Aramco se estrena en Bolsa con una subida del 10%
El inicio de cotización de 16 millones de acciones de la petrolera, el 1,5% de su capital, sitúa al parqué saudí como uno de los 10 mayores del mundo
La mayor salida a Bolsa del mundo empieza con buen pie. Arabia Saudí llevaba semanas tratando de que los primeros pasos bursátiles de la petrolera estatal y auténtica joya de la corona, Aramco, discurriesen por cauces tan tranquilos como fuese posible. De momento, lo ha conseguido: las acciones de la empresa que más ingresa y más gana del planeta suben este miércoles un 10% —la máxima oscilación diaria permitida en el país árabe— en un debut en el parqué que habría firmado cualquiera en el entorno de poder de Riad. Con este repunte, la valoración total de la empresa se eleva hasta los 1,9 billones de dólares (1,7 billones de euros), casi tanto como la suma de Apple y Alphabet (Google). Ocho décadas después del primer descubrimiento de un yacimiento petrolero en el Reino del Desierto y en plena transformación de la matriz energética mundial —de los combustibles fósiles a las renovables—, el coloso petrolero supera un hito marcado en rojo en su agenda.
Hace casi cuatro años, el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, desveló por primera vez su plan de sacar al mercado una pequeña parte del gigante público, el 1,5% del capital de Aramco. Esa minúscula parte de la petrolera ha empezado a cambiarse este miércoles e impulsando su valor desde los 26.000 millones de dólares hasta rozar los 28.000 millones. "Es un gran día para Arabia Saudí y una jornada de reivindicación para Aramco", ha subrayado el titular de Energía y uno de los hombres fuertes del régimen, Abdulaziz bin Salmán, en declaraciones a Reuters. En siete décadas, Aramco ha multiplicado por 20 sus bombeos, con una capacidad de producción que hoy ya supera los 11 millones de barriles diarios y que Aramco maneja en régimen de monopolio.
Para tratar de asegurarse un buen inicio de andadura en el parqué, la petromonarquía había llamado a sus ciudadanos —entre ellos, algunas de las familias señaladas por supuesta corrupción en la macrorredada de hace dos años, en una apelación que rozaba el deber patriótico— a hacerse con acciones de la petrolera estatal con potentes incentivos de financiación y el regalo de una acción por cada 10 compradas siempre y cuando permaneciesen en el capital al menos 180 días. Para apuntalar la posición de la petrolera, Arabia Saudí pactó la semana pasada con el resto de países de la OPEP y otros socios externos, como Rusia, un nuevo recorte en su producción petrolera para sostener la cotización del crudo Brent —el de referencia en Europa—.
La salida a Bolsa del coloso saudí responde a un intento de las autoridades del país del Golfo por reequilibrar unas cuentas públicas en rojo desde hace un lustro y por diversificar una economía que sigue descansando, casi en exclusiva, sobre el pilar petrolero. También de tratar de atraer inversión extranjera, un aspecto en el que se han quedado atrás respecto a otros países de la región. Con esos objetivos en mente, las autoridades saudíes llevan tres años dibujando Visión 2030, un programa de inversión centrado en la creación de empleo para las cohortes más jóvenes —las dos terceras partes de la población, a las que bin Salmán dirige buena parte de sus iniciativas políticas— que tres años después de su anuncio no ha terminado de echar a andar. O no lo ha hecho, al menos, según las expectativas generadas cuando se puso encima de la mesa como punta de lanza para revivir una economía y unas finanzas públicas que no atraviesan su mejor momento.
La demanda total de acciones de Aramco rondó los 119.000 millones de dólares, con una sobresuscripción de 4,65 veces la cantidad ofertada. Su efecto arrastre es potente: con el estreno de 16 millones de títulos de la petrolera, el índice de la Bolsa local, el Tadawul, da un salto de gigante y se convierte en uno de los 10 mayores del mundo por capitalización y aumenta su peso dentro del grupo de selectivos emergentes. En parte, por una carambola: los planes iniciales de la corona saudí pasaban por sacar a Aramco no solo al mercado de Riad, sino también a algunas de las principales plazas financieras del mundo, entre ellas Londres o Nueva York.
El retraso en el inicio de salida al mercado y la falta de apetito de los inversores internacionales —que han mostrado sus dudas tanto por cuestiones de gobernanza interna de la compañía (el Estado mantiene el 98,5% del capital y un control total sobre la toma de decisiones) como de zozobra geopolítica (las tensiones en Oriente Próximo siempre pasan factura a Arabia Saudí, con el ataque con drones en septiembre a una refinería como mejor muestra)— forzaron a rebajar la primera hoja de ruta, obligando a Riad a conformarse con un único debut en un índice mucho más modesto. El reto ahora es que el buen estreno, aunque local, no sea flor de un día: en medio año, cuando el paquete de estímulos se agote, llegará el momento de la verdad.
Los bajos precios de crudo y gas obligan a Chevron a depreciar sus activos
Los bajos precios del petróleo y el gas hacen mella en la cuenta de las petroleras. La estadounidense Chevron, una de las grandes del sector y una de las más expuestas al fracking, anunció el martes una depreciación de activos de entre 10.000 y 11.000 millones de dólares por el abandono de varios proyectos en un entorno de precios adversos para las energéticas. La decisión involucra a diversas áreas, entre ellas proyectos gasíferos en la región de los Apalaches en Estados Unidos, un proyecto de gas natural en Canadá y otro en el golfo de México. La compañía sugirió también una mayor apuesta por "estrategias alternativas" para sus activos, incluidas las desinversiones en algunos de ellos.
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