Bruselas sitúa el déficit español en el 3,5% del PIB en 2017 y apunta a más recortes
La Comisión aprecia signos de desaceleración y duda de que España recaude tanto como espera con las últimas subidas fiscales
En un contexto de excepcionales incertidumbres globales, la economía española sigue fuerte. La Comisión Europea prevé crecimientos ligeramente por encima del 2% en 2017 y 2018 y apunta que España “sorprende al alza”, aunque detecta ya “signos de desaceleración”, según el informe que se presentaba hoy y que EL PAÍS ha avanzado. Bruselas es menos optimista por el lado fiscal: prevé un déficit del 3,5% del PIB este año, cuatro décimas por encima del objetivo (y dos décimas más que hace tres meses). Europa, en fin, no se fía: detecta “incertidumbre respecto al impacto de las recientes medidas fiscales”, por la posibilidad de que Hacienda recaude menos de lo esperado con la última subida de impuestos. Si ese análisis es certero, obligaría a acometer un ajuste extra de 4.300 millones.
“El crecimiento económico supera las expectativas en los últimos trimestres”, arranca el capítulo español de las previsiones de invierno de la Comisión. Ese jugoso informe está marcado por la palabra “incertidumbre”, que aparece más de 80 veces en casi 200 páginas, asociada al Brexit o a Trump y compañía. España, sin embargo, ya no es el principal riesgo de Europa: el rescate se llevó a partir de 2012 ese sambenito tras un ajuste morrocotudo, y la economía crece ahora con fuerza, crea empleo con fuerza, exporta con fuerza y bate con claridad las medias de crecimiento europeas. España, en fin, ya no es el problema. Pero ojo: la economía española sigue lastrada por un endeudamiento formidable, y por una frágil situación fiscal que puede provocar enormes quebraderos de cabeza si los riesgos globales acaban generando inestabilidad y un nuevo arreón en las primas de riesgo.
Bruselas aplaude: 2016 fue “el tercer año de expansión” de la economía española, que creció casi el doble que la media europea con unos fundamentos “más equilibrados”, una demanda interna fuerte y un sector exterior que el año pasado aportó al crecimiento —en términos netos— por primera vez desde el inicio de la recuperación. El PIB “seguirá siendo fuerte, pero tiende a desacelerar”, apuntan las previsiones. El petróleo, los recortes de impuestos y la mejora de las condiciones financieras gracias al BCE eran vientos de cola que han empezado a amainar. La Comisión augura que la creación de empleo seguirá dando alegrías, pero menos que hasta ahora. El paro bajará al 17,7% este año, y cerrará 2018 en el 16%. “El crecimiento salarial y las bajas ganancias de productividad provocarán que los costes laborales sean similares a la media europea”, tras varios años de fuertes ganancias de competitividad, sostiene el estudio.
Los análisis de Bruselas son interesantes por el lado de la evolución económica, pero se convierten en fundamentales por el lado fiscal: la estrecha vigilancia del déficit español estuvo a punto de costarle una multa multimillonaria al Gobierno el pasado verano, y la Comisión sigue marcando en corto al Gobierno. Por ese flanco sigue el rifirrafe Bruselas-Madrid. Los pronósticos de crecimiento del Ejecutivo son sistemáticamente más optimistas, al igual que las previsiones de déficit. La Comisión, sin embargo, empeora esta vez las cifras del agujero fiscal: Bruselas prevé un déficit del 3,5% del PIB este año (dos décimas más que en noviembre), y del 2,9% en 2018. Y esos datos pueden tener consecuencias.
El déficit de 2017 es especialmente preocupante: si Bruselas tiene razón, el agujero fiscal acabará cuatro décimas por encima del objetivo (3,1% del PIB). En el examen del proyecto de presupuestos de enero, Bruselas preveía un 3,3%. Y ya entonces avisó al Gobierno de que debe “estar listo para tomar medidas adicionales” si incumple las metas. Esas cuatro décimas de incumplimiento se traducirían en un ajuste extra de casi 4.300 millones, a través de recortes del gasto público o de subidas de impuestos.
¿A qué obedece la diferencia? Bruselas es algo menos optimista con respecto a la evolución del PIB. Y, sobre todo, respecto a los ingresos. A pesar de sus promesas electorales, Mariano Rajoy ha aprobado un endurecimiento del Impuesto de Sociedades y subidas en alcohol, tabaco y cotizaciones sociales. Pero Bruselas cree que Hacienda va a ingresar menos de lo que espera. Por eso, en el marco de un análisis muy favorable en líneas generales, en el informe destaca un párrafo demoledor: “Los riesgos de las perspectivas fiscales están relacionados con los compromisos de deuda y con la incertidumbre respecto al impacto de las recientes medidas fiscales”. Esos “compromisos de deuda” son, básicamente, las pérdidas potenciales que aún pueden llegar del rescate a la banca, por los rescates de Bankia y BMN o los esquemas de protección de activos. Y “la incertidumbre sobre el impacto de las recientes medidas fiscales” obedece a la citada posibilidad de recaudar menos.
La Comisión no dice una palabra de las dificultades que tiene por delante un Gobierno en minoría para sacar adelante los presupuestos, pero las cifras cuentan historias. Ahí van dos. Una: el déficit estructural (sin contar los vaivenes del ciclo) empeoró claramente en 2016; solo mejorará suavemente este año, y se estabilizará en 2018. En plata: España no es capaz de poner en orden sus cuentas públicas ni creciendo al 3%. Y dos: la deuda pública subirá ligeramente este año y se estabilizará en torno al 100% del PIB. La deuda externa —pública y privada— es muy elevada. Si es cierto que vienen curvas y los mercados vuelven a dar guerra, los problemas vendrán por ahí.
Moscovici ve a España "en la buena senda"
El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha dejado a España fuera de la lista de grandes preocupaciones de Bruselas. "No tenemos que corregir nuestro análisis y las cosas parecen ir en la buena senda. También debo recordar que el crecimiento seguirá siendo sólido en España tanto en 2017 como en 2018", afirmó el dirigente socialista.
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