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Países al calor de la inequidad

Las naciones en vías de desarrollo cuentan con menos recursos y menos acceso a los mecanismos para limitar los efectos del cambio climático

Miguel Ángel García Vega
Incendio en California del pasado diembre. 
Incendio en California del pasado diembre. George Rose (Getty)

El coste del cambio climático aumenta a medida que se publica un nuevo estudio. Si el planeta se cruza de brazos perderá —según el informe Stern Review— al menos el equivalente al 5% de su riqueza cada año. Cada 4ºC de calentamiento pone en riesgo entre el 1% y el 5% de los ingresos del mundo. Y esa auditoría de la preocupación se repartirá de forma injusta. Sufrirán más los desheredados. Un informe reciente del Banco Mundial sostiene que sin las políticas adecuadas que protejan a los más pobres de las subidas del mar y del tiempo extremo, el calentamiento global llevará a 100 millones de seres humanos a la miseria en 2030. El fenómeno es sencillo de explicar, las consecuencias inasumibles. “El calentamiento no solo tiene repercusiones medioambientales y económicas sino que aumenta la inequidad mundial. Porque las regiones menos desarrolladas tendrán menos acceso a los mecanismos que limitan sus efectos”, reflexiona Samantha Stephens, analista de sostenibilidad de la gestora Mirova. Habrá vencedores y vencidos. Aunque, como sostiene Branko Milanovic, economista especializado en desigualdad, “aún faltan los cálculos” que lo aseguren.

Detrás de esas palabras, los números prosiguen su danza, cambian según instituciones y agencias pero no ocultan el problema. La organización Dara y el Climate Vulnerable Forum sostienen que esta transformación del clima malbarata 1,2 billones de dólares (970.000 millones de euros) anuales en prosperidad global. Otras fuentes dan nuevas cifras. La Casa Blanca calcula —usando datos de 2013— que si la temperatura aumenta de 2ºC a 3ºC, el PIB del mundo caerá un 0,9%. Solo para Estados Unidos supone pérdidas de 150.000 millones de dólares al año. Pero eso sucedía en otro país, el de la Administración Obama.

Donald Trump no pareció preocupado cuando sus asesores le dieron un memorándum que estimaba en 265.000 millones de dólares (215.000 millones de euros) los daños tras los huracanes Harvey, Irma y Maria. Indiferente, decidió abandonar el Tratado de París. “Sin embargo, a medida que el cambio climático empeora, veremos más sucesos catastróficos como esos”, advierte Steve Valk, director de comunicación de la ONG Citizens Climate Lobby. Y serán más caros. En los años 80, en Estados Unidos, el clima extremo costaba 50.000 millones de dólares. Esta cifra se ha cuadruplicado en la última década. Llevada al mundo equivale (según el Banco Mundial) a la pérdida, solo en consumo, de 420.000 millones de euros.

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Las temperaturas anormales nunca danzan solas. Replican los pasos de la contaminación atmosférica. Juntos le costarán al mundo un 3,2% de su PIB en 2030. Un porcentaje que se disparará al 11% en los mercados en desarrollo. Pero todo esto no sucederá en lugares distantes sino también en España. Entonces, bajo un mercurio asfixiante, se formularánpreguntas desconocidas. ¿Cómo sabrá el vino en Rioja o el ibérico en Guijuelo? “Las condiciones organolépticas de las denominaciones de origen pueden cambiar y esto deja profundos interrogantes económicos”, relata José Luis Blasco, responsable de Gobierno Corporativo, Riesgo y Cumplimiento de KPMG.

Descarbonización

Habrá que moverse, llevar la economíahacia la descarbonización y tener presente que “los españoles sufrirán más que otros países los costes y el impacto de la inacción sobre el cambio climático”, observa Peter Sweatman, cofundador de la consultora Climate Strategy. La aseguradora Munich RE ha sido uno de los topógrafos de este tiempo extremo. En 2013 propuso una factura de 32.834 millones de euros para España. El 0,12% de su riqueza. Un competidor —Lloyd’s— analizó, más tarde, 18 posibles amenazas sobre el país. Una bola de cristal econométrica que va de 2015 a 2025. Halló que el gran peligro “natural” son las inundaciones. Esta calamidad costaría 3.740 millones de dólares sólo en Madrid. Un riesgo que, según Lloyd´s, está solo por detrás de un crash de los mercados financieros y de un colapso de los precios del petróleo.

Sin embargo esas nubes que pasan no son todas negras. La consultora McKinsey ha estimado que con las opciones más viables de las que dispone el mundo para mantener la temperatura (como impone el acuerdo de París) 2ºC por encima de los niveles preindustriales, el coste para la economía del planeta estaría entre 200.000 y 350.000 millones de euros al año hasta 2030. Menos del 1% del PIB previsto durante esa fecha. Mitigar el desastre se paga. “El capital inicial necesario es de unos 530.000 millones de euros anuales hasta 2020 y 810.000 millones en 2030. Estas cifras parecen altas pero el precio de quedarse inmóvil es muy superior”, dice Hannah Ritchie, investigadora de la Universidad de Oxford.

El capitalismo propone también los bonos verdes. Instrumentos financieros que invierten en plantas solares, proyectos ecológicos o molinos de viento. Están respaldados por empresas (Apple, Starbucks), gobiernos e instituciones como el Banco Mundial. Pero es un mercado pequeño. En 2017 se emitieron 150.000 millones de dólares. Aunque es el doble que el año pasado todavía anda lejos, por ejemplo, de los 1,5 billones que manejan los bonos corporativos en EE UU. ¿Y con qué recursos invertirán las naciones vulnerables? Fondos como el Green Climate Fund “se están materializando muy lentamente”, reconoce Charlie Thomas, gestor de Jupiter AM. Si no se hace más, en 2050 habrá 140 millones de refugiados climáticos en el mundo.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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