La hostelería y el ocio suman casi nueve de cada diez empleos destruidos en el último año
Entre febrero de 2020 y febrero de 2021, estos sectores se han dejado por el camino casi 345.000 empleados
La hostelería y el ocio se están llevando, de largo, la peor parte de la sangría de empleo provocada por la irrupción del coronavirus en España, hace justo un año. Nueve de cada diez puestos de trabajo destruidos desde febrero del año pasado fueron en ambos sectores, que desde entonces se han dejado por el camino casi 345.000 empleados. Esa cifra agregada, que no tiene en cuenta aquellos que se encuentran afectados por un ERTE, supone más del 86% de la caída total en afiliación a la Seguridad Social, que asciende a cerca de 400.000 cotizantes. La reapertura del turismo en verano será clave para tratar de corregir esta peligrosa tendencia en la segunda mitad del año, donde la mayoría de analistas tienen depositadas sus esperanzas para una recuperación vigorosa de la economía española.
En el caso de la hostelería —el sector que mejor encarna la sacudida que ha supuesto la pandemia, con un rosario de cierres, restricciones de aforo y horario, y hundimiento del turismo a lo largo y ancho del país—, la reducción en el número de cotizantes es de cerca del 19%. En otras palabras: una de cada cinco personas que estaban empleadas en este sector en febrero del año pasado, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya hablaba de emergencia sanitaria internacional, pero el patógeno seguía siendo simplemente “el virus de Wuhan”, han pasado a engrosar las listas del paro o bien han encontrado mejor suerte en otras ramas de actividad.
Algo similar —aunque con cifras ligeramente menos abruptas— ha ocurrido en las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, que han perdido casi 49.000 cotizantes, más del 14% de los que tenían en febrero del año pasado. Aunque los números rojos son prácticamente generalizados, la hostelería y el ocio son los dos únicos en los que el retroceso porcentual en el volumen de cotizantes es de doble dígito.
El desplome en el número de cotizantes narra, sin embargo, solo una parte de la foto: hay que sumar, además, el alto número de empleados que se encuentran con el contrato suspendido por un ERTE, una fórmula bajo la cual el Estado se hace cargo de entre el 70% y el 50% de su salario. Tomando como referencia la media de febrero, casi la mitad de quienes estaban afectados por este tipo de expedientes de regulación temporal de empleo —447.000 sobre casi 909.000 trabajadores— se desempeñaban en restauración u hoteles. Otra rama directamente adscrita al ocio —actividades de creación, artísticas y espectáculos, en la nomenclatura que utiliza la Seguridad Social— añaden otros 4.100 empleados en esa situación.
Sanidad, función pública y sector primario, los que mejor resisten
Frente al dramatismo que emana de los datos de empleo en los sectores recreativos y de hostelería —para los que esta recesión es lo más parecido a una crisis ad hoc: sería difícil pensar en un entorno peor para ellos—, un pequeño ramillete de seis nichos de actividad no solo logra capear el temporal, sino que gana afiliados en los últimos 12 meses. Son, en su mayoría, actividades esenciales cuya importancia la pandemia ha puesto de relieve: sanidad y servicios sociales, función pública, sector primario, información y comunicaciones, educación y suministro y saneamiento de agua.
Tanto en términos absolutos como relativos, la mayor ganancia se registra en las actividades sanitarias y los servicios sociales, en cuyos hombros ha recaído el grueso del combate de primera línea frente a la crisis sanitaria y que tienen hoy más de 87.000 cotizantes más que en febrero de 2020, un alza superior al 5%. A renglón seguido, el incremento de afiliación a la Seguridad Social en la Administración Pública fue de casi 42.000 personas, elevando en un 3,8% el número de cotizantes de partida, en febrero del año pasado.
En agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca el aumento fue de casi 25.500 afiliados, un 2,4% más; en información y comunicaciones, de 10.500 cotizantes, un 1,8% más; y en educación, de 10.400, un 0,9% más. Mucho más modesto fue el impulso en las actividades relacionadas con el agua, donde el incremento de cotizantes fue de poco más de 700 personas, apenas un 0,5% más.
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