Funcas pide mantener los estímulos económicos hasta 2022
Los expertos advierten del peligro de una segunda oleada del virus, que hundiría la economía un 14,3%
Solo el Estado sostiene una economía brutalmente impactada por la crisis del coronavirus. El consumo público será la única variable netamente expansiva en este 2020 nefasto, pero apenas sirve para amortiguar el golpe. Las previsiones de Funcas, el servicio de estudios de las antiguas cajas de ahorros, dibujan un panorama desolador: el PIB se desplomará un 10,8% este año, 1,3 puntos más que lo proyectado hace solo dos meses, y podría hundirse hasta un 14,3% si se produjese una segunda oleada de la pandemia. En cambio, la recuperación será más rápida de lo que se creía en mayo, siempre que la covid-19 no obligue a un nuevo confinamiento. El consenso de los analistas vaticina un crecimiento del 7,2% en 2021, 1,1 puntos más que en el anterior panel. La mayoría pide que se mantenga una política fiscal expansiva hasta 2022.
“La recuperación del PIB en 2021 será incompleta y solo compensará parcialmente la caída sufrida en 2020”, advierte Funcas. La crisis ha sido histórica y la salida en forma de V hace tiempo que fue descartada por los principales organismos económicos, que ahora apuestan más bien por una V asimétrica. El Banco de España, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) solo difieren durante los últimos meses sobre la magnitud del golpe, pero coinciden en casi todo lo demás: la recuperación no será inmediata y es necesario mantener los estímulos para evitar que la atonía se prolongue durante varios años, como ocurrió con las recetas de austeridad aplicadas tras la Gran Recesión de 2008. El consenso de los 20 panelistas de Funcas abunda en esta apreciación.
El servicio de estudios de las antiguas cajas de ahorros prevé que la remontada comience en el tercer trimestre, con una tasa de crecimiento del 13,1% insuficiente para compensar el espectacular desplome del 17% que, calcula, se produjo entre abril y junio, en los momentos de mayor impacto económico de la crisis. En los últimos tres meses del año el PIB se incrementará un 3,9%, y la tendencia positiva continuará en 2021, aunque con crecimientos trimestrales mucho más modestos, en torno al 1%. La demanda nacional ha sufrido el mayor impacto de la pandemia, pero tirará de la recuperación con más fuerza que el sector exterior. La mayoría de los analistas cree que el entorno económico internacional perjudica a España y prevé que mejore en los próximos meses.
Pero la progresiva vuelta a la normalidad no puede borrar las profundas cicatrices que ya deja esta crisis en el mercado de trabajo: la tasa de paro media anual alcanzará el 19,1% en 2020 y solo descenderá hasta el 18% en 2021. La recuperación del empleo será mucho más lenta que la de la economía.
Como ocurre desde que se inició el confinamiento, todos los cálculos están condicionados por la evolución de la pandemia. Si el coronavirus fue un cisne negro que irrumpió por sorpresa, la posibilidad de que una nueva oleada en otoño provoque un nuevo encierro masivo es contemplada ahora por todos los analistas. Funcas advierte de que supone “el principal riesgo para unas economías ya muy castigadas”: el hundimiento del PIB español pasaría del 10,8% proyectado en un escenario como el actual al 14,3%, muy cerca del 15,1% calculado por el Banco de España en su rango más pesimista. Los expertos navegan en la incertidumbre: entre la mejor y la peor estimación hay una diferencia de 6,7 puntos.
Mantener los estímulos
La posibilidad de un rebrote que vuelva a paralizar la economía aterra a los Gobiernos, tras una despliegue fiscal extraordinario que evitó la destrucción masiva de puestos de trabajo y tejido productivo durante la Gran Reclusión. Como resultado, el déficit público se situará este año en el 11,9% del PIB, 1,1 puntos por encima de lo previsto en el panel de mayo. Las previsiones del Ejecutivo español, que algunos expertos y organismos internacionales ponen en cuarentena, lo reducen al 10,3%.
El equilibrio de las cuentas públicas preocupa, pero los expertos de Funcas defienden que se mantengan los estímulos para favorecer una recuperación rápida. Aunque el fantasma de una deflación prolongada se ha disipado gracias a la subida del precio del petróleo —Funcas estima una tasa de inflación media anual -0,2% en 2020, dos décimas más que la previsión anterior, y del 1% en 2021—, todos los panelistas abogan por mantener una política monetaria expansiva. Las divergencias solo aparecen a la hora de decidir en qué momento la política fiscal debería contemplar medidas estructurales de reducción del déficit: de los 18 analistas que se han expresado al respecto, 10 opinan que ese giro debería producirse únicamente a partir de 2022.
Las administraciones públicas gastaron en abril 24.043 millones de euros más de lo que ingresaron. Solo el desembolso para luchar contra la covid-19 ascendió a casi 8.900 millones de euros, mientras los ingresos se redujeron en 3.000 millones. Sacar a la economía de su letargo sin incurrir en un endeudamiento insostenible que lastre a las siguientes generaciones es el reto para los próximos años.
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