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La vacuna, el empleo y la gestión de ayudas europeas: los retos “colosales” para la economía española en 2021

Un estudio de Esade señala que el camino para la recuperación será más complejo que el de otros vecinos europeos

Trabajadores de un supermercado, durante la pandemia.
Trabajadores de un supermercado, durante la pandemia.CAEA (Europa Press)

El camino de España hacia la recuperación será más complejo que el de otras economías. Así lo pone de manifiesto el último Informe económico y financiero de la escuela de negocios Esade, publicado este miércoles, que identifica la extensión de los ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo), la gestión de las ayudas europeas y la que se haga de potenciales quiebras empresariales como principales retos de 2021. España, con una fuerte dependencia del sector servicios y un gran número de pequeñas empresas con problemas, no lo tendrá sencillo y a ello se añaden las dificultades que todavía persisten para el control de la pandemia: la vacunación es el primer paso y todavía faltan despejarse incógnitas como cuándo se lograra la suficiente inmunización social.

El estudio también advierte del desigual golpe de la crisis. Aunque en general se puede señalar que el impacto sobre la economía española ha sido duro, no todos los sectores lo han sufrido con la misma intensidad. Esto, a juicio de los autores del informe, realizado con la colaboración de Banco Sabadell y dirigido por Toni Roldán, director de EsadeEcPol, ha contribuido a agrandar la diferencia entre países del Norte y del Sur de Europa. Pero, advierten, no es esa la única brecha que la pandemia ha ensanchado: también lo ha hecho con las laborales, de género o educativas, además de aquella que separa a grandes empresas de las pymes.

El informe apunta a un mal comienzo de año por la tercera ola y por eso predice que entre 600.000 y 800.000 personas permanecerán en ERTE durante este primer semestre de 2021. Esa cifra implica un gasto que no estaba previsto en los Presupuestos, señalan los autores, quienes también destacan el importante papel de esta figura para evitar despidos definitivos y, por tanto, un aumento del desempleo. No obstante, también creen que la medida no puede prolongarse indefinidamente: “Antes o después, los responsables de política económica deberán permitir una reasignación de una parte de los trabajadores todavía en ERTE hacia otros sectores con mayor actividad y creación de empleo”, sostiene el estudio.

El segundo reto, que el informe califica de “colosal”, es vehicular la llegada de fondos de recuperación europeos. A través del programa Next Generation EU, España espera recibir hasta 140.000 millones de euros (entre préstamos e inyecciones a fondo perdido) y para ello deberá presentar proyectos específicos que cumplan con los requisitos exigidos por Bruselas y puedan, por tanto, capturar esas ayudas. Los autores del informe destacan la importancia de que ese dinero llegue hasta pequeñas y medianas empresas, y también que ayude a promover un crecimiento más inclusivo, más respetuoso medioambientalmente y a dar un empujón a la digitalización, las grandes guías que ha puesto Europa para promover esas ayudas.

Ganar competitividad

Aunque las ayudas son un pilar básico de la recuperación, España se juega mucho más que su crecimiento de este año y los venideros. Los autores del estudio señalan que de esta transición hacia una economía más verde y digitalizada dependerá la productividad futura de la economía española y, por tanto, su capacidad de competir globalmente, de atraer inversión y de generar más empleo, más cualificado y mejor remunerado. Junto con las medidas de estímulo llegadas de Europa, el informe insiste en la importancia de planificar medidas fiscales que reduzcan la deuda pública, lo que daría más margen para instaurar en el futuro otras políticas económicas. En suma, que no toda la recuperación se fíe al aumento de deuda pública y a las ingentes inyecciones económicas que se esperan desde Europa en el medio plazo.

En el análisis de los últimos datos macroeconómicos, el estudio destaca que la contracción del conjunto de los países del euro en 2020 fue del 8,3% del PIB, mayor que la de otras economías por las medidas de confinamiento más duras que se adoptaron. Pero la caída afectó particularmente a España, junto con Portugal, Francia e Italia. El batacazo podría haber sido mayor “de no haberse activado la cláusula de escape del límite de déficit público del Plan de Estabilidad Europeo y gracias a la decidida actuación del Banco Central Europeo (BCE), que ha evitado incrementos en las primas de riesgo de los países miembros”, recuerdan los autores.

Dichas medidas de urgencia se irán diluyendo, vaticina el informe, para dar paso a los estímulos del plan Next Generation EU. La reducción de algunos impuestos indirectos y el aumento de la inversión pública completan la receta para la recuperación, que hará que la eurozona crezca previsiblemente un 5,2% este año. No obstante, excluyendo algunas pequeñas economías, no se espera que los países de la moneda común recuperen los niveles de producción previos a la pandemia hasta mediados de 2022. De vuelta a las previsiones de este año, los expertos de Esade recogen un incremento del PIB en España del 5,9%, en Italia del 5,2% y en Francia, del 6%. Menor será el rebote (como menor ha sido la caída) de Alemania, con un crecimiento estimado del 4,2%, o de los Países Bajos (4%).

Fuera de la Unión, en Estados Unidos, donde la economía se contrajo un 4,3% en 2020, crecerá un 3,1% este 2021. Para Reino Unido, cuya caída fue del 9,8%, se prevé una recuperación del 5,3%. Más lentamente irá Japón, que retrocedió un 5,3% y este año avanzará un 2,3%. La previsión para el conjunto de economías emergentes es que este año crezcan un 6%, aunque en un contexto más difícil e incierto, ya que muchas de ellas tienen mayores problemas que las economías más desarrolladas para el control de la pandemia. Además, las cuentas públicas de estos países se ven presionadas por la retracción del turismo y su dependencia de financiación externa, con un déficit que supera el 10% del PIB. Las fuertes caídas de PIB del año pasado no se verán compensadas este año en la mayoría de países latinoamericanos.

Solo China, la única gran economía que experimentó una tasa de crecimiento positiva en 2020, va a volver a crecer a un ritmo superior al de antes de la pandemia. Este año se espera que lo haga un 8,2% gracias al relativo control del virus, pese a que se originó en su territorio, lo que le permitió recuperar cierta normalidad en la actividad ya en abril del año pasado y culminar otro ejercicio muy exitoso en cuanto a exportaciones.

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