Costes de la independencia
Los más perjudicados serán los trabajadores y los parados catalanes, no la burguesía
Durante años los independentistas prometieron a los catalanes el país de Nunca Jamás. Sólo el anuncio de la independencia ha sumido a Cataluña en su peor crisis institucional y social desde la guerra civil y ha provocado un caos económico. Por primera vez en décadas los independentistas sienten que están sobre un lago helado que comienza a resquebrajarse y no pueden evitar que sus rostros muestren pánico.
El principal riesgo para una economía con elevada deuda externa, calificación de bono basura y sin acceso al crédito internacional era la inestabilidad financiera. Los bancos catalanes sobrevivieron a dos guerras mundiales, una guerra civil, la posguerra, las crisis del petróleo, la estanflación, la quiebra de Rumasa, la burbuja inmobiliaria, la quiebra de Lehman, la caída de Grecia, Irlanda y Portugal y el rescate de 2012.
Sólo el anuncio de la independencia les forzó a cambiar su sede. Por fortuna están bajo la protección del euro y del BCE y el seguro de depósitos español y eso ha frenado el peor escenario que podría haber provocado una intensa destrucción de empleo en Cataluña y que habría contagiado al resto de España. Y habrían provocado otra crisis del euro de mayor intensidad de la que provocó Syriza en Grecia en 2015.
Pero la aventura independentista no saldrá gratis y los principales damnificados no serán las empresas ni la burguesía, serán los trabajadores y los parados catalanes. Aún no tenemos datos para medir con precisión los daños generados pero serán cuantiosos a largo plazo. A corto plazo el principal impacto será para los empleos turísticos. La imagen de inestabilidad en las calles de Barcelona se une a las de los terribles atentados terroristas en agosto y ha reducido la llegada de turistas.
Cada día que se prolongue el conflicto, mayor será el daño para los trabajadores del sector, especialmente para las que estén en situación más precaria como es el caso de las camareras de piso. Los turistas, cuando pase la tensión, volverán a Barcelona que es una ciudad maravillosa y a la costa catalana donde disfrutan de buen clima y excelente relación calidad y precio.
Más duradero y con mayor coste para los trabajadores tendrá la fuga de empresas. En dos semanas, los independentistas le han hecho un gran daño a la marca y reputación de Barcelona y Cataluña que costó 40 años construir. El único precedente comparable es Quebec. Allí hubo fuga de empresas y la mayoría no volvieron. Tras el proceso la inestabilidad política y la fragmentación social continuó y Quebec perdió población y se empobreció en términos relativos con Toronto (Ontario). Los trabajadores de multinacionales con alta cualificación pudieron huir del empobrecimiento. Los trabajadores con menor cualificación y salario fueron los más afectados.
Si los independentistas vuelven a la ley y a las instituciones para conseguir una resolución del conflicto cooperativo, las heridas provocadas pueden cerrarse, aunque dejarán cicatrices. Si continúan con esta paranoia que saben que está abocada al fracaso, infligirán un gran daño a muchos catalanes inocentes.
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