_
_
_
_
crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Doctrina Powell, versión española

La Moncloa ultima un paquete de medidas para empresas, autónomos y familias con el objetivo de evitar el desplome de la economía por el coronavirus. La moratoria de hipotecas, una línea multimillonaria de garantías para proporcionar liquidez y la flexibilidad laboral forman parte de ese paquete

Claudi Pérez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una reunión con el comité técnico a cargo de la gestión de crisis de coronavirus, este martes.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una reunión con el comité técnico a cargo de la gestión de crisis de coronavirus, este martes.JOSE MARIA CUADRADO JIMENEZ (AFP)

Doctrina Powell, le llaman los analistas militares: cuando una economía se enfrenta a un colapso —llámese Lehman Brothers, Covid-19 o II Guerra Mundial— la gradualidad entraña más riesgos y tiene más costes que la acción agresiva. En plata: hay que sacar toda la artillería. “Si llevas una pistola de agua en el bolsillo, puede que tengas que sacarla; si llevas un bazuca y la gente lo sabe, tal vez nunca tengas que sacarlo”, dijo el máximo responsable de la economía estadounidense, John Paulson, cuando estalló Lehman Brothers. Frente al desastroso desempeño de Bruselas, Fráncfort y Berlín en 2008, Washington aplicó esa doctrina y le fue sensiblemente mejor. Y ahora Estados Unidos (y el Reino Unido) hace exactamente lo mismo: su banco central acaba de aprobar un drástico recorte de tipos de interés y una inyección de 700.000 millones de dólares en la economía, que se complementa con un potente estímulo fiscal por parte de la Administración de Trump. En Bruselas llevan unos días preguntándose si son galgos o podencos, y el BCE perdió el jueves pasado la oportunidad de ir por delante de los acontecimientos. El Eurogrupo (la reunión de ministros de Economía del euro) decepcionó este lunes —como suele—y anunció que la doctrina europea es que cada palo aguante su vela. Y los grandes países han empezado a hacer la guerra por su cuenta con artillería pesada.

Alemania ha anunciado garantías ilimitadas para que no se seque la liquidez. Italia anunció un paquete de 25.000 millones de euros hace unos días que contiene medidas de liquidez, de ayuda a las familias, a las empresas y a los autónomos y un aumento del gasto sanitario de 3.500 millones. Y Macron ha salido a escena con la fanfarria de las grandes ocasiones: habla de “guerra sanitaria” y de “guerra económica y financiera”, con un plan urgente de apoyo a la economía que incluye 45.000 millones como desembolso inmediato para trabajadores y empresas. Incluye suspensiones temporales de empleo (8.700 millones en dos meses); pago diferido de impuestos y cotizaciones (32.000 millones) y un fondo de solidaridad para pymes y autónomos que hayan perdido más del 70% de sus ingresos (2.000 millones). Y anuncia garantías multimillonarias del Estado para todos los nuevos créditos bancarios por importe de 300.000 millones, un bazuca parecido al que ha sacado Alemania y que, en general, solo se pueden permitir países con un enorme músculo fiscal.

Llega el turno de España, con un paquete que estará en volumen entre el italiano y el francés, y que también incluye medidas de liquidez, ayudas a las familias, flexibilización de las suspensiones temporales de empleo, medidas fiscales y ayudas a familias, pymes y autónomos, según las fuentes consultadas en La Moncloa.

A pesar de los agoreros que insisten en que España no tiene margen fiscal, el coste de no aplicar esos estímulos puede ser brutal: una depresión económica y ataques en los mercados, con la famosa prima de riesgo de nuevo en danza. Pero también esa acción agresiva entraña costes por el agujero fiscal que conlleva (un fuete incremento del déficit y la deuda pública). Ese parece el menor problema a día de hoy, pero es el temor de una parte del Gobierno. España presenta una muy mala posición de partida, con una deuda pública del 100% del PIB (y una elevada proporción en manos de extranjeros), un déficit del 2,5% del PIB que ha sido incapaz de eliminar con crecimientos del 3% en el último lustro, y un desempleo del 14%. En 2008, España encaró la crisis con superávit, con una deuda del 35% del PIB y un paro del 8%, y aun así el vendaval se llevó por delante al sistema financiero, que escondía en sus balances una burbuja inmobiliaria jupiterina, y a punto estuvo de llevarse a toda la economía. Con los actuales mimbres, es normal que una parte del Gobierno esté preocupada y tema futuras cuchilladas en los mercados financieros. Por aquella frase de Richard Fischer: “Los mercados recuerdan a los cerdos asilvestrados: si encuentran una debilidad, un mal olor, se lanzan a por ello”.

Pero el Ejecutivo no tiene otra opción que sacar su propio bazuca. Queda por ver el tamaño, clave para el análisis que van a hacer los mercados del futuro desempeño de la economía española. Estas son las principales medidas del paquete de estímulo que aprobará hoy el Consejo de Ministros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_