Bruselas sanciona a Apple con la devolución de 13.000 millones por ventajas fiscales
La tecnológica deberá devolver ese dinero a Irlanda por aprovecharse de un régimen fiscal favorable
La tecnológica estadounidense Apple deberá pagar a Irlanda 13.000 millones de euros más intereses por haberse beneficiado entre 2003 y 2014 de rebajas fiscales que distorsionaban la competencia. La Comisión Europea no ha cedido a las presiones de Estados Unidos y lanza a las multinacionales un claro mensaje: aprovecharse de la ingeniería fiscal no sale gratis en la Unión Europea. El varapalo no es inédito —otras compañías como Starbucks o Fiat-Chrysler ya fueron sancionadas— pero su cuantía nunca había sido tan alta. Tanto Irlanda como Apple ya han anunciado que recurrirán la decisión.
Una compañía que se ahorra miles de millones en impuestos durante años por un acuerdo fiscal hecho a la medida. Un organismo supranacional que le obliga a pagar todo lo que en la última década no abonó. Un país que regala ventajas fiscales y se indigna cuando le exigen recuperar 13.000 millones de euros. Apple, la Comisión Europea e Irlanda son sus nombres, y una vez anunciada la judicialización que le espera al proceso, protagonizan un enredo cuya solución está lejos de ver la luz.
Bruselas culminó este martes una investigación de tres años con una decisión que ha conseguido molestar a la vez a Apple, Irlanda e incluso a la mismísima Casa Blanca. La Comisión Europea obligará a la empresa dirigida por Tim Cook a devolver a Irlanda 13.000 millones de euros más intereses en impuestos no pagados. Competencia estima que las ventajas que otorgó Irlanda a la compañía para abaratar considerablemente su factura fiscal son ayudas de Estado ilegales, y con la calculadora en la mano, impone la mayor devolución de impuestos registrada nunca en suelo comunitario. “Han reducido artificialmente la factura fiscal de Apple y queremos enviar un mensaje claro: los Estados no pueden dar ventajas fiscales a las empresas, da igual que sean grandes o pequeñas, extranjeras o europeas”, ha afirmado la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager.
Irlanda tiene uno de los impuestos de sociedades más bajos de Europa, de solo el 12,5%, menos de la mitad de la media europea, pero según han concluido las pesquisas de Bruselas, para la firma de Cupertino no era suficiente. La mayor empresa del mundo por capitalización bursátil llegó a un acuerdo con Dublín para beneficiarse de una rebaja mucho mayor que le permitió pagar solo el 1% en impuestos por sus beneficios de 2003, tasa que fue reduciéndose hasta el 0,005% en 2014. Al año siguiente, ya bajo la lupa de Bruselas, Apple modificó su estructura, pero ya era tarde.
La Comisión ha determinado que el tratamiento fiscal irlandés le ha permitido evitar el pago de impuestos sobre la práctica totalidad de los beneficios que obtenía en Europa, Oriente Medio, África e India, lo que quiere decir que otros Estados han dejado de recaudar millones y podrían reclamar su parte del pastel. La investigación ha desvelado que las ventajas vienen de tiempo atrás y empezaron hace un cuarto de siglo, pero las reglas limitan a la Comisión a ordenar a un Estado que recupere el dinero que no ha recaudado solo en los diez años anteriores al inicio de las pesquisas, que empezaron en 2013.
La cantidad que deberá desembolsar representa casi el doble del beneficio mundial de Apple en el último trimestre y un tercio de todas sus ventas en ese periodo. Traducido en iPhones, el símbolo del despegue mundial de Apple, el importe de la devolución equivale a vender 18,5 millones de aparatos a 700 euros cada uno. Pese a ello, la caída en Bolsa tras conocerse la noticia no ha sido dramática, y sus acciones perdían en torno al 1% en una jornada bajista en Wall Street.
El enfrentamiento tomará ahora la vía judicial. Tanto Apple como Irlanda han expresado ya que recurrirán la decisión. “Estoy en profundo desacuerdo con la Comisión”, criticó el ministro de Finanzas irlandés, Michael Noonan. “No nos deja otra opción que recurrir para defender la integridad de nuestro sistema fiscal”, añadió. Su país se sume en la paradoja de rechazar una multimillonaria suma que equivale a más del 6% de su PIB en pos de salvar una reputación ahora maltrecha.
No es el único Gobierno dolido con Bruselas. Desde más allá del Atlántico, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, expresaba la inquietud que el golpe a Apple ha creado en la Administración Obama: “Nos preocupa una decisión unilateral que amenaza los progresos que hemos hecho junto a Europa por un sistema fiscal justo”. El asunto va más allá de un conflicto entre una empresa y la Unión Europea. La macrosanción, que llevaba semanas esperándose, ha abierto grietas en las relaciones entre Bruselas y Washington, y el Tesoro norteamericano ya acusó días atrás directamente a la Comisión de extralimitarse de sus funciones al investigar a Apple.
Bruselas responde que las leyes son iguales para todas las empresas independientemente de su tamaño o nacionalidad, y rechaza cualquier insinuación de persecución antinorteamericana. Para ello pone de ejemplo sus actuaciones contra Starbucks y Fiat-Chrysler, a las que exigió la devolución de entre 20 y 30 millones de euros en impuestos atrasados a Holanda y Luxemburgo respectivamente. También el caso de las 35 multinacionales a las que en enero de este año ordenaron devolver 700 millones de euros al fisco belga después de que dicho país empleara durante una década prácticas dignas de los más avezados paraísos fiscales. "La mayoría son empresas europeas", recuerdan desde Bruselas.
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