Así funciona la maquinaria Ikea: las 1.000 empresas que alimentan al gigante sueco
La compañía de muebles tiene proveedores en 50 países, a los que da estabilidad pero a cambio de una alta exigencia para que tengan precios bajos y sean rápidos
Ikea es un gigante al que hay que dar de comer. Con 183.000 empleados en sus distintas divisiones, a finales del año fiscal 2016 (31 de agosto), tenía 389 tiendas en 48 países. Recibieron 915 millones de visitantes (otros 2.100 millones visitaron su web), que dejaron en sus cajas 36.400 millones de euros. Eso son muchas sillas, mesas, lámparas, cubiertos o cualquiera de las 10.000 referencias con las que cuenta.
Un ejército de empresas se encarga de que esos productos estén en los pasillos de sus tiendas. Boaz Nevo es copropietario de una de ellas, Aviva, una firma rumana que fabrica productos de madera. Factura unos 70 millones de euros al año, un 80% de ellos a Ikea, a quien suministra encimeras de cocina. Aviva es una de las más de 170 empresas que participaron esta semana en Ikea Supplier Days, unas jornadas en las que el gigante sueco de la decoración reúne cada año a una representación de sus proveedores en Älmhult (Suecia), a las que fue invitado EL PAÍS. En ellas, Ikea permite a las empresas que alimentan su enorme maquinaria conocerse e intercambiar ideas, les comenta sus planes y objetivos y les recuerda sus directrices y formas de actuar: bajos precios, diseño, calidad, sostenibilidad, trabajo en equipo.
Henrik Elm, responsable de Compras y Logística de Ikea, explica que hay dos tipos de proveedores: los directos, los que entregan productos acabados, son algo más de 1.000; luego, hay otras 50.000 empresas que proporcionan servicios a Ikea (financieros, de seguridad, energía, transporte, etc). Más otras empresas que suministran a los proveedores, como Ikea Components, al que los proveedores adquieren, por ejemplo, los tornillos que acompañan a un mueble o los componentes eléctricos (clemas, cables, interruptores) de una lámpara. Solo en el millar de proveedores directos trabajan más de 600.000 personas, según Ikea.
Largas relaciones
La relación de Ikea con estas empresas es a largo plazo. Compromiso, confianza, togetherness (unión), kraftsamla (unir fuerzas) fueron algunas de las palabras que más escucharon los cerca de 600 representantes de los 170 proveedores directos que se dieron cita en Älmhult, el pequeño pueblo donde Ikea tiene su sede. Según Elm, actualmente la duración de la relación de Ikea con los proveedores directos alcanza los 11 años. "Es una relación larga para que se atrevan a invertir", explica. "La calidad, la sostenibilidad, el precio bajo no son negociables". Para conseguirlo, hay que producir mucho y reducir costes y residuos y eso requiere inversiones. "Nadie invertiría para ser proveedor de Ikea si no supieran que vamos a estar ahí mucho tiempo", sentencia Elm. Puede decirlo el fabricante de las estanterías Billy, empresa familiar sueca socia de Ikea desde 1958.
"Lo de togetherness no es un rollo, es verdad, es el enfoque a largo plazo que tiene con sus proveedores", confirma Jaume Burgell, director general de Fluvitex, una empresa española que suministra a Ikea cojines, almohadas y edredones y fabrica el relleno. Su caso es particular, porque ellos nacieron de la mano de Ikea: tras una afortunada casualidad, se adjudicaron un concurso para proporcionar esos productos en España, Portugal y sur de Francia y la empresa sueca les ayudó a levantar su planta en sus propias instalaciones en Valls (Tarragona). En 2015 facturaron 31 millones, todos a Ikea.
Eso sí, esa relación estable se construye también en base a una gran exigencia. "No te puedes ni imaginar", tercia Lluís Masias, consejero delegado de Fluvitex, sentado al lado de Burgell, que añade: "Ikea es tremenamente exigente, no te deja estar nunca en la zona de confort". Y pone un ejemplo. "Cuando empezamos, en 2013 el plazo de entrega de un pedido era de 15 días. Ahora estamos en cuatro". "Demanding" (exigente), coincidieron otros proveedores consultados.
Bajos precios
La exigencia no se limita a los plazos de entrega. "Bajo precio" fue la expresión que más escucharon los asistentes a la cumbre de proveedores. Low cost, eficiencia, volumen... El mensaje se repetía una y otra vez. Es la clave para el mantra ikeano de llegar a "la mayoría de la gente" (the many people), ahora ampliado a "many more of the many people" (muchos más de la mayoría). Elm niega que consigan precios bajos centrando la producción en mercados con mano de obra barata. "Más del 60% de lo que vendemos se fabrica en Europa", afirma.
En cualquier caso, en Europa o donde sea hay que producir respetando un "estricto código de conducta", como define Elm el IWAY, un documento que detalla los requisitos que un proveedor tiene que cumplir sí o sí, desde la ética corporativa, las condiciones laborales y físicas de los empleados, la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente, etc. "Si no se cumple, damos un plazo de adaptación", explica. Ese plazo fue "más de lo que pedíamos", recuerda casi emocionado Nevo, el fabricante rumano de encimeras, cuya fábrica no funcionó del todo bien al principio. Igual que Fluvitex, que comenzó con un problema inesperado de residuos. "Pero si las cosas no mejoran, Ikea cortará la relación", zanja Elm. "Por suerte, no ocurre a menudo".
32 manos para fabricar más de 2,6 millones de armarios
Con una cadencia hipnótica, 14 fornidos brazos metálicos rojos recogen tablones que formarán el armazón de los armarios PAX, previamente cortados y taladrados, los colocan en cajas, añaden topes de cartón para inmovilizarlas o bolsitas con tornillos y apliques. Una tras otra hasta 2,6 millones de armarios al año. Es lo que produce la fábrica que Ikea Industry tiene en Hultsfred, a unos 170 kilómetros al noreste de Älmhult. Porque Ikea no sólo vende, también fabrica. De hecho, la filial tiene 41 plantas en 10 países y emplea a 19.000 personas. La de Hultsfred, abierta en 2007 junto a una fábrica de tablas adquirida por Ikea en 1976, emplea a unas 150 personas. En la parte de producción, que totalmente automatizada, solo 16 empleados por turno vigilan el trabajo de los robots.
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