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Mapa | Cómo han variado las cuentas de cada municipio desde el máximo de 2012: la mitad no tenía deuda antes de la pandemia

Los años de ajustes tras el crac de 2008 permitieron a los Ayuntamientos sanear sus cuentas y acumular superávits

Los Ayuntamientos encaran la crisis económica desatada por el coronavirus con unas cuentas más saneadas que al inicio de la Gran Recesión. Antes de que estallara la emergencia sanitaria, a cierre de 2019, la deuda de las corporaciones locales rondaba los 23.236 millones de euros, un 10% menos que un año antes y un 47% más baja con respecto a 2012, cuando el pasivo de los municipios tocó máximos históricos y rebasó la barrera de los 40.000 millones. Es más: el volumen de deuda acumulado a finales de 2019 supone el nivel más bajo en 16 años, según los datos publicados este martes por el Ministerio de Hacienda.

El éxito de los Ayuntamientos a la hora de sanear sus cuentas es fruto del severo ajuste que se impuso en España tras el rescate bancario. En ese fatídico 2012 entró en vigor la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Financiera, el corsé impuesto por Bruselas para mantener bajo control el desfase de las cuentas públicas. Esta normativa fija unos niveles máximos de deuda y déficit para las Administraciones, y un techo por encima del cual no se puede gastar, calculado en función del crecimiento económico, para evitar excesos en tiempos de bonanza.

Desde entonces, los alcaldes fueron reduciendo sus números rojos a una velocidad vertiginosa, también ayudados por la estructura del sistema de financiación: los impuestos propios que recaudan, como el IBI, no son tan sensibles a los ciclos económicos como pueden serlo el IVA o el IRPF. A partir de 2014, cuando la economía volvió a terreno positivo, los municipios aceleraron aún más el ajuste: después de que su pasivo aumentara casi un 20% en 2012 y tocara máximos históricos, pisaron el acelerador y fueron disminuyendo deuda a un ritmo de más del 8% por año en el último lustro. Entre 2018 y 2019 la rebaja fue del 9,8%, hasta un total de 23.236 millones entre Ayuntamientos, diputaciones, cabildos y entidades menores, el nivel más bajo desde 2003.

El resultado final está reflejado en las estadísticas publicadas este martes por Hacienda: el 54% de los Ayuntamientos tenía la deuda a cero a cierre de 2019, frente al 38% de 2012. Aun así, siempre hay ovejas negras. De los 8.131 municipios que hay en España, unos 600 han aumentado su deuda desde los máximos de 2012.

Los responsables no hay que buscarlos en las grandes ciudades —que en términos absolutos, como es lógico por cuestiones de tamaño, tienen los números más abultados—, sino en pequeños Ayuntamientos. Navajas, un diminuto pueblo de Castellón, es la localidad con mayor deuda por habitante, un indicador más fidedigno de la gestión de los alcaldes y de la salud de las cuentas municipales que el pasivo total. Cada uno de sus 716 vecinos debía 7.200 euros a cierre de 2019. Este municipio, que lleva años al límite, acumulaba en 2019 números rojos por más de cinco millones, un 9% más que en 2018.

Le sigue Moraleja de Enmedio, en el sur de Madrid. Este pueblo no solo es el segundo con la deuda per cápita más elevada; también es el que más ha aumentado su pasivo: ahora es 40 veces más abultado, tras pasar de los 869.000 euros de 2012 a los 35,6 millones de 2019. Alfés (Lleida) y San Pedro de Mérida (Badajoz) son los otros dos municipios que más han engrosado su deuda per cápita en los últimos ocho años.

El voluminoso pasivo de Moraleja de Enmedio, que lleva años en lo más alto de esta clasificación, empezó a hacerse incontrolable tras la controvertida gestión del alcalde del PP Carlos Estrada. Este regidor, que gobernó la ciudad entre 1999 y 2005, pretendió poner en marcha obras faraónicas en un municipio de tan solo 5.000 habitantes mientras defraudaba a la Seguridad Social. El resultado: sus vecinos deben ahora 6.934 euros cada uno, frente a los 174 de 2012.

El podio de los Ayuntamientos con más deuda por habitante lo completa Vallada, un pequeño municipio al sur de Valencia: al cierre de 2019 cada uno de sus 3.000 vecinos debía 6.759 euros. Este agujero tiene su origen en un proyecto megalómano que arrancó hace años para construir un gran polígono náutico, pese a que 70 kilómetros lo separan de la costa. La nota positiva es que, en comparación con 2019, esta localidad ha logrado reducir sus números rojos un 16%, de 24 a 20 millones de euros.

Tras años de ajustes, los municipios en su conjunto pueden sin embargo jactarse de tener más ahorros en los bancos que pasivo acumulado. Su hucha, que se ha ido ampliando desde 2012 a golpe de superávit, alcanzaba los 28.000 millones a finales de 2019. Un botín jugoso que está bloqueado por la inquebrantable regla de gasto, y que solo se puede destinar a reducir deuda o a las denominadas inversiones financieramente sostenibles —una posibilidad introducida en 2014 para proyectos a largo plazo— pese a las críticas de los alcaldes.

Flexibilizar las normas

La Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) lleva meses presionando al Gobierno para flexibilizar las normas y emplear por lo menos parte de esos fondos para hacer frente a la crisis causada por la pandemia. Abel Caballero, presidente de la FEMP y alcalde de Vigo, aseguró este martes que solicitará una reunión con Pedro Sánchez una vez que se haya negociado con Hacienda y confirmó que el Ejecutivo está estudiando esta opción. “Es importante que por fin se hable de los remanentes, algo por cierto de lo que no podíamos hablar con un Ejecutivo desde el año 2012”, dijo.

La mejora de las cuentas de los Ayuntamientos en los últimos años también se debe al esfuerzo hecho por las grandes ciudades. Aunque sigan registrando las deudas más abultadas por su mayor población y necesidades, en los últimos años se han ajustado el cinturón. Una por encima de todas: Madrid. La capital sigue siendo la urbe con la mayor deuda viva de España, pero este dato no tiene que engañar: es un 70% menos en comparación con 2012.

Tras la alcaldía de Alberto Ruiz-Gallardón, que desfasó todas las cuentas para ver realizados sus ambiciosos proyectos —el parque de Madrid Río y enterrar la M-30, lo que disparó la deuda hasta los 8.000 millones en 2013—, la capital fue disminuyendo su pasivo año tras año. Durante el mandato de la anterior alcaldesa, Manuela Carmena, se redujo a la mitad. El año pasado, ya con el nuevo regidor al mando, el popular José Luis-Martínez Almeida, la deuda volvió a bajar: de los 2.761 millones de euros de 2018 se quedó en 2.232 en 2019.

Barcelona, al igual que Madrid, ha realizado un profundo ajuste en los últimos años. Aunque aparezca en las estadísticas como la segunda ciudad con la deuda más abultada en términos absolutos, desde 2012 la ha reducido en más de un 30% y el año pasado ha dado una ulterior vuelta de tuerca, con una rebaja de casi el 7%. Jerez de la Frontera, la tercera ciudad más endeudada de España en 2019, no ha sido sin embargo tan virtuosa: desde 2012, ha aumentado casi un 50% sus números rojos.

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