La inflación mexicana inicia su trayectoria a la baja
El alza de precios en febrero sigue, no obstante, notablemente por encima del objetivo del banco central
Tras meses de presión, la inflación empieza a aflojar en México. El índice de precios al consumidor registró en febrero un incremento del 5,34%, dos décimas menos que en enero y ligeramente por debajo de lo previsto por las principales casas de análisis del país norteamericano. Buena parte de este descenso tiene que ver con el llamado efecto base: la cifra de este febrero se compara con el mismo mes del año anterior, en el que los precios estaban en plena espiral alcista. Otra buena parte está vinculada con la fuerte caída mensual del precio de frutas y verduras (-7%), uno de los rubros que más había tirado al alza de los precios en el último año, y con el endurecimiento de la política monetaria. La inflación subyacente -una medida más fiel, al no tener en cuenta los productos y servicios de mayor volatilidad- escaló en febrero casi un 4,3%, también ligeramente por debajo de lo esperado por los técnicos.
El fuerte aumento de los precios en los dos últimos años y medio, producido por una combinación de depreciación del peso -que pesa sobre los muchos bienes importados de Estados Unidos-, encarecimiento de los productos del campo y liberalización de los precios de los energéticos, ha obligado al Banco de México (Banxico) a actuar. La inflación empezó a trepar en diciembre de 2015, cuando aún estaba en el entorno del 2% -dentro del rango objetivo-, hasta tocar su máximo de más de 17 años en diciembre de 2017, cuando rozó el 6,8%.
Ante la creciente presión, el instituto emisor se ha visto forzado a subir la tasa de interés de referencia -el precio del dinero- en 12 ocasiones hasta el 7,5% actual. Ese movimiento ralentiza la concesión de crédito y frena la actividad económica, pero ayuda en la consecución del objetivo número uno de Banxico: contener el encarecimiento de la vida y, secundariamente, apuntalar la cotización del peso frente al dólar. El banco central mexicano y los principales analistas del sector privado esperan que la inflación continúe bajando en lo que resta de 2018, hasta cerrar en el entorno del 3,8%. Sin embargo, no regresará al objetivo del 3% hasta el primet trimestre de 2019, medio año después de lo previsto hace unos meses, según ha remarcado este jueves el gobernador del banco central, Alejandro Díaz de León, en el marco de la Convención Bancaria mexicana que se celebra en Acapulco (Guerrero) y que concentra durante dos días todos los focos de los grandes actores de las finanzas y la economía nacional.
Con los precios iniciando, por fin, su carrera bajista, el tipo de interés real -nominal menos inflación- se sitúa ahora en el 2,2%: un nivel lo suficientemente elevado como para empezar a hacer mella en el consumo. Si bien en diciembre, el último mes para el que hay registros, la demanda privada repuntó por encima de las previsiones, la tendencia es claramente descendente. "Aunque se observó una gran resiliencia a lo largo del último año, esperamos que la desaceleración [del consumo] continúe a un ritmo paulatino", apuntan desde el departamento de análisis de Citibanamex. El efecto negativo del tipo de interés real se compensa, en buena medida, por la ganancia de poder de compra de los salarios gracias a la moderación de la inflación.
En febrero, como en enero, el principal catalizador de los precios fue la gasolina de bajo octanaje (la que se consume habitualmente), que repuntó más de un 4,3% intermensual. También dos alimentos básicos en la dieta de los mexicanos: los huevos (5,5%) y, a bastante distancia, el pollo (2%). En el lado contrario, vegetales como el tomate (-39% intermensual), cebolla o calabacita dieron un respiro al bolsillo de los mexicanos. El gas LP -y esto es una novedad, tras varios meses de aumentos ininterrumpidos que incluso han llevado a las autoridades de competencia a poner la lupa sobre las empresas del sector- también contribuyó a aflojar la presión inflacionista al abaratarse un 4%.
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