El bitcoin vive su momento de gloria
La cotización de la moneda virtual encadena máximos impulsada por avances técnicos, motivos especulativos y la impresión de que su papel va a ser cada vez más relevante
Como por arte de magia, Alberto Gómez vio el pasado 1 de agosto cómo su inversión se multiplicaba. Los 30.000 euros que tenía en bitcoins crecieron un 10%. Pero más allá de la súbita fortuna de este informático, ese día ocurrió algo fundamental para aquellos que viven pendientes de la criptodivisa más famosa del mundo: la división en dos, que zanjaba un larguísimo debate que a veces ha adquirido tintes guerracivilescos en esta comunidad.
Pese a lo que predecían los más agoreros, la escisión parece haber dado nuevas fuerzas al bitcoin: en menos de tres semanas, cada uno ha pasado de valer 2.700 dólares a superar los 4.300. Desde principios de año, su valor se ha más que quintuplicado. Y sus defensores están convencidos de que esto no es más que el principio.
La revalorización se explica por varios motivos. Influye una nueva versión del software —el llamado SegWit2x— que aumenta la velocidad de sus operaciones. También contribuye al alza la avalancha de inversores que, atraídos por las grandes rentabilidades, empiezan a interesarse por el mundo de las criptomonedas; sobre todo teniendo en cuenta que el número de bitcoins tiene un techo —nunca podrá haber más de 21 millones—, y la demanda no deja de crecer. Pero al margen de todos estos factores, late la percepción de que una divisa virtual tantas veces dada por muerta va a ir adquiriendo una importancia creciente en el futuro.
“Tengo clarísimo que el bitcoin está aquí para quedarse. Es solo cuestión de tiempo que se extienda a más personas. No creo que a corto plazo vaya a tener un uso masivo, pero en campos como el comercio internacional va a ir ganando adeptos”, asegura Leif Ferreira, un joven informático que hace tres años fundó Bit2me, la mayor gestora de bitcoins que existe ahora en España.
A lo largo de la madrileña calle Serrano comenzó hace tres años un proyecto, ahora fracasado, de impulsar el comercio con bitcoins. Porque, pese a la impresionante escalada de 0 dólares en 2009 a los más de 4.300 actuales, la moneda que inventó el programador —o grupo de programadores— bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto no ha logrado introducirse en el día a día de los consumidores. Es en esta calle, frente a uno de los pocos cajeros de bitcoins de Madrid, donde este periódico ha citado a Alberto Gómez, Jorge Ordovás y Pablo Burgueño, los creadores de NevTrace, un laboratorio de blockchain, la tecnología que usa bitcoin, cada vez más requerida por grandes empresas.
Ordovás, que además dirige un posgrado sobre blockchain en la Universidad Europea de Madrid, explica los motivos por los que la creación del bitcoin cash fue tan traumática para muchos miembros de esta comunidad creada en 2008 bajo los auspicios del criptoanarquismo. “El bitcoin nace en plena crisis con la idea de cambiar el modelo económico y sustituir las decisiones de los humanos, imperfectos por definición, por las de la criptografía, basadas en modelos matemáticos. Pero tras un origen muy ideológico se ha convertido en un negocio”, aclara este experto.
La escisión se produjo entre los grupos que exigían mantener el espíritu inicial, y rechazar que haya más transacciones a costa de que algunas empresas controlen el proceso, y los que querían una moneda más usable. Y por eso este debate atacaba a uno de los grandes principios del bitcoin, que es su carácter descentralizado, como garantía para que nadie lo pueda controlar.
“Bitcoin no trata solo de hacer transacciones de dinero de forma rápida y barata. También tiene que ser transparente y sin control centralizado”, sintetiza Ferreira, que con su start up gestiona compraventas de bitcoins por valor de 20 millones de euros al año.
Los creadores de NevTrace notan en su día a día cómo cada vez más empresas y organismos se interesan por la tecnología blockchain: desde la Europol, que busca soluciones para los secuestradores que piden el pago del rescate en bitcoins, hasta la Comisión Europea.
“Empresas como Destinia, Prada o Agatha Ruiz de la Prada aceptan pagos en bitcoins. Sospechamos que se hacen muy pocos, pero no se sabe a ciencia cierta cuántos”, asegura Burgueño. Por eso Hacienda ha empezado ya a interesarse por esta tecnología para evitar el fraude a través de esta vía. “Es un sector en el que casi nadie está pagando al fisco y se está evadiendo dinero de forma brutal”, continúa el experto legal de NevTrace.
“Las grandes empresas del Ibex usan criptomonedas creadas por ellas mismas para mover fondos entre distintas sociedades del grupo”, añade su compañero Gómez. Estos proyectos permanecen por ahora ocultos por el deseo de las compañías de no desvelar sus planes estratégicos y por la percepción muy extendida de que el mundo del bitcoin está ligado a actividades delictivas o, concretamente, a la evasión de impuestos.
El 22 de mayo de 2010, un usuario hizo por primera vez una transacción de bitcoins con dinero real. Se ofreció a pagar dos pizzas con su tarjeta de crédito a otro internauta a cambio de 10.000 unidades de esa moneda desconocida que había nacido dos años atrás. Hoy, si hubiera mantenido estos siete años su inversión sin tocarla, esas dos pizzas le habrían ofrecido un beneficio de unos 36,5 millones de euros.
¿Qué se puede comprar con la criptomoneda?
El uso del bitcoin para transacciones comerciales cotidianas está lejos de ser común. Tampoco es esa su razón de ser actual, transformado en un instrumento de inversión. Pee a no ver pagos con bitcoins en el día a día, se puede comprar prácticamente de todo con esta criptomoneda. Por ejemplo en sitios web como Purse o All4btc, a través de los que se accede al catálogo de Amazon, Alibaba o Ebay, las mayores tiendas virtuales del mundo. También en la web de Microsoft. O la mayor plataforma de videojuegos, Steam.
También se pueden planear las vacaciones sin hablar de euros. El portal de viajes Expedia fue en 2014 de los grandes impulsores del (hasta ahora fracasado) intento de hacer del bitcoin un medio de pago habitual. Hoy, sigue aceptando pagos con la moneda virtual. También la agencia española Destinia permite pagar vuelos, reservas de hotel y alquilar coches con este método.
Es bastante más complicado encontrar tiendas físicas que acepten bitcoins. La iniciativa CalleBitcoin impulsó hace tres años su uso en tiendas del Barrio de Salamanca de Madrid. La mayoría de establecimientos, unos 50, han ido retirándose tras comprobar un impacto en las ventas prácticamente nulo. Pese a ello, todavía es posible comprar ropa, comer y tomar copas con dinero virtual en el entorno de la calle Serrano.
Pero quizás las compras más habituales con bitcoins, un instrumento difícil de rastrear, son las que uno no quiere que se sepan: casas de apuestas online, webs de citas como Badoo o Sparklet o páginas de artículos sexuales.
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