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OPINIÓN / CARLOS MARTÍN URRIZA
Columna
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La inamovible previsión del Banco de España

No se van a cumplir las estimaciones más agoreras y la subida del SMI tendrá un efecto neto positivo sobre la ocupación

Imagen de sede central del Banco de España, en la plaza de Cibeles.
Imagen de sede central del Banco de España, en la plaza de Cibeles. EFE
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El Banco de España (BdE) no ha revisado la previsión de destrucción de 125.000 empleos que atribuyó a la subida del salario mínimo (SMI) en 2019 a pesar de la evidencia real ya disponible en contra y de que el método de predicción empleado es discutible. Además, ha dado a entender que no la revisará hasta noviembre de 2020, cuando disponga de la Muestra Continua de Vidas Laborales de 2019. De ser así, la revisión se convertirá en un ejercicio de “economía forense”, adecuado para la investigación universitaria pero no para una institución que, con estas estimaciones, pretende influir en la política económica.

La AIReF, que predijo que se destruirían 40.000 empleos, sí ha anunciado, en cambio, que, a la vista de la evidencia, su pronóstico está sesgado al alza. La OCDE ha ido más allá planteando que el incremento del SMI contribuirá a la creación neta de empleo.

La Encuesta de Población Activa de flujos ofrece microdatos que permiten evaluar el impacto de la subida de forma individualizada en el primer trimestre de 2019. Con ella se puede afirmar que el porcentaje de asalariados con pocos estudios que se mantiene en el empleo entre finales de 2018 y principios de 2019 es igual al del promedio de los cuatro años anteriores en el mismo período. Ese porcentaje mejora entre los recién contratados (el 36% de los beneficiados por la subida). En cuanto a la creación de empleo, mejora el porcentaje de parados con pocos estudios que encontró un trabajo en el primer trimestre de 2019. Estos tres colectivos están entre los que la subida del SMI tiene más incidencia.

Estos resultados no resuelven todos los posibles sesgos de una comparación más precisa, pero que no se note nada en estos indicadores es suficiente para sostener que la previsión del BdE está sesgada al alza. Esta aseveración la refuerza el menor crecimiento de la economía a primeros de 2019 y que los efectos de la subida se concentren a primeros de año.

A lo anterior se une que la metodología del BdE no está exenta de controversia; los autores de la previsión han avisado sobre su elevada incertidumbre. Lo más chocante es que la metodología del BdE prediga una mayor probabilidad de perder el empleo entre los mayores de 45 años que entre los jóvenes, contradiciendo la literatura científica. Y, lo más paradójico, que esto se cumpla para las mujeres pero no para los hombres en los resultados que presentan para la subida del SMI en 2017.

A la vista de lo expuesto, no se van a cumplir las previsiones más agoreras y la subida tendrá un efecto neto positivo sobre la ocupación: las pérdidas puntuales de empleo serán compensadas por la creación inducida gracias al aumento de la masa salarial de los 1,2 millones de potenciales beneficiarios.

¿Por qué es posible que se eleve el SMI a la vez que crece el empleo y no se genera inflación? La razón son unos márgenes empresariales hipertrofiados por las altas tasas de paro y las reformas laborales, que permiten a las empresas absorber el alza. Al igual que comprometerse a subir el sueldo más bajo en convenios a 1.000 euros en 2020, donde el SMI de 900 euros encaja como escalón intermedio.

Carlos Martín Urriza es director del Gabinete Económico de CC OO

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