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Las comunidades autónomas tendrán en 2019 más dinero que nunca para gastar

Los mayores recursos que aportará el sistema de financiación en 2019 y la recuperación de los impuestos vinculados a la actividad inmobiliaria nutren las arcas públicas autonómicas

Jesús Sérvulo González

Las comunidades autónomas podrán gastar en 2019 más dinero que nunca. Aunque los ingresos por los impuestos propios están aún lejos del máximo de los años del boom inmobiliario, los recursos procedentes del sistema de financiación autonómica han rellenado las arcas regionales de 165.000 millones, más dinero del que han dispuesto hasta ahora. Aun así, estas administraciones son las encargadas de prestar servicios esenciales como la sanidad, la educación o la atención a la dependencia, unas competencias con tensiones de gastos crecientes, sobre todo en un país envejecido como España.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, en el Consejo de política fiscal de finales de julio
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, en el Consejo de política fiscal de finales de julioEuropa Press (Europa Press)

Los presidentes autonómicos gestionarán el próximo año un gasto de más de 165.000 millones de euros, la mayor cifra en manos de las comunidades de la serie histórica del Ministerio de Hacienda. La mejora de sus recursos procede tanto de los mayores recursos que aportará el sistema de financiación en 2019, como de la recuperación de sus impuestos vinculados a la actividad inmobiliaria.

Las comunidades rozarán ya este año, si no lo superan, el máximo de ingresos alcanzado en 2009, cuando gracias a la reforma del esquema de financiación dispusieron de 163.904 millones. Ese ejercicio, la exministra de Economía, la socialista Elena Salgado, sacó adelante un nuevo sistema de financiación, vigente ahora, después de ofrecer 11.000 millones de euros más a los presidentes regionales. Aunque la crisis financiera ya había lanzado la primera gran dentellada, las autonomías no percibieron la dimensión de la Gran Recesión, porque los recursos del modelo de financiación se calcularon con unos ingresos poco realistas.

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Además, ese mismo año recibieron otros fondos extraordinarios por el cierre del sistema de 2007, que fueron extremadamente generosos. El retraso de dos años para asignar los recursos definitivos del sistema es de las principales críticas del actual modelo de financiación. A las autonomías se les asigna cada año una cantidad de dinero que se corresponde con el 98% de la previsión de recaudación de los impuestos cedidos (el 50% del IRPF, el 50% del IVA y el 58% de los impuestos especiales), que será liquidada dos años más tarde, cuando el Estado cierra oficialmente el presupuesto de ese ejercicio. Así, dos años después de entregar el dinero de un ejercicio, el Estado hace cuentas con las comunidades y les asigna más recursos si se quedó corto en sus previsiones o les reclama dinero si se excedió en sus pronósticos. En los años de bonanza, las autonomías suelen recibir más dinero de lo previsto y en los de crisis, menos. El problema llega cuando hay un cambio de ciclo. Entonces el retraso de dos años en el cierre definitivo del sistema deja a las autonomías sin margen de actuación.

Junto a la gran aportación que realizará el sistema de financiación en 2019 —unos 108.058 millones—, los barones regionales también ven cómo se recupera poco a poco la recaudación de sus ingresos propios. Sobre todo los impuestos vinculados al ladrillo, como el impuesto sobre transmisiones y actos jurídicos documentados. La actividad inmobiliaria recupera impulso en los últimos trimestres. Cada vez se venden más casas y las grúas vuelven poco a poco a las ciudades. Eso repercute favorablemente en las arcas regionales, que esperan arañar unos 8.814 millones por esta figura impositiva, que se paga al comprar una vivienda. Y aunque aún suponen la mitad de la cosecha de 2006, cuando este tributo aportó 18.571 millones, cada año desde 2015 mejora cerca de un 10% respecto al año precedente.

Aumento de costes

A pesar de esta lluvia de dinero, las comunidades seguirán sufriendo apuros económicos. Por un lado, las grandes infraestructuras construidas durante los años de expansión elevaron sus costes fijos. Así, por ejemplo, la construcción sin una planificación económica de ocho hospitales en Madrid entre 2007 y 2011 ha disparado el gasto sanitario en la región. Por otra parte, las comunidades prestan servicios públicos muy costosos y con tendencia a aumentar, como la sanidad, la educación, los servicios sociales y la dependencia. Los avances tecnológicos continuos en el sector sanitario y las innovaciones farmacéuticas encarecen los servicios. Además, el hecho de que España sea un país cada vez más envejecido hace que el coste sanitario sea mayor. Y por último, la mejora de la atención sanitaria hace que se eleve también el gasto porque hay más enfermos crónicos que antes no podían seguir adelante.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, el organismo que vela por la sostenibilidad de las finanzas públicas, ha advertido en varias ocasiones del aumento del gasto sanitario. Calcula que crecerá cerca del 5% anual debido al envejecimiento de la población española.

Hay varios indicadores que revelan las dificultades financieras que aún mantienen las autonomías. Por un lado, tienen 35.000 empleados públicos menos que en 2012, cuando empezaron a tomarse en serio los ajustes presupuestarios. Por otro, el dinero que destinan a la inversión pública sigue muy lejos de lo alcanzado en 2007, cuando prometían infraestructuras sin reparar en el gasto.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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