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Los nuevos contratados cobran 100 euros menos que los recién jubilados

El salario medio de aquellos con menos de un año de antigüedad en el trabajo es de 1.230 euros brutos al mes, la misma cantidad que hace nueve años

Manuel V. Gómez

Los nuevos contratados de 2016 ganaban lo mismo que los de nueve años antes: una media de algo más de 1.230 euros brutos al mes. La pensión de los que se jubilaron el año pasado se situó en un promedio de 1.332 euros mensuales. La resta arroja un resultado llamativo: un recién contratado gana 100 euros menos que un nuevo jubilado. Hasta 2012 lo normal era lo contrario, que un trabajador ganara más que un pensionista. La devaluación salarial, muy centrada en los llamados salarios de entrada, dio la vuelta a la situación. La brecha, que tocó techo en 2013, se estaba cerrando, pero el año pasado creció.

Fátima Báñez, ministra de Empleo
Fátima Báñez, ministra de EmpleoJAIME VILLANUEVA

La recuperación económica no acaba de llegar a los salarios. Esto se ve con claridad en los llamados salarios de entrada: el sueldo medio de quienes tenía menos de un año de antigüedad en 2016 era de 1.232,34 euros brutos al mes, según la EPA. En 2007, los nuevos empleados tenían la misma remuneración. Las nuevas pensiones, en cambio, siguieron la tendencia contraria y subieron hasta el año pasado, cuando bajaron. Quienes se jubilaron en 2016 lo hicieron con una pensión media de 1.332,37 euros, según el Ministerio de Empleo. También se puede ver de la siguiente forma: en 2007 un alta en la pensión de jubilación suponía un 80% de un salario nuevo, en 2016 era el 108%.

Las nuevas pensiones están por encima de los salarios de los recién contratados desde 2012. Y lo más probable es que siga así varios más. La incógnita reside en si se mantendrá esa brecha. Este año el salario medio está volviendo a caer: un 0,2% en la encuesta trimestral de coste laboral, que no segrega los sueldos por la antigüedad. Pero también bajan las pensiones de las altas de jubilación hasta octubre.

Menos ingresos

Los jóvenes, los peor parados

Uno de las evidencias de la evolución de los nuevos salarios y las pensiones de jubilación recientes es que la crisis ha golpeado con más fuerza a los jóvenes y a quienes habían perdido su empleo y encontraron uno nuevo. Sobre estos últimos, han recaído las peores consecuencias de la crisis, el paro y las medidas adoptadas: reforma laboral (menor protección en el despido y reducción de la capacidad de negociar sueldos) y recortes presupuestarios (rebajas en el seguro de desempleo).

La Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, mostraba a comienzos de 2017 que en los hogares con un cabeza de familia menor de 35 años la renta descendió un 22,5% entre 2011 y 2014. En cambio, en los hogares encabezados por un jubilado aumentó un 11,3%.

Desde el sindicato CC OO, Carlos Martín, rechaza ver este diferente comportamiento en las rentas como un conflicto generacional. “Hay un problema de ingresos en España, que recauda ocho puntos de PIB menos que la UE. Si estuviéramos en esa media, el déficit de las pensiones estaría cubierto y habría recursos para otras medidas: sanidad, educación y hasta renta mínima”. Se aleja de Marcel Jansen que sí ve un problema en la distribución del ajuste por generaciones durante la crisis.

Una de las consecuencias de esta brecha afecta a las cuentas de la Seguridad Social. Las cotizaciones se pagan de acuerdo con el salario. De esta forma, si los salarios de los nuevos trabajadores son bajos, el instituto previsor ingresa menos. La gran creación de empleo actual —las afiliaciones en el régimen general crecen un 4,5%— compensa parte. Pero esto no es suficiente para reducir el déficit: el número de pensionistas y su pensión media sigue creciendo, entre otras cosas porque los nuevos jubilados tienen mejores carreras de cotización que los que fallecen.

“Con ser malo, es importante restar dramatismo si se mira a la sostenibilidad de la Seguridad Social”, apunta Felipe Serrano, catedrático de Economía de la Universidad del País Vasco. “Si digo que no es dramático, es porque el propio sistema devolverá la situación al equilibrio”, eplica. Se refiere a que quien cotiza menos tendrá una pensión más baja y, por tanto, el coste para las arcas públicas será menor. “El problema es que esto es resultado de una productividad especialmente baja. No se crea empleo con valor añadido y los salarios son bajos”, completa.

Para Carlos Martín, director del gabinete económico de CC OO, el problema está en este lado: en los salarios —“no distribuimos productividad”— no en las pensiones. Es decir, es un problema de ingresos para la Seguridad Social, no de gasto. “Esto es la consecuencia de la precarización y la reducción del poder de negociación de los sindicatos con la reforma laboral”.

La visión de Marcel Jansen, profesor Economía de la Universidad Antónoma de Madrid, difiere. Para él, la evolución de los salarios de entrada “son una prueba más de que el ajuste de la crisis ha recaído excesivamente sobre los jóvenes”. “En la siguiente reforma [de pensiones] hay que buscar un nuevo equilibrio con un trato equitativo de todas las generaciones. Esto pasa necesariamente en una reducción de la carga que tienen que soportar los jóvenes en el sistema actual”.

Un punto que aliviaría ahora la situación financiera de la Seguridad Social sería que esas remuneraciones iniciales crecieran con el tiempo. Pero esto apenas sucede. Entre 2007 y 2016, solo los trabajadores con más de cinco años de antigüedad han visto subidas cercanas al 10% en su sueldo (menos que los precios). En el resto, el incremento o queda en la mitad o baja, como es el caso de los más novatos.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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