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Navajas, el pueblo donde la deuda más aprieta por una polémica gestión

Con 716 vecinos, el municipio castellonense debe 5,2 millones por un mandato con una resaca financiera que no cesa

El edificio que se habilitó para albergar el Ayuntamiento de Navajas, ahora vacío por problemas de estructura.
El edificio que se habilitó para albergar el Ayuntamiento de Navajas, ahora vacío por problemas de estructura.Monica Torres

Navajas presenta una estampa idílica, rodeado de montañas y pinos, con la cascada del Salto de la Novia, de casi 60 metros de altura. Los palacetes y grandes casonas de principios del siglo XX revelan el antiguo esplendor de la localidad castellonense, una de las villas de veraneo del interior que la burguesía valenciana frecuentaba en busca de aguas medicinales, aire puro y bellos parajes.

Navajas, a 46 kilómetros de Valencia, es también conocido desde hace años como uno de los pueblos con mayor deuda por habitante de España. Los últimos datos del Ministerio de Hacienda, de 2019, lo sitúan ya en primera posición. La división de los más de 5,15 millones de euros que debe su Consistorio entre los 716 empadronados (aunque viven menos habitualmente) sale a 7.200 euros por persona, un 9% más que en 2018.

Los vecinos lo saben. Apostados en la sombra de la plaza principal, en la panadería, en la carnicería o en las proximidades de la imponente mansión fortificada del naviero y expresidente del Real Madrid Vicente Boluda, la mayoría de la gente consultada coincidía este miércoles en una cosa: mejor no dar el nombre — “aquí nos conocemos todos”— porque “en un pueblo pequeño todo se sabe”.

Después las opiniones divergen: que “sí, se debe mucho dinero, pero también se han hecho muchas cosas”; que “la gestión fue un desastre pero tenemos un polideportivo, un auditorio, una casa de la música, un museo...”; que “se puede pedir dinero a los bancos si se puede pagar y el pueblo tiene propiedades para pagarlo”; que se llevaron “el dinero del Ayuntamiento a su casa”; que se ha despilfarrado tanto que ahora no hay para nada.

El caso es que el Consistorio de este municipio, que multiplica al menos por seis sus habitantes en verano, arrastra una deuda de más del 500% de su presupuesto tras la etapa de 20 años en la alcaldía del que fuera uno de los hombres fuertes del PP en la comarca del Alto Palancia, José Vicente Torres. Su polémico dominio concluyó en 2015, con la victoria de Alternativa por Navajas, partido que surgió como reacción a su mandato y que revalidó el pasado año el poder de la mano de la alcaldesa Patricia Plantado.

“Estamos haciendo todo lo que buenamente podemos para sacar al pueblo de la situación que nos encontramos”, dice la alcaldesa, que pasa el testigo al concejal de Hacienda, Ángel Tello, para detallar por qué los navajeros deben tanto dinero. “La situación viene de los 20 años del PP, en los que en muchos de ellos ni se presentaron las cuentas. No se trata solo de que se hicieran unas inversiones que luego no se pudieran pagar. Hay mucho más. En 2012, el Ayuntamiento se acogió al fondo de ordenación para el pago de proveedores del Ministerio de Hacienda, con un montón de facturas por pagar. De modo que la deuda, que en 2011 era de 2,3 millones de euros, pasó a 5,6 millones el siguiente año, cuando afloraron las facturas de todo tipo que habían guardado en el cajón. Una situación inasumible para el pueblo con un presupuesto de cerca de 800.000 euros”, explica el edil y economista.

El polideportivo y la balsa de riego de Navajas.
El polideportivo y la balsa de riego de Navajas. Monica Torres

“La política de austeridad absoluta de la primera legislatura no nos permite devolver el dinero que debemos, ni pagar los intereses que genera la deuda, claro; se ha ido pagando parte del capital de algunos préstamos... Al final nos acogimos a la posibilidad que nos dio el pasado año el Ministerio de Economía de refinanciar su préstamo para ampliar el plazo de pago a 10 años con mejores condiciones. Pero nos dijo ‘ahora me deberás lo que me debías más los intereses que no me has podido pagar y que se van a capitalizar y se sumarán al nominal’. Por eso la deuda de 2019 ha aumentado con respecto a la del 2018, pero las condiciones son mejores”, señala Tello. “Y el próximo año aún deberemos más, porque nos sumamos al fondo del Gobierno para hacer frente a las sentencias municipales, en nuestro caso urbanísticas, que supondrá formalizar un nuevo préstamo de poco más de un millón. En fin, un desastre”.

“Nosotros denunciamos una y otra vez lo que estaba pasando en el Ayuntamiento pero no nos hicieron caso”, recuerda el socialista Vicente Almiñana, que ejerció la oposición a Torres.

Orgulloso del legado

El exalcalde José Vicente Torres regenta un bar restaurante en la plaza. De entrada, comenta que ya no tiene nada que ver con el Ayuntamiento y luego matiza que los datos sobre el endeudamiento no reflejan “lo que te deben”. “Nosotros hicimos muchas cosas que ahí están y que las Administraciones [en referencia sobre todo a la Generalitat] se comprometieron a pagar y luego no pagaron”, explica. Admite que tal vez se dejó llevar por la “inercia” de una época protagonizada por los grandes eventos y construcciones en la que el PP gobernaba en la Generalitat, antes de la crisis del 2008, pero insiste en que está muy satisfecho con lo que se hizo. ¿Se arrepiente de las decisiones que tomó? “Lo repetiría. Ahora hay agua para el regadío. Y muchas cosas más. Yo también me encontré deuda cuando llegué a la alcaldía. Habría que preguntar al Ayuntamiento cómo ha subido la deuda en los últimos años”, afirma.

La Guardia Civil entró en el Ayuntamiento hace dos años en una investigación por irregularidades contables dirigida contra Torres y el antiguo secretario municipal, Antonio Paredes. Los litigios se sucedieron a lo largo del tiempo. Torres, que fue también consejero de Bancaja y vicepresidente de su fundación, llegó a ser inhabilitado para cargo o función pública por un juez. El PP le llegó a suspender de militancia. “Ya no tengo nada que ver con todo esto. Mi puesto es el bar”, zanja ahora el exregidor.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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