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Un bodeguero contra el cambio climático

El grupo Torres ya abastece una cuarta parte de sus necesidades de electricidad con renovables propias

Miguel Ángel Noceda
Miguel Torres, presidente de las bodegas que llevan su apellido.
Miguel Torres, presidente de las bodegas que llevan su apellido. Albert Garcia

Miguel Torres Riera llega a la cita en un vehículo híbrido. Es la primera declaración de intenciones de este hombre, conocido como el gran señor del Penedés, que ha hecho de la lucha contra el cambio climático el lema del grupo que preside. Cuenta con entusiasmo que "se cayó del caballo" cuando vio el documental Una verdad incómoda, del exvicepresidente de EE UU Al Gore. Entonces decidió "juntar la ciencia con la conciencia" y aplicar la teoría a la práctica en las bodegas. Lo sometió al consejo de familia de la empresa (tiene el 70% y sus hermanos Juan y Marimar, el 30% restante) que aprobó sin demasiados titubeos un ambicioso plan estratégico.

El proyecto era rompedor. Se trataba de generar su propia energía para producir vino y contaminar lo menos posible. La empresa colocó placas fotovoltaicas y una planta de biomasa y comenzó a autoabastecerse. Hoy, más de 10 años después de aquella determinación, el empresario de 77 años presume, mientras degusta un arroz con gallo regado con vinos ecológicos en el restaurante propiedad de la bodega, del orgullo que supone para la empresa asegurar que en 2020 cumplirá el objetivo marcado: reducir un 30% sus emisiones de dióxido de carbono.

La empresa de Vilafranca del Penedès (Barcelona), que ha cumplido 148 años y exporta a 150 países, cuenta con 18.000 metros cuadrados de paneles fotovoltaicos y una planta de biomasa que suponen el 25,4% de las necesidades eléctricas de las bodegas. Con la complicidad del consejo de familia, desde 2012, cuando su hijo, Miguel Torres Maczassek, asumió la dirección general, ha destinado el 11% de los beneficios anuales a inversiones en renovables, biomasa, vehículos eléctricos, investigación... "Ya lo hacía yo antes, pero se institucionalizó de esta forma. Ya se han invertido 12 millones de euros", matiza.

La batalla por una ley de autoconsumo

No todo ha sido un camino fácil. Torres habla del decreto ley 900/2015 (el llamado 'impuesto al sol') como una pesadilla, porque puso toda clase de trabas burocráticas a la instalación de placas fotovoltaicas y retiró las ayudas. La pelea por lograr los permisos demostró la vena combativa del bodeguero, que tuvo el apoyo de la patronal fotovoltaica UNEF. En la ofensiva acusó a técnicos de Endesa y de las dos administraciones (española y catalana) de poner trabas. Tiene esperanzas de que la nueva ministra del ramo, Teresa Ribera, haga una política más asequible al autoconsumo.

Además, la firma ha avanzado en otros compromisos, como la fertilización carbónica, la investigación de microalgas, el carbón vegetal, la instalación de una planta potabilizadora (40% de agua reutilizable), el almacenamiento del agua de lluvia (38.000 metros cúbicos), la custodia de bosques (una actuación que se extiende a la Patagonia chilena), la reducción del peso de las botellas y la adaptación a la nueva realidad climática, comprando terrenos a más altura.

Y, como punto culminante, está la captación y reutilización del dióxido de carbono. Existe un proyecto denominado CCR (las siglas inglesas de Captura y Reutilización del Carbono), en colaboración con universidades y empresas. En todo el programa también ha implicado a los proveedores, que han entendido el mensaje, desde los agricultores que venden la materia prima hasta los distribuidores, pasando por los fabricantes de las botellas. Este punto es donde se están poniendo los máximos esfuerzos, porque supone el 86,9% de la reducción de emisiones.

Miguel Torres se despide deprisa. Tiene que trasladarse a la Costa Brava, por supuesto en su Toyota híbrido ("lo cargo todas las noches"). Siempre ha sido ecológico, desde que en 1981 se trasladó a Montpelier (Francia) para estudiar viticultura. Entonces dejó de utilizar insecticidas químicos para pasar a hacerlo con biológicos. "Mucha gente pensaba que por el hecho de tener una viña ya estaba contribuyendo a luchar contra el cambio climático y no es así, porque tiene emisiones", afirma, y concluye: "La inversión en energía renovable la amortizas en seis años. Esta motivación genera efectivo, que se queda en la empresa. Si no, la electricidad la pagas cada mes. Reemplazas gasto por amortización, que se queda".

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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