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La Tira de Contar: cuando el agricultor marca los precios

1.300 labradores de la huerta valenciana venden sus productos sin intermediarios en un singular mercado de raíces medievales

Ferran Bono
Una agricultor en la Tira de Contar de Mercavalencia, la madrugada del pasado jueves.
Una agricultor en la Tira de Contar de Mercavalencia, la madrugada del pasado jueves.Mònica Torres

La Tira de Contar cobra una renovada actualidad ahora que miles de agricultores denuncian los precios ínfimos de sus productos, si bien su origen se remonta al siglo XII. Tal vez por esa larga tradición se notaba un cierto orgullo cuando los agricultores, que venden sin intermediarios sus propias hortalizas y frutas, pronunciaban en la madrugada del pasado jueves el nombre de la Tira de Contar en los 6.000 metros cuadrados de que dispone en Mercavalencia.

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Las cajas apiladas conforman los pasillos y las paradas en este espacio diáfano, de paredes blancas, que huele sobre todo a cebolla tierna y puerro.“Aquí vendemos las verduras recién cogidas de nuestra huerta. Mira qué alcachofa”, dice Pepe, de Torrent, mientras exhibe un ejemplar rotundo, prieto, más redondo que alargado. Al partirlo aflora su corazón con forma de rosetón. Las ventas de nabos, acelgas o naranjas se despachan en pequeñas mesas altas, en las que apenas caben las libretas y los vasos de café con leche a medio tomar. En cada sesión se pueden reunir hasta 300 agricultores de los 1.300 inscritos en su nave propia, ubicada junto a la de los mayoristas. Por su ambiente, recuerda a un mercado popular pero no puede entrar todo el mundo.

“La Tira es una institución foral de muchos siglos en la que los agricultores valencianos vendemos al pequeño comercio y a los mercados municipales los productos que cultivamos, sin intermediarios ni mayoristas. El precio lo marcamos nosotros en función de la oferta y la demanda, no lo marca ni la gran superficie ni el mayorista, sino el mercado”, explica Javier Roig, presidente de la Tira.

El producto es fresco, de calidad, de proximidad, de kilómetro cero, parámetros sostenibles recomendados por la FAO (la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura). "El precio es más justo, sí, y ofrecemos más calidad y garantía del origen del producto, pero es muy difícil competir con los precios de las grandes superficies", añade este agricultor de la población de Alginet. Los precios, en efecto, son más caros de lo habitual, aunque varían mucho en función del producto y la calidad. Un agricultor vendía una caja de siete kilos de alcachofas por siete euros, y otra a 19.

Perspectiva de la Tira de Contar en Mercavalencia, en la madrugada del pasado jueves.
Perspectiva de la Tira de Contar en Mercavalencia, en la madrugada del pasado jueves.Mònica Torres

Teóricamente, sólo los labradores de la llamada vega de Valencia pueden vender en la Tira, que hunde sus raíces en el reino de taifa de Balansiya (Valencia en árabe). Entonces, los agricultores formaban una fila y un magistrado (el muhtasib) regía el comercio y se encargaba de controlar los pesos y medidas. La venta se hacía contando las piezas. Con la reconquista, el rey Jaume I consolidó en 1238 la práctica, que pronto los agricultores pasaron a llamar la Tira de Contar en vez de la fila, y cambió el nombre de la autoridad comercial a almotacén o mostaçaf, figura se replicaría en Mallorca y Barcelona. Casi tres siglos más tarde, el gran humanista Juan Luis Vives escribió: ¡Qué mercado tan grande, qué buen orden y distribución de mercancía! No hay huertos iguales a los que abastecen esta ciudad".

La Tira de Contar sería imposible sin la popular huerta que sigue rodeando a la ciudad de Valencia y aguantando a duras penas la presión urbanística y del hombre. Por eso es complicado la trasposición de un modelo que se ha mantenido a través del tiempo con muchos altibajos. Y la competencia de los precios bajos hace mella a todos, así como el abandono del campo por parte de las generaciones más jóvenes. "Además, tenemos que competir con productos que vienen de Sudáfrica o de Marruecos a los que no se les exige ni las garantías fitosanitarias, ni el carnet de manipulador, ni las condiciones laborales de aquí...", apunta Carmen, de Valencia, en coincidencia con una las pretestas reiteradas estos días en las movilizaciones de los profesionales del campo. "Y en Europa, los agricultores siempre salimos perdiendo en las negociaciones frente a los acuerdos pesqueros con Marruecos", añade.

Entre las cajas de verduras, se ven también algunos turbantes. Son compradores originarios de Pakistán o la India que regentan pequeñas fruterías. Los agricultores José, Pepe y Carmen coinciden en destacar la apertura de estas tiendas que abren sábados y domingos porque han notado un aumento de las ventas los viernes. Por el contrario, cuando los centros comerciales abren los festivos, la demanda disminuye.

Tamben se ha detectado un mayor interés por esta agricultura entre la gente joven, "que suele estar más concienciada", si bien si se explica la situación y cómo nuestro producto llega recién cogido del campo a la gente mayor, también responde, señala Jordi. Este joven agricultor forma parte de la Tira de Contar, pero vende los sábados sus productos ecológicos directamente al consumidor en los aledaños a un céntrico mercado de Valencia. También en El Cabanyal se permite esa venta, fuera de Mercavalencia. El concejal de Mercados, Carlos Galiana, quiere extender esta práctica a más distritos de la ciudad. "La Tira de Contar me ha ayudado a estabilizarme como agricultor", asegura Jordi.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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