El fantasma de las crisis pasadas
Los mercados creen que la deuda de las grandes petroleras latinoamericanas está respaldada por sus países y que en caso de dificultades serán estos quienes las respalden
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) se mostró confiada esta semana en que los precios del petróleo hayan tocado suelo tras más de un año y medio de caídas continuadas pero el camino hacia la recuperación es largo e incierto.
Los expertos de la Agencia auguran que los precios del crudo seguirán bajos por mucho tiempo y que el equilibrio entre la oferta y la demanda del mercado petrolero no se alcanzará, en el mejor de los casos y si ningún episodio de crisis ralentiza los planes, hasta 2018. Una nueva realidad duradera que exige a los gobiernos tomar medidas para adaptarse a ese entorno.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya advertía el pasado otoño que la región debería adaptarse al nuevo entorno de bajos precios de las materias primas y desde entonces se han sucedido los anuncios de recortes de gastos: México ha ajustado su presupuesto en unos 6.300 millones de euros; en Brasil el ajuste asciende a 5.200 millones y a algo más de 1.600 millones en el caso de Colombia.
La dependencia de Latinoamérica al comercio de materias primas es muy elevada, demasiado: supone el 86% de las exportaciones en Ecuador, el 79% en Colombia y más del 50% en Brasil. Los esfuerzos por la diversificación han dado escasos frutos en estos años.
En unas economías en clara desaceleración, cuando no en fuerte recesión como es el caso de Brasil y Venezuela, los recortes de gasto debilitan las bases de crecimiento de la economía, agudizan la caída de las divisas y, a diferencia del resto del mundo, Latinoamérica sufre presiones inflacionistas que impiden a los bancos centrales responder al frenazo económico con bajadas de los tipos de interés. Un escenario que resucita el eterno fantasma de las crisis de balanzas de pagos que pusieron fin a los sucesivos boom que ha vivido la región desde los años 80.
Cierto es que, en esta ocasión, los países han logrado acumular un notable colchón de reservas durante los años de bonanza, sus sistemas financieros están aparentemente saneados y los Estados se han endeudado mayoritariamente, y con moderación, en sus respectivas monedas nacionales. Pero es aquí donde la enorme deuda de las grandes petroleras de la región representa una doble amenaza.
Como bien ha demostrado la crisis de deuda europea, y en particular el caso de España, la deuda pública puede pasar en muy poco tiempo del 36% a casi el 100% del PIB cuando los Estados se ven obligados a acudir al rescate de sus sistemas financieros. En este caso el mercado sobrentiende, cuando no está explícitamente reconocido en los contratos de los bonos, que la deuda de las grandes petroleras latinoamericanas está respaldada por sus soberanos y que en caso de dificultades de las compañías serán los países los que hagan frente al pago de sus obligaciones. La evolución de las primas de riesgo soberanas y corporativas de los próximos meses irán indicando si se escenario se va acercando.
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