Tecnológicas y farmacéuticas capitalizan en Bolsa su gran año ante el retroceso de bancos y petroleras
Una de cada tres empresas entre las 50 mayores cotizadas del mundo pertenece al sector tecnológico, el más destacado en un 2020 marcado de principio a fin por la pandemia
El año de la pandemia ha sido, también, el gran año de las compañías tecnológicas. El auge del teletrabajo y el cambio forzoso de la socialización física a la digital ha disparado la demanda de los servicios que proveen estas compañías: más tiempo pegados a la pantalla del ordenador y del móvil, más videoconferencias, más videojuegos, más series y películas en la televisión de casa. Más negocio, en definitiva, para unas empresas que ya copaban los primeros puestos en la tabla de empresas mundiales por valor en Bolsa. La tendencia se ha acelerado en 2020 de drama global pero de ensueño para sus intereses: 18 —19, si se incluye también a Netflix— de las 50 mayores cotizadas del planeta son hoy tecnológicas, cuatro más que hace 12 meses.
El dominio del sector es aún mayor en el primer decil, la flor y nata de la elite empresarial: siete de las 10 compañías más valiosas del mundo pertenecen a este segmento. Con esos datos en la mano, no es de extrañar que el coro de voces que pide una regulación más estricta para esta industria —que podría llevar una segregación de su negocio para diluir los oligopolios actuales— no haya dejado de crecer en los últimos tiempos. En el lado contrario, financieras y petroleras emergen como los grandes damnificados por la crisis económica derivada de la pandemia.
Entre estas últimas un nombre aparece subrayado en rojo: el del coloso saudí del crudo Aramco, al que el título de mayor cotizada del planeta apenas le duró unos pocos meses. Tras su estreno récord en el parqué, en diciembre de 2019, el gigante energético del Golfo, una firma más asentada en el siglo XX que en el XXI, se ha visto superada en tiempo récord por el ciclón Apple, cuyas acciones casi duplican su valor en 12 meses y que en plena crisis sanitaria, con los contagios en niveles récord, se convirtió este año en la primera empresa estadounidense en superar los dos billones de dólares de capitalización bursátil.
Con el crudo de capa caída y las tecnológicas en la cresta de la ola, la distancia entre Apple y Aramco ya parece insalvable: tras casi duplicar su valor en 2020, que se dice pronto, la firma de la manzana ya vale 1,87 billones de euros, por los 1,54 billones de la saudí. Esa suma alcanzaría para comprar los cinco mayores bancos, emisores de tarjetas y firmas de pago del mundo y aún sobraría dinero para comprar la mayor empresa de consumo del planeta, Johnson&Johnson. O para hacerse cuatro veces con las diez mayores cotizadas del Ibex 35 español: Inditex, Iberdrola, Santander, Amadeus, BBVA, Cellnex, Endesa, Siemens Gamesa, Aena y ArcelorMittal.
Pero el auge de las tecnológicas no termina ni mucho menos en Apple. Sobresalen, también, los nombres de Microsoft —tercera empresa mundial por capitalización, impulsada por los servicios en la nube—, Amazon —cuarta, con dos líneas de negocio particularmente rentables en 2020: el comercio electrónico y la nube—, Alphabet —la matriz de Google, quinta, que retrocede un puesto en favor de la empresa fundada y dirigida por Jeff Bezos—, Facebook o las chinas Tencent y Alibaba, todas ellas con alzas de dos dígitos en el año en el que la covid-19 ha arrastrado a los países ricos a la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Ensanchada por la liquidez a espuertas, nunca antes la brecha entre la Bolsa y la vida fue mayor.
El sesgo es claro, incluso en las no puramente tecnológicas. Una de las grandes triunfadoras del año, Netflix (+67% en 12 meses), pese a estar formalmente englobada en el sector del entretenimiento es una compañía mucho más volcada en las nuevas tecnologías (sus operaciones son, íntegramente, a través de Internet) que sus competidoras tradicionales como Walt Disney. Y Tesla (+755%), formalmente automotriz, tiene un componente tecnológico infinitamente mayor que sus competidores tradicionales, como Toyota o Volkswagen: a diferencia de estas, todos sus modelos son eléctricos. La firma comandada por Elon Musk es la gran estrella del año bursátil: quien invirtió 1.000 dólares en acciones de Tesla el 1 de enero del año pasado habría obtenido una ganancia de más de 7.000 billetes verdes.
Más firmas de consumo, menos petroleras y bancos
2020 también ha sido el año del sector farmacéutico. Al calor de la vacuna y la renovada importancia de la salud en el imaginario colectivo, la industria añade un nuevo representante en las 50 mayores empresas del mundo: Abbott, que se suma a Roche, Novartis, Merck y Pfizer. Esta última es una de las empresas que ha logrado poner su rúbrica en una de las tres inmunizaciones aprobadas hasta ahora por las autoridades sanitarias occidentales contra el virus. La aseguradora sanitaria estadounidense UnitedHealth, por su parte, no solo se mantiene en la lista sino que escala un par de puestos y queda a un paso de entrar en la veintena firmas más valiosas del mundo.
En un ejercicio particularmente duro —y de reconversión—, la industria de consumo logra la machada de colocar un nombre más entre la cincuentena de grandes valores bursátiles: a los 10 nombres habituales en esta clasificación —Johnson&Johnson, Walmart, Kweichow Moutai (la mayor destilería del mundo, de origen chino) Procter&Gamble, Nestlé, LVMH, Home Depot, Coca Cola y L’Oréal—se suma esta vez Nike.
Mucho peor le han ido las cosas a dos industrias particularmente sacudidas por la covid-19. La petrolera pasa de tener cuatro empresas entre las más valiosas del mundo a solo una: Aramco se queda sola; desaparecen ExxonMobil, Shell y Chevron en el año en el que el barril de Texas rizó el rizo y llegó a cotizar en negativo—. Y la financiera pasa de 10 a siete representantes y medio: se caen los estadounidenses Wells Fargo y Citigroup, y el Banco Agrícola de China; irrumpe la firma de pagos en línea Paypal, que tiene tanto de financiera como de tecnológica. El nuevo mundo se abre paso; el viejo retrocede.
Dos de cada tres, estadounidenses
Por nacionalidades, los cambios en el Olimpo empresarial mundial son mínimos. Pese a la mayor pujanza china -que, a pesar de ser origen y primer golpeado por el virus ha logrado esquivar la recesión, algo al alcance de muy pocas economías este año-, de entre las 50 mayores empresas casi dos de cada tres siguen siendo estadounidenses; por ocho chinas; tres suizas; dos francesas; una saudí; una japonesa; una taiwanesa y una surcoreana. El equilibrio de fuerzas permanece. Únicamente hay un cambio en el mapa global: sale la representante anglo-holandesa (la petrolera Shell) para dar entrada a otra neerlandesa ASML, dedicada a la boyante industria de los semiconductores.
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