Brexit: Europa se blinda para evitar un ‘pelotazo’ británico con los derechos de emisión de CO<sub>2</sub>
Los Gobiernos intentan proteger el régimen de comercio de dióxido de carbono ante la salida del Reino Unido
Romper una relación de tantos años, aunque sea entre Estados, es un quebradero de cabeza. Y el Brexit afecta a lo más grande y a lo más concreto. Por ejemplo, al sistema de comercio de derechos de emisiones, conocido por sus siglas en inglés ETS.
El Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea (donde están representados los Gobiernos de los 28 y la Comisión) cerraron el miércoles un acuerdo sobre las emisiones contaminantes del sector de la aviación. Pero en el pacto político se incluyó una enmienda que pretende proteger todo el sistema de comercio de derechos de emisiones europeo, el más antiguo y grande del mundo, de un "Brexit duro".
Este sistema arrancó en 2005 y cubre aproximadamente el 45% de todo el CO2 que genera la actividad humana en la Unión Europea. El régimen se basa en que alrededor de 11.000 instalaciones de la UE (fundamentalmente las centrales eléctricas e industrias) que emiten este gas de efecto invernadero deben pagar por cada tonelada de CO2 que expulsan en su actividad. Pero los Gobiernos europeos –preocupados por una hipotética pérdida de competitividad de sus industrias al competir con países en los que no existe esa obligación– acordaron también disponer de asignaciones gratuitas. Y a determinadas industrias, como las cementeras, cada año se les asignan derechos gratuitos de emisión. Como se trata de un mercado, luego se puede comerciar con esos derechos.
La preocupación sobre cómo afectará el Brexit al sistema partió del Parlamento Europeo, que en septiembre instó a que se retocara la directiva de 2003 por la que se instauró el régimen ETS para protegerlo en el caso de que el Reino Unido se salga de este mercado. El principal riesgo es que los derechos asignados a empresas británicas (que ya no deberían utilizar si en marzo de 2019 el Reino Unido se fuera también del sistema) acabaran inundando el mercado y supusieran, además, un beneficio económico para esas compañías.
"En el caso de que fracasen las negociaciones sobre el acuerdo del Brexit, la industria británica no debería tener una ventaja indebida y sus competidores europeos no deberían tener una desventaja indebida", escribía en septiembre el diputado popular Peter Liese, uno de los europarlamentarios que han apadrinado la cláusula aprobada.
Reuters, citando fuentes de la Asociación de Comercio Internacional de Emisiones, habla de un escenario en el que alrededor de 220 millones de permisos emitidos por el Reino Unido pueden acabar en el mercado europeo entre el 1 de enero de 2018 y el 29 de marzo de 2019, fecha en la que Londres tiene previsto activar el Brexit. Si esos derechos se vendieran al precio actual –que ronda los siete euros por tonelada– supondría un beneficio de 1.540 millones de euros.
Sin embargo, el efecto más preocupante sería inundar de derechos un mercado en el que ya hay sobreoferta, es decir, en el que hay más derechos de emisión que emisiones reales, lo que hace que el precio de la tonelada no suba. Al estar el coste de la tonelada de CO2 bajo, el sistema ETS no cumple su función, que es la de disuadir a las empresas de utilizar las tecnologías más contaminantes.
La cláusula acordada el miércoles entre el Parlamento Europeo y el Consejo, según confirman fuentes del Gobierno español, implicará que los derechos gratuitos otorgados al Reino Unido a partir de enero de 2018 serán anulados en el caso de que ese país se salga del sistema ETS.
¿Saldrá Reino Unido del sistema?
Pero, ¿se marchará Reino Unido (el segundo país más emisor de dióxido de carbono de la UE) del sistema? La salida del Reino Unido de la Unión Europea no implica que tuviera que dejar obligatoriamente este mercado.
De hecho, del sistema ETS no solo forman parte ahora los 28, sino que también están presentes Islandia, Liechtenstein y Noruega. Y esa permanencia del Reino Unido a pesar del Brexit es una de las hipótesis que se barajan.
Las dudas con el Brexit llegan en un momento en el que las autoridades europeas y los Gobiernos están negociando una reforma del régimen para intentar que suba el precio de la tonelada de CO2. La estrategia que se busca es la de retirar derechos de emisión del mercado. Una entrada masiva procedente del Reino Unido acentuaría aún más la sobreoferta en este sistema.
Pierden las dos partes
David Robinson y Malcolm Keay, miembros del Oxford Institute for Energy Studies, publicaron en abril un artículo en la revista Cuadernos de Energía en el que advertían de que la salida del Reino Unido del ETS sería mala para ambas partes. Reino Unido tenía instaurado un mercado nacional antes del ETS. Pero el artículo señalaba que el país "perdería economías de escala si volviese a un ETS exclusivamente nacional".
Y la "UE saldría perdiendo si el Reino Unido, en la actualidad el segundo mayor emisor de carbono y un importante importador de derechos de emisión de otros estados de la UE, abandonase". "Los Estados de la UE restantes tendrían que adoptar en ese caso objetivos de reducción de emisiones más estrictos" para "cumplir con los objetivos de 2030", señalaban ambos investigadores.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.