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La pandemia atasca la máquina expendedora

Las empresas de ‘vending’ pierden cerca de un tercio del negocio por la covid-19 y su recuperación choca contra el teletrabajo y la caída de los viajes

Una máquina expendedora, en la estación de Avenida de América de Madrid.
Una máquina expendedora, en la estación de Avenida de América de Madrid.VICTOR SAINZ
Javier Salvatierra

La Redacción de EL PAÍS lleva prácticamente vacía desde marzo. El panorama es similar en cientos de oficinas y empresas españolas, con buena parte de su personal en casa. Los aeropuertos o estaciones de tren han visto reducido su tráfico a la mínima expresión desde hace meses, debido a las medidas para atajar los contagios. El teletrabajo y las medidas de ajuste del empleo, desde los ERTE a la ausencia de contrataciones, han reducido la presencia de personas en todos esos entornos. Y en casi todos ellos hay máquinas expendedoras de café, bebidas frías, sándwiches o snacks que languidecen a la espera de clientes. Las empresas de vending que gestionan esas máquinas han perdido en torno a un tercio de su facturación en lo que va de año y, con los rebrotes y nuevas restricciones, temen perder aún más. En un sector muy fragmentado, ya con expedientes temporales o definitivos de empleo y con perspectivas a la baja por el trabajo en remoto y la menor movilidad, se teme que algunas no salgan de la crisis.

“Estamos heridos, pero vivos”, se lo toma con optimismo José Gainzarain, director general de Delikia, la segunda empresa del sector en España por ingresos, por detrás de Selecta. Según sus cuentas, actualmente están funcionando al 70% de lo normal y en esos porcentajes esperan cerrar el año. Y aún resopla aliviado: “En abril, llegamos a estar al 2% y entre abril y mayo la caída de ventas fue del 80%”.

Su caso no es una excepción. Según Yolanda Carabante, gerente de Aneda, la patronal del sector, la venta automática se ha reducido “en torno al 40% y la situación se agrava si volvemos a fases de restricciones de movilidad”. En 2019, las 380.000 máquinas expendedoras de bebidas frías, calientes y alimentos sólidos instaladas en España facturaron 1.430 millones de euros, según datos de Aneda, que no incluyen las máquinas de tabaco. Con ellas, la tarta se eleva a 2.365 millones, según datos del Observatorio Sectorial DBK de Informa. Carabante cifra en 20.000 los trabajadores de las 220 empresas asociadas a Aneda, que incluye operadores de vending y proveedores (fabricantes de máquinas, producto y medios de pago).

El desplome de ingresos ha sido generalizado, pero su reparto es desigual. El gremio distingue entre el segmento público (máquinas instaladas en aeropuertos, universidades, paradas de metro u hospitales, entre otros), que representa un 70% de la facturación, según DBK, y el cautivo (las ubicadas en oficinas u otras empresas). “Durante el confinamiento, en el vending público la actividad fue mínima, incluso en los hospitales, donde solo estaban los pacientes sin acompañantes”, explica Carabante.

Gainzarain, de Delikia, confirma que el impacto de la pandemia ha puesto su negocio patas arriba. La parte pública, que suponía un 58% de las ventas, ahora no llega al 30%. Las máquinas en aeropuertos o estaciones, que aportaban un tercio del negocio, ahora apenas llegan al 6%, mientras que las oficinas, ocupadas a medias por el teletrabajo, han perdido cinco puntos de cuota, hasta el 12%, después de caer sus ingresos a la mitad. Con caídas en el resto de ubicaciones, incluso en hospitales ―donde la empresa repartió cafés gratis a los sanitarios durante dos meses―, las buenas noticias les llegan ahora de las naves logísticas: a lomos del disparado comercio electrónico las máquinas en almacenes están facturando un 12% más y alcanzan ya una cuota 24% del negocio de Delikia, más del doble de antes de la pandemia. “Los sitios en los que se necesita al trabajador, como las plataformas logísticas o los hospitales, el negocio no te baja tanto”, resume Gainzarain.

Los operadores no son los únicos afectados por el virus. La empresa madrileña Sandwich LM fabricó el año pasado 19 millones de unidades de sándwiches, ensaladas, wraps, etcétera, dos terceras partes para máquinas expendedoras. Tras perder un 80% del negocio en marzo, en septiembre esta vía de ingresos estaba un 40% por debajo del año anterior, según explica José Luis Santuy, director de operaciones. La empresa navarra Azkoyen, que fabrica, entre otras cosas, máquinas de café y expendedoras, ha perdido más de un cuarto de las ventas de la división de vending en el primer semestre.

Con estas cifras, es obvio que surgen problemas con el empleo. Selecta, líder del sector con más de 120 millones de facturación en el ejercicio 2018-19, negocia con los sindicatos un ERE para 350 de sus 1.200 empleados, tras perder entre un 15% y un 25% de su negocio, según fuentes sindicales. La empresa, que ha declinado dar su versión a EL PAÍS, se niega a negociar un nuevo ERTE hasta finales de enero, según dichas fuentes. Tampoco ha presentado un plan de prejubilaciones, denuncian. Si no hay avances, hay convocada una huelga en toda España para el 13 de octubre. En Delikia, sus 315 empleados están en un ERTE de reducción de jornada al 75%, mientras que Sandwich LM mantiene en suspensión temporal a 9 de sus 70 empleados. A nivel sectorial, Aneda resume que la mitad de empresas ha realizado despidos temporales o vacaciones obligatorias, mientras que el 43% ha reducido jornada.

¿Y el futuro? Para Gainzarain, es obvio que “la tarta será más pequeña, seguro”, por el teletrabajo y por la gente que perderá el empleo. Así, en un sector muy atomizado —los cinco primeros operadores apenas copan el 12% del mercado— la lucha estará “en captar nuevo negocio”. “Ahora mismo buscamos ubicaciones que no sean oficinas: logística, educación...”, señala. Pero avisa de que, tras el impacto de la pandemia, no todas las empresas sobrevivirán: “Habrá cadáveres”. A las Administraciones les pide menos impuestos y, sobre todo, “estabilidad”. “La incertidumbre en el escenario laboral nos está matando”, dice. Desde la patronal, Carabante reclama ayudas directas, bonificaciones fiscales y “reducción o eliminación de los cánones en contratos públicos” que los operadores pagan por ubicar sus máquinas.

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