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Jean-Claude Juncker: “No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos”

El presidente de la Comisión Europea admite que se aplicó una "austeridad irreflexiva" al país

Lluís Pellicer
Jean-Claude Juncker, en el Parlamento Europeo.
Jean-Claude Juncker, en el Parlamento Europeo.VINCENT KESSLER (REUTERS)

Casi una década después del comienzo de la crisis griega, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, entonó este martes el mea culpa ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo por las medidas impuestas a ese país. Juncker, que presidió el Eurogrupo entre 2005 y 2013, lamentó haber dado “demasiada importancia” entonces al Fondo Monetario Internacional (FMI) y admitió haber aplicado una “austeridad irreflexiva”. “Hemos sido insuficientemente solidarios con Grecia, hemos insultado a Grecia”, clamó.

El Parlamento Europeo se sumó este martes a los actos de celebración del 20º aniversario del euro. Pero a finales de este año hay otra efeméride mucho más agria que Juncker no pasó por alto. Cuando acababa 2009 se desató la crisis griega, que supuso también el arranque de una etapa de inestabilidad financiera que se extendió a Irlanda, España o Portugal. Grecia abandonó el pasado mes de agosto la tutela de sus acreedores, pero todavía está presa de una deuda que equivale al 176,8% de su Producto Interior Bruto (PIB).

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Hace diez años Juncker no estaba al frente de la Comisión Europea, pero sí del Eurogrupo, que reúne a los ministros de Finanzas de la zona euro. Y sobre ese periodo hizo un acto de contricción. “Ha habido una austeridad irreflexiva”, reconoció el jefe del ejecutivo comunitario, en referencia a Grecia. Entre otras medidas, el país se vio obligado a recortar pensiones, subir impuestos, congelar salarios o aplicar tijeretazos en los servicios públicos. Grecia ya no vive tutelada, pero sufre el legado de esa etapa que le arrebató el 25% de su PIB y dejó a un tercio de su población al borde de la pobreza, según Eurostat.

Juncker afirmó que las medidas se tomaron sin la intención de “castigar” a nadie, sino porque había “reformas estructurales” que eran esenciales para el país. Aun así, el actual presidente de la Comisión Europea sí lamentó haber dado demasiado protagonismo al FMI, al que los líderes europeos, a su juicio, dieron “demasiada importancia”. “Éramos varios los que pensábamos que Europa tenía músculo suficiente para resistir sin la influencia del FMI”, resumió Juncker, quien añadió:” Si California entra en dificultades, Estados Unidos no se dirige al FMI. Tendríamos que haber hecho lo mismo”.

Sin embargo, Juncker no empleó ninguno de esos dos argumentos —la necesidad de reformas y la influencia del FMI— para justificar la actuación de la troika —la Comisión, el Banco Central Europeo y el FMI—. “He lamentado la falta de solidaridad. No fuimos suficientemente solidarios con Grecia. Insultamos a Grecia”, sostuvo entre los aplausos de los europarlamentarios.

Éxito y flaquezas

El presidente de la Comisión tiró de su ironía para no abundar más en la cuestión. “He de dejar un poco de suspense para que compren mis memorias, ya he de pensar en esas cosas”, deslizó. Aun así, su discurso sobre el 20º aniversario del euro no fue complaciente. Aplaudió la pieza clave de la moneda única y denunció sus múltiples flaquezas. El triunfo fue la “independencia” del BCE, que posteriormente reivindicaría también el presidente de la institución, Mario Draghi.

Juncker concedió que las instituciones comunitarias han tenido que pelear “en ocasiones” por la autonomía del BCE. Y señaló que ese criterio permitió que la “credibilidad de la moneda única” no quedara “en entredicho en los mercados”. Pero el euro arrastra sus puntos débiles. “Teníamos que construir un gobierno económico en la zona euro”, dijo Juncker, para quien todavía es insuficiente el nivel de coordinación entre países en materia presupuestaria y fiscal. “[Todos esos elementos] siguen estando ahí y no podemos bajar los brazos”, concluyó.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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