Bailando en la oscuridad
La Bolsa de EE UU ha perdido un 20% en los tres últimos meses. Es la mayor caída desde la crisis financiera de hace diez años
La Bolsa de EE UU ha perdido un 20% en los tres últimos meses. Es la mayor caída desde la crisis financiera de hace diez años. Ni la posibilidad de impago de la deuda norteamericana en 2011 ni los problemas en la zona euro del período 2010-2012 la llevaron a una caída tan contundente. Simultáneamente se ha producido un verdadero derrumbe del precio del petróleo (-42%) desde octubre y, en momentos puntuales de esta semana, la inestabilidad se ha contagiado a los mercados de divisas: el jueves, el yen se revalorizó súbitamente frente al dólar.
En paralelo, la sensación de caos político en Washington se ha ido incrementando con el cierre de la Administración y con Donald Trump arremetiendo contra el Presidente de la Reserva Federal, al que ha intentado impedir que siga subiendo los tipos de interés, violentando así la independencia del banco central de EE UU, mientras clamaba por otro de sus objetivos: conseguir que el dólar se deprecie.
Todo esto con el telón de fondo de la guerra comercial entre EE UU y China cuyos daños colaterales afectan ya tanto a los cultivadores de soja en el Medio Oeste norteamericano (mayoritariamente votantes de Trump, por otra parte) que no han conseguido vender nada a su principal cliente, China, desde el mes de mayo, como a la empresa tecnológica Apple, que esta semana reconocía que sus resultados en China serán muy negativos. El principal asesor económico de Trump, Kevin Hassett, reconoce ya públicamente que eso mismo le sucederá a otras empresas norteamericanas.
¿Hay manera de ordenar este complicado y, a veces, caótico rompecabezas? Las crisis del pasado vienen en nuestra ayuda. Primero de todo hay que tener en cuenta que las subidas de tipos de interés suelen provocar caídas de las Bolsas. Por eso es normal que, después de tres años incrementándolos en EE UU sus Bolsas estén cayendo. El problema surge cuando, además de eso, los beneficios empresariales caen pues eso es el heraldo que anuncia las recesiones. Pero los últimos beneficios publicados estaban en cifras récord. La alarma surge esta semana con el aviso de Apple. También resulta alarmante que el precio del petróleo haya caído tanto ya que es síntoma de una desaceleración económica global ya confirmada por las datos económicos de China, Japón, la Eurozona y, en menor medida, EE UU. También ha caído el precio de los metales industriales, otro síntoma de desaceleración.
¿Acabará esto en recesión? La caída de Wall Street recuerda mucho a la de la recesión de 1990 (como ahora, cayó un 20%) pero la situación se parece también a la de hace justo tres años (enero de 2016) en que parecía que la recesión era inminente hasta que China decidió estimular su economía con un ingente programa de crédito que cortó el impuso recesivo de raíz. Ya parece que se prepara para hacerlo otra vez: China no puede permitirse que se rompa el pacto social que ha intercambiado libertades por prosperidad.
Los mercados son ruidosos y, a veces, crean falsas expectativas. En 2016 la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca fue saludada por ellos con un par de horas de desesperación, primero, y dos años de celebración, después. Algo parecido sucedió con el Brexit: todo eran malos augurios que, pasados un par de meses, se habían disipado. Los mercados prefirieron esconder la cabeza bajo el ala y actuar como si no pasara nada. Las consecuencias ya se hacen notar. ¿Llegará China a tiempo para el rescate? Todo parece indicar que sí.
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