaria sufrió un duro golpe en 2020: los ingresos tributarios retrocedieron un 8,8% con respecto a 2019 por efecto de la crisis sanitaria, hasta los 194.051 millones de euros. Esta caída, aunque importante, es muy inferior a la sufrida durante la gran recesión y está por debajo del desplome del PIB (10,8%), reflejo de que el Estado se ha enfrentado a la pandemia con una receta muy distinta a la de 2008. Es más: los ingresos por IRPF, el impuesto más potente del sistema, hasta lograron crecer por el empuje de salarios públicos y pensiones y las políticas de mantenimiento de las rentas.
Los resultados de cierre de 2020, publicados el lunes por la Agencia Tributaria, reflejan cómo la expansión del gasto público para sostener la actividad ha roto la correlación entre recaudación y PIB que suele producirse durante las recesiones, cuando los ingresos tributarios caen más que la actividad económica. Así pasó en la crisis financiera: la recaudación se desplomó un 17% en 2009, frente a una caída anual del PIB inferior al 4%.
La Agencia Tributaria detalla además en su informe que, salvo las figuras más ligadas a la coyuntura, como el IVA, los ingresos mensuales de retenciones del trabajo no siguieron la misma trayectoria de la actividad a lo largo del año pasado. Esto se debe, por un lado, al desfase que se suele dar entre la generación del impuesto y su ingreso ―es el caso de del segundo pago fraccionado del impuesto de sociedades, que recogió en octubre el efecto del los confinamientos entre abril y septiembre―; por el otro, por el impacto de algunas de las principales medidas aprobadas para mitigar el impacto de la pandemia, como aplazamientos y suspensiones que retrasaron la fecha de liquidación de los tributos.
Empuje del IRPF
Los ingresos por IRPF aumentaron un 1,2% durante 2020 en comparación con 2019, hasta los 87.972 millones, frente a la caída del 10,5% registrada en 2009. Este resultado fue posible sobre todo gracias a las retenciones en el sector público, tanto por salarios como por pensiones: según la Agencia Tributaria, estas limitaron la caída de las rentas de las familias en el entorno del 1%. El año pasado, antes de la pandemia, el Gobierno aprobó una revalorización de las pensiones del 0,9% y una subida del 2% del sueldo de los funcionarios. Además, en 2019 se llevó a cabo el grueso de las devoluciones en el IRPF que se empezaron a producir tras la sentencia del Supremo que declaró exentas las prestaciones por maternidad.
También la declaración anual de la renta del año pasado, relativa al ejercicio de 2019, fue positiva (1.366 millones), mientras que las retenciones del trabajo en el sector privado, pagos fraccionados de las empresas personales, retenciones por rentas de capital mobiliario y por arrendamientos descendieron como reflejo de la crisis.
Aun así, los ingresos por retenciones en el sector privado se contrajeron tan solo un 0,8%. Una parte importante de este resultado ha sido posible gracias a los ERTE, que evitaron una destrucción masiva de empleo y mantuvieron las rentas de los trabajadores. Aunque es cierto que sus ingresos disminuyeron en términos de retenciones, la contracción fue claramente menor a lo que se hubiera producido en el caso de perder esos puestos de trabajo. Además, la pandemia ha tenido mayor impacto en actividades, como la hostelería y la restauración, con niveles salariales y tipos de retención bajos.
El annus horribilis del impuesto de sociedades
2020 fue el annus horribilis del impuesto de sociedades. Entre las grandes figuras, fue la que peor se comportó: se perdió un tercio de la recaudación de 2019, con una caída de más del 33%. Los ingresos brindados por este tributo, que nunca volvieron a cosechar los máximos tocados antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, ni siquiera alcanzaron los 16.000 millones de euros el año pasado, el nivel más bajo desde 1999.
Este derrumbe no es solo producto de la crisis económica y la consecuente caída de los beneficios empresariales. También influyó el elevado importe de las devoluciones solicitadas en 2019 que en buena parte se pagaron en 2020. Aunque se corrija este efecto, la caída de la recaudación hubiera sido igual de relevante: un 23%, una tasa que coherente con la evolución de los pagos fraccionados, que en 2020 se redujeron un 27,1%
Estos pagos reflejan el parón de la actividad desde la declaración del primer estado de alarma, en marzo, y que las pérdidas han sido más abultadas en los grupos consolidados: en 2020, los beneficios cayeron un 35,5%, un 44% en los grupos, y un 22,5% la base imponible (-31,5% en el caso de los grupos)
Caída del IVA
Los impuestos vinculados al consumo son los que más reflejan en tiempo real los efectos de la crisis. Los ingresos por IVA cayeron más de un 11%, un 12,1% los brindados por los impuestos especiales. En este último caso, todas las figuras sufrieron pérdidas, con el Impuesto sobre hidrocarburos a la cabeza.
Este tributo, que es el que más pesa entre los impuestos especiales, vio sus ingresos reducirse un 15,8% a lo largo de 2020. Su recaudación empezó a contraerse con la primera declaración del estado de alarma, y luego repuntó con la desescalada. En el último tramo del año, sin embargo, reflejo de las nuevas restricciones por el aumento de contagios, volvió a contraerse.
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