Okonjo-Iweala, la economista acostumbrada a hacer historia, toma el mando del comercio mundial
La nigeriana es la primera mujer y primera africana que lidera la OMC en un momento crucial para la organización, marcada por la crisis, la pandemia y la guerra arancelaria entre EE UU y China
Quienes han compartido reuniones con Ngozi Okonjo-Iweala (Ogwashi-Uku, Nigeria, 66 años), aseguran que se hace notar y escuchar. Ir vestida con atuendos tradicionales africanos contribuye a que no pase desapercibida. “Es espectacular verla entrar en una sala. Es todo fuerza y no solo intelectualmente, su apariencia llena la sala en un mundo con mayoría de hombres vestidos de gris”, apuntan fuentes del Banco Mundial. Pero eso no es lo más importante. Su profundo conocimiento técnico la sitúa al más alto nivel de la discusión y le ayuda a imponerse en muchas ocasiones en la conversación.
No en vano, esta economista licenciada en Harvard y con un doctorado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Economía del desarrollo forma parte desde hace años de las listas de mujeres más influyentes que elaboran publicaciones como Fortune, Time, Foreign Policy, Forbes o Newsweek. Okonjo-Iweala estaba de gira la semana pasada para promocionar la edición estadounidense de su último libro, Mujeres y Liderazgo: Vidas reales, lecciones reales, escrito con la ex primera ministra de Australia, Julia Guiliard.
A partir del 1 de marzo, Okonjo-Iweala será la primera mujer y la primera persona africana en ponerse al frente de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en un momento crucial para el futuro del organismo. No es la primera vez que hace historia, una característica que se ha convertido en una constante en su vida: fue la primera mujer en ocupar el Ministerio de Finanzas en Nigeria, (en dos ocasiones 2003-2006 y 2011-2015) y también la primera en ser, brevemente, ministra de Exteriores (2006). Desarrolló una carrera de más de 25 años en el Banco Mundial, donde llegó a convertirse en número dos del organismo como directora de Operaciones y en 2012 llegó a competir, también como la primera mujer y negra, en la primera carrera abierta por la presidencia de la entidad.
“Es una amiga, a quien respeto mucho y que cuenta con gran experiencia nacional e internacional a sus espaldas, no es un peso pluma”, apunta la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González-Laya. El perfil de la nigeriana al frente de la OMC entronca con la tradición que representaron en su día Pascal Lamy y Peter Sutherland en la organización, perfiles políticos con capacidad de interlocución al más alto nivel y decidida voluntad reformista. “Es muy buena buscando apoyos y gestando consensos”, subrayan desde el Banco Mundial. Una característica vital en este caso para garantizar la supervivencia de la organización después de que la Administración de Donald Trump enterrara el tribunal de resolución de disputas del organismo, al bloquear el relevo de sus jueces, y asestara un golpe mortal al multilateralismo. Fue la anterior Administración estadounidense la que hace tres meses vetó su nombramiento, una decisión revertida en apenas unas semanas por el equipo de Joe Biden.
“No es un momento fácil para asumir las riendas de la OMC, no hay gran ilusión por la multilateralidad, especialmente a nivel comercial, en un entorno económico cambiante y en medio de una pandemia sin precedentes en un siglo”, apunta González -Laya, que incluyó a Okonjo-Iweala en su propia publicación sobre mujeres y gobernanza global. Y por encima de todo ello el enfrentamiento entre Estados Unidos y China, que ha cambiado para siempre las reglas del juego y cuya evolución va a condicionar el futuro del comercio a nivel global. Y el éxito o el fracaso de su mandato.
Okonjo-Iweala conoce bien esa batalla porque ha lidiado con ella. Durante sus años como ministra de Finanzas no dudaba en cargar con rollos de telas a encuentros con autoridades internacionales para mostrar las diferencias entre las telas tradicionales nigerianas y las copias que de esas mismas telas se hacían en China, a mitad de precio. “Suele utilizar este tipo de efectos para sorprender a su interlocutor, respaldado luego por su sólida formación”, aseguran fuentes financieras internacionales. Hoy la batalla comercial se juega en otro campo.
No es alguien que se amedrente fácilmente por los retos. Durante sus años como ministra de Nigeria emprendió una dura batalla contra la corrupción y las reformas económicas, lo que le valió no solo serias amenazas de muerte sino incluso el secuestro de su madre de 82 años.
Parte del ‘establishment’ y progresista
Su currículum dibuja a alguien que forma parte intrínseca e indudable del establishment global, como miembro, entre muchos otros, del consejo de la Iniciativa Global Clinton; la Fundación Rockefeller; el consejo del Foro Económico Mundial contra la Corrupción; Inspectores Fiscales sin fronteras de la OCDE o como asesora del banco Lazard y consejera del Standard Chartered y Twitter, en los últimos años.
Pero siempre con la vista puesta en una agenda que podría ser tildada de progresista. “En el Banco Mundial fue una gran defensora de la diversidad y dio un gran apoyo a una asociación LGTBI dentro del Banco, lo que le valió un gran respeto entre la plantilla”, cuenta un miembro del organismo. También como número dos del Banco puso su empeño en evitar el contagio de la crisis financiera a los países en desarrollo. Una agenda que estará sin duda entre las prioridades de su mandato.
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