Los países de Mercosur pactan acabar con el ‘roaming’ a partir de 2020
La medida beneficiará a 200 millones de personas que no tendrán recargo en las llamadas que hagan desde otro país del área
Mercosur es una maquinaria muy lenta. Pero últimamente parece desperezarse. Tras el acuerdo comercial con la Unión Europea, del que aún se desconocen los detalles y los plazos de aplicación, probablemente remotos, los cuatro países miembros de la organización (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) han decidido acabar con el roaming telefónico, es decir, el pago adicional por el uso de datos en el extranjero. La medida, firmada por los cuatro presidentes en la cumbre celebrada en Santa Fe, beneficiará a unos 200 millones de usuarios a partir de 2020.
Los costes del roaming no desaparecerán de forma inminente. El acuerdo debe ser ratificado por los Parlamentos y luego pasar por una comisión que establecerá fechas de entrada en vigor y posibles compensaciones a las compañías operadoras. Portavoces de los cuatro países estimaron que el roaming debería desaparecer, para los ciudadanos miembros de Mercosur, en algún momento del año próximo. De hecho, será suprimido antes para argentinos y chilenos, debido a un acuerdo bilateral firmado previamente por los Gobiernos de Buenos Aires y Santiago.
En la cumbre de Santa Fe, una ciudad situada en el corazón de la región pampeana, participaron también los presidentes de Chile y Bolivia como miembros asociados. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, fue el único que dio alguna pista sobre las condiciones generales del acuerdo con la UE: “Cuando entre en vigor, desaparecerán el 70% de los aranceles”, dijo. El presidente argentino, Mauricio Macri, que cedió al brasileño Jair Bolsonaro la presidencia semestral del organismo, afirmó que ese acuerdo constituye “un punto de partida, no de llegada” y que permitirá integrar a los miembros de Mercosur en la economía internacional.
La cuestión es compleja. Un desarme arancelario, aunque sea parcial, favorecerá en general a la agricultura y la minería de Mercosur, pero pondrá en peligro el tejido industrial de los países miembros, especialmente en Argentina y Brasil. Los aranceles externos de la organización son del 35% y constituyen el exoesqueleto que ha mantenido con vida a Mercosur durante sus 28 años de existencia. “El 35% es muy elevado, demasiado, y nos aparta del comercio mundial”, reconoció el ministro argentino de Hacienda, Nicolás Dujovne. Pero ese 35% protege a decenas de miles de fábricas de baja competitividad, mal preparadas para medirse con la importación de productos extranjeros, y permite mantener el empleo a millones de personas. El proteccionismo funciona incluso dentro de Mercosur: sectores tan importantes como el del automóvil y el azucarero permanecen excluidos de los acuerdos aduaneros internos.
La unión monetaria, un horizonte todavía muy lejano
El giro ideológico registrado en los Gobiernos de Buenos Aires y Brasilia ha marcado un nuevo rumbo para Mercosur. Donde antes estaban Luiz Inácio Lula da Silva, Cristina Fernández de Kirchner y Hugo Chávez (Venezuela ha quedado suspendida en su participación por violaciones de los derechos humanos), ahora están Bolsonaro y Macri. Se apuesta por la liberalización y la apertura comercial y ya no se habla de derechos sociales: el boliviano Evo Morales fue el único que habló de ellos, y de lucha contra la pobreza, en la reunión de Santa Fe.
Argentina insistió de nuevo en el proyecto de crear una unión monetaria en Mercosur, algo que Brasil ni siquiera toma en serio. “Quizá a muy, muy largo plazo”, comentó un portavoz brasileño. “A la Unión Europea le llevó muchos años crear el euro, sabemos que llevará bastantes años”, admitió el ministro argentino de Hacienda. De momento, se creará una comisión para explorar fórmulas de convergencia macroeconómica.
Los participantes en la reunión condenaron de nuevo al régimen de Venezuela y exigieron al presidente Nicolás Maduro que dejara el poder, para facilitar un proceso de transición a la democracia.
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