“Hay muchos riesgos, pero no apuntaría desde ya a otra década perdida en América Latina”
El presidente del BID cree que la crisis “expone todos los problemas endémicos” de la región y va a obligar a “tener mucha más cohesión” social
Tras 15 años como presidente del Banco Interamericano Desarrollo (BID), el colombiano Luis Alberto Moreno (Filadelfia, EE UU, 66 años) encara la recta final de su mandato en un periodo especialmente convulso para la región. Aunque la sacudida sanitaria del coronavirus ha sido, al menos hasta ahora, menor que en otros continentes, la pandemia sitúa a América Latina en primera línea de fuego en lo económico. Con todo, Moreno se muestra moderadamente optimista en entrevista telefónica con EL PAÍS: aunque la pandemia “expone todos los problemas endémicos” del subcontinente, ve prematuro hablar de otra década perdida en la región —como ya sugieren algunos economistas— y cree que la crisis obliga a tener unas sociedades más cohesionadas.
Pregunta. El golpe económico del coronavirus va a ser global, pero América Latina está, como el resto de emergentes, en una posición especialmente comprometida. ¿A qué se expone la región?
Respuesta. Tanto en el plano de salud como en el económico, América Latina arranca con condiciones preexistentes, como dicen los inmunólogos. A mitad del año pasado ya había mucha gente protestando en las calles por la calidad de los servicios públicos, sobre todo la educación universitaria y la salud. Estamos ante un reto enorme y el tema es cómo es la estrategia de salida en países como los nuestros, en los que hay pobreza y cerca del 50% de los trabajadores están en la informalidad. Este virus expone todos estos problemas endémicos de América Latina. En la respuesta fiscal, los Gobiernos tampoco tienen la potencia de los países europeos o de Estados Unidos. Con la excepción quizá de Perú, ningún otro país tiene la capacidad de fuego para hacer un programa contracíclico de ese tamaño.
P. Hay quien apunta ya al riesgo de otra década pérdida en la región.
R. No apuntaría desde ya a otra década perdida. Tenemos riesgos, muchos, y es verdad que veníamos con menor crecimiento y problemas en muchas economías, pero nunca subestimo la capacidad de los latinoamericanos de encontrar soluciones. Hay maneras de encontrar salidas. Por ejemplo, las cadenas de valor, de suministro, se van a replantear y vamos a tener la oportunidad de pensar en productos no hechos en uno u otro país, sino hecho en las Américas. Hay una gran oportunidad de encadenamientos.
P. La economía sufrirá, pero muchos economistas apuntan a la desigualdad como mayor reto en estos momentos: esta crisis va a cebarse, en primera instancia, con los colectivos que parten de una situación más débil.
R. La gran pregunta es si todo lo que conseguimos en los últimos 15 años en términos de reducción de pobreza y pobreza extrema, con la incorporación de algunos latinoamericanos a las clases medias, se va a perder o si por el contrario la capacidad de los sistemas sociales y todo el impulso de los Gobiernos de aumentar la deuda y el gasto público logra amortiguar los efectos. Todos están fortaleciendo los programas de transferencias que se desarrollaron hace ya casi dos décadas y que han tenido muchísimo éxito, a pesar de seguir siendo la región más desigual del mundo. Sin duda la crisis va a tener efecto, pero si los tiempos no son tan largos y encontramos estrategias de salida, es posible que no se acentúe tanto. El tema es qué tan rápido vamos a salir y esa es una pregunta que aún no podemos responder.
P. Algunos países, como Brasil, están ensayando con programas de renta básica enfocados en apoyar a los trabajadores del sector informal, los que están en una situación de mayor riesgo, durante un periodo inicial del tres meses. ¿Cómo los valora?
R. Justamente a eso me refería con los programas de transferencias, que en este caso van a ser no condicionadas, para preservar el ingreso de muchas familias.
P. ¿Ve suficientes las respuestas fiscales que están poniendo encima de la mesa los Gobiernos latinoamericanos?
R. Más que suficientes, son las posibles. No tenemos el espacio fiscal que tienen otros países desarrollados. Salvo Perú, el resto van a estar entre el 3% y el 5% del PIB. Hay muchas limitaciones en cuanto a lo que se puede hacer.
P. Las respuestas distan mucho de ser uniformes: citaba el caso de Perú, pero en el lado contrario está México, que no ha puesto en marcha un plan verdaderamente contracícilico.
R. Cada país lo está manejando de una manera diferente, pero todos van a tener que encontrar algún tipo de respuesta. Los trabajadores informales y las pequeñas y medianas empresas son los que más van a necesitar el apoyo, porque representan la gran mayoría del empleo, arriba del 60%.
P. Los sistemas de protección social ya estaban entre los grandes debes de la región. Muy pocos países cuentan con seguros de desempleo, por ejemplo. ¿Puede ser la pandemia una llamada de atención para que se ponga más énfasis en este aspecto?
R. Sin duda este es el gran debate hacia adelante. Ese seguro de desempleo, en alguna medida, se está haciendo a través de la entrega de recursos a las familias pobres, al menos en este periodo de la pandemia. Y ese es el tipo de avances que vamos a tener. La sanidad también va a tener que cambiar totalmente y, obviamente, van a haber enormes demandas de apoyo. Todo habrá que hacerlo dentro de unos espacios fiscales limitados, lo que va a obligar a hacer muchas de las cosas que América Latina no ha hecho: enfocar mucho más los apoyos en quienes más lo necesitan y ser mucho más efectivos en la manera en que se hace el gasto público. Y, sin duda, hacer reformas fiscales para recuperar los balances fiscales maltrechos que van a quedar después de la crisis.
P. La región venía de uno de sus periodos de mayor tensión social en mucho tiempo. ¿Cree que el coronavirus puede exacerbarlas?
R. Espero que no. Esta crisis nos va a obligar a tener mucha más cohesión como sociedades, a trabajar de forma más colectiva. Vamos a tener que mirar mucho más allá del egoísmo. Por supuesto, siempre habrá tensiones políticas: es la naturaleza de las democracias, pero creo que esto obliga a una enorme reflexión sobre dónde estábamos.
P. Las demandas de los manifestantes, hace unos meses, en países como Chile, iban en la línea de más cohesión social y servicios públicos de mejor calidad. Y eso es, también, lo que expone el virus.
R. Es evidente que estaban apuntando a déficits que había en nuestros países. Hace 15 o 20 años el reclamo en América Latina era que se dieran esos servicios; ahora es de calidad. Esa es la gran asignatura pendiente.
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