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El olivar andaluz celebra el fin de Trump

Los agricultores confían en la presión de la UE para que el futuro presidente de EE UU elimine o suavice los aranceles que soportan desde hace un año

Recogida de aceitunas en una finca de olivar en la localidad sevillana de Bollullos de la Mitación.
Recogida de aceitunas en una finca de olivar en la localidad sevillana de Bollullos de la Mitación.PACO PUENTES
Ginés Donaire

El sector del aceite de oliva y de la aceituna de mesa, uno de los más golpeados por los aranceles que el presidente Donald Trump impuso como respuesta a las ayudas a la industria aeronáutica europea, ha recibido como un alivio el relevo en la Casa Blanca. Está por ver aún si los aranceles de casi 7.000 millones de euros con los que se gravó a un buen número de productos agroalimentarios y de la industria van a desaparecer con la nueva Administración norteamericana, pero los agricultores ya han mostrado su confianza en que la llegada de Joe Biden acabe (o suavice al menos) con la política proteccionista que tanto daño hace a productos en los que España presume de un liderazgo mundial.

“Son dos buenas noticias. Por un lado esperamos que Biden no sea tan proteccionista. Y por otro saludamos los aranceles que la UE va a aplicar a productos de EE UU, que pueden servir para presionar al nuevo Gobierno norteamericano para negociar la retirada de los aranceles que sufrimos desde hace más de un año”, señala Rafael Pico, director general de Asoliva, la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva.

Pico valora así las contramedidas arancelarias que, por importe de unos 4.000 millones de euros, ha acordado la Comisión Europea tras la resolución favorable de la Organización Mundial de Comercio. Son aranceles que van a gravar desde esta semana los bienes agrícolas estadounidenses con un 18%, y con un 9% los productos agrícolas transformados, aunque se contemplan también gravámenes adicionales del 25% en el caso de productos industriales, agrícolas y agrícolas transformados. “Estos aranceles son efectivos como presión a EE UU, pero no por una represalia sin más; los productos agroalimentarios no pueden ser utilizados como víctimas de una guerra comercial”, asegura José Manuel Escrif, de la Asociación Española de Exportadores e Industrias de Aceituna de Mesa (Asemesa).

Hasta su imposición, en octubre de 2019, EE UU era el segundo importador de aceite de oliva de España, por detrás solo de Italia, con compras anuales en torno a 115.000 toneladas (60.000 de ellas envasadas). Asoliva apunta que desde entonces se ha dejado de exportar al país norteamericano el 75% del aceite de oliva envasado español. Además, los aranceles solo gravaron al aceite de oliva de España, pero no al de sus competidores europeos, como Italia, Grecia o Portugal. Para paliar esta situación, los industriales españoles han optado por exportar a Estados Unidos aceite de oliva procedente de otros países, como Portugal o Túnez, como remedio para no perder peso en un mercado que consideran estratégico.

La aceituna de mesa fue quien primero empezó a sufrir los aranceles de las políticas proteccionistas de la Administración Trump. A mediados de 2018 se gravó con un arancel del 34,75% la aceituna negra originaria de España y, en octubre de 2019, entraron en vigor nuevos aranceles del 25% a la aceituna verde y semiprocesada de origen español, en este caso como represalia por las ayudas al sector aeronáutico. “Cada semana que pasa estamos perdiendo un millón de euros en facturación”, señala José Manuel Escrif, secretario general adjunto de Asemesa.

El sector de la aceituna de mesa español es líder mundial en producción y comercialización, con un volumen de facturación superior a los 1.700 millones de euros. Durante las últimas décadas, Estados Unidos ha sido el principal mercado de sus ventas, con unas exportaciones anuales medias de 100.000 toneladas de aceituna de mesa. Pero desde que entraron en vigor los aranceles, Asemesa considera que se ha perdido el 30% de la facturación en la aceituna verde, unos 20 millones de euros en el último año, y más de 100 millones de pérdidas en la aceituna negra. “Pedimos la máxima presión del Gobierno y de la UE para la retirada de estos aranceles o, al menos, la suspensión temporal de los mismos, porque no podemos esperar a que tome posesión la nueva Administración estadounidense”, indica José Manuel Escrif.

Las organizaciones agrarias también han han recibido como un soplo de aire fresco el cambio en la presidencia de de Estados Unidos. “Los aranceles que hemos sufrido con Trump han sido totalmente injustos para el sector del aceite de oliva y de la aceituna de mesa. Nos hemos visto inmersos en una guerra comercial en la que nada teníamos que ver y, sin embargo, hemos roto los platos rotos de las ayudas aportadas al sector aeronáutico europeo”, manifiesta Cristóbal Cano, responsable nacional de la sectorial de Olivar y Aceite de UPA. Además de confiar en que los aranceles se revertirán, Cano cree que el relevo en la Casa Blanca puede permitir también que el Reino Unido suavice su política agrícola y tenga más presente hacer un Brexit negociado con Bruselas. “Este nuevo escenario político con Biden facilita que Boris Johnson mire de otra manera hacia Europa y se plantee una salida negociada que favorezca los intereses de nuestros pequeños y medianos agricultores españoles”, subrayó.

En la misma línea, Juan Luis Ávila, responsable del Olivar en COAG-Andalucía, considera que al sector agrícola se le abre un nuevo horizonte mucho más despejado: “En caso de que se retirasen esos aranceles, EE UU es un destino prioritario para el aceite de oliva español y puede suponer que haya un cambio de tendencia y una consolidación de los precios que permitan cubrir los costes de producción”. Ávila lamenta que los aranceles de EE UU hayan golpeado a un sector inmerso desde hace tiempo en una grave crisis de precios.

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