La última casa de la miel de caña
El ingenio Nuestra Señora del Carmen, en Frigiliana, se adapta a los tiempos en un edificio del siglo XVII
El enorme portón del ingenio de Frigiliana (Málaga) es una frontera de la historia. Puertas adentro, la maquinaria recuerda a la revolución industrial. Parte de ella es del año 1909. Pero el edificio es aún más antiguo: fue levantado en el siglo XVI y ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Su viejo acceso es hoy en día un almacén, como la antigua capilla. Pero entre sus salas también hay equipos renovados del siglo XXI que han permitido actualizar la que es la única fábrica de miel de caña de Europa. Una rara avis en el sector agroalimentario que ha sabido sobrevivir a los tiempos y que crece al ritmo del boom de la alimentación saludable. En estas instalaciones se producen al año 500.000 kilos de concentrado del jugo de la caña de azúcar, denominación legal de la miel de caña.
Este ingenio malagueño es el único en funcionamiento de los muchos que ocuparon los algo más de cien kilómetros de franja costera desde la provincia de Motril a Fuengirola. Solo en Málaga llegaron a existir 30 de estas fábricas. El declive del cultivo de la caña de azúcar fue acabando con ellas. A mediados del siglo pasado se producían en Málaga más de 100.000 toneladas anuales de miel de caña. Pero la industria decayó y los ingenios fueron cerrando poco a poco. Los últimos lo hicieron en los primeros años de la década de 2000. Ahora solo queda la de Frigiliana. Las demás se encuentran en estado de abandono y ruinas.
No solo han cerrado fábricas; también la caña de azúcar está prácticamente desaparecida de la zona, donde llegó a ocupar miles de hectáreas hoy sustituidas por aguacates, mangos e infraestructuras turísticas. Ello obliga al ingenio Nuestra Señora del Carmen a importar jugo concentrado desde América Central.
En sus instalaciones malagueñas se llevan a cabo con él las demás fases necesarias para su elaboración: hervido a cien grados para eliminar impurezas, reducción para eliminar humedad y envasado final. La extracción del jugo directamente de la caña es ya algo testimonial. “Importarlas es más caro por su peso. Y traerlas conlleva más dificultades como los férreos controles sanitarios para evitar que las plantas que se importan traigan algún insecto o bacteria escondidas en ellas”, cuenta Francisco López, director de la fábrica de Frigiliana.
Por ello, hoy apenas el 1% de la producción total procede de las cañas que crecen en un pequeño terreno escalonado en terrazas junto al edificio. La vieja e imponente maquinaria apenas se pone en marcha salvo en mayo, cuando se celebra el Día de la Miel en Frigiliana y se hacen demostraciones a los turistas de corte y molienda de las plantas. “Nadie podrá decir que no sabemos cómo hacer el producto desde cero”, añade el responsable de las instalaciones.
El último ingenio de Europa es propiedad de la sociedad De la Torre S. <TB>L., empresa familiar que adquirió las instalaciones en el año 1928. Entonces la fábrica se llamaba San Raimundo, pero los nuevos propietarios decidieron cambiar su denominación a Nuestra Señora del Carmen y optaron por una imagen de la virgen presidiendo su etiquetado. Desde entonces, los nuevos dueños solo detuvieron su actividad durante la Guerra Civil, cuando el lugar fue utilizado como hospital de campaña. Hoy en día, el ingenio cuenta con ocho empleados fijos y una red de comerciales que se encarga de la distribución.
Amplia variedad de envases
La venta del concentrado se realiza en una amplia variedad de envases. Existen monodosis de 14 gramos —en envases similares a los del azúcar— a botes de 920 gramos, pero también hay pequeñas perlas destinadas a la alta cocina o botes antigoteo demandados por los restaurantes y cafeterías. El más habitual, un bote de cristal de 300 gramos, es el que llega a supermercados y grandes superficies como Mercadona, Covirán o la sección gourmet de El Corte Inglés.
La mayor parte de la producción se queda en España, pero el producto también se exporta a Francia, Alemania, Portugal, Italia Bélgica o Polonia en Europa, así como a países como Israel —donde el etiquetado cambia al alfabeto hebreo y se elimina la imagen de la Virgen del Carmen—. También hay empresas dedicadas a la elaboración de dulces que compran a granel cubas de hasta 1.400 kilos para utilizar este concentrado del jugo de la caña de azúcar como edulcorante natural.
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