Argentina tiene remedio
La farmacéutica Bagó, fundada en 1934, opera en toda la región salvo en Venezuela
Bagó decidió allá por 1934 dejar de comercializar medicamentos españoles en Argentina, la tierra a la que se había marchado, y comenzar a fabricarlos él mismo. Era una Argentina en la que la industria comenzaba a desarrollarse al calor del modelo económico, en boga en la época, que buscaba disminuir las importaciones. Bagó es ahora la tercera farmacéutica argentina por facturación, cuenta con 11 fábricas en siete países de Latinoamérica y Pakistán y exporta a 47, no solo en la región sino también en Europa, Asia, África y Oceanía. Además, ha desarrollado 85 patentes, de las cuales 56 son por el descubrimiento de moléculas originales, 15 vinculadas con formas farmacéuticas y 14 relacionadas con procedimientos de elaboración.
Bagó se enorgullece de haber diseñado, comercializado y patentado en Europa la primera versión sublingual del ansiolítico alprazolam bajo la marca Tranquinal, en 2013. También de haber sido la pionera, en 2010, en asociar en una misma cápsula el antiinflamatorio diclofenac y el antiácido omeprazol.
La empresa ahora está dirigida por los dos hijos del fundador, Sebastián y Juan Carlos Bagó, que están entre los empresarios más poderosos de Argentina. Como tales han sabido hacer buenos negocios con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, aunque también ha habido enfrentamientos entre ellos. Por un lado, en 2009, en pleno brote de la gripe aviar, Bagó consiguió un contrato para proveer al Estado de la vacuna contra esa enfermedad, en alianza con su competidora local Elea y la suiza Novartis. Por otro, en 2014 el laboratorio Bagó y otros de sus rivales quedaron en la mirilla del Gobierno argentino en una investigación por presuntas prácticas anticompetitivas tras un aumento simultáneo de los precios de los fármacos.
Cifras clave
- Farmacéutica: 480 productos y 85 patentes por investigaciones propias. 46 líneas terapéuticas. 13 plantas de producción y 26 empresas filiales en el mundo. Exportaciones a 47 países
- Sanidad animal: 90 productos y exportaciones a una veintena de países. Dos plantas especializadas en este mercado y tres filiales en América Latina.
- Química: 223 toneladas de producción. Dos plantas (Argentina y México) y ventas a nueve países.
Sebastián Bagó es, además, uno de los vicepresidentes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), donde se agrupan los grandes patrones del país y que participa del Foro de Convergencia Empresarial. Este foro es el que el pasado mayo elaboró un documento advirtiendo de que “la actuación estatal debe afectar en el menor grado posible la libertad y la responsabilidad personal” y “debe ser respetado el ámbito propio de decisión de las empresas privadas”. Bagó y sus pares buscan así enviar un mensaje no solo a Cristina Fernández sino a sus posibles sucesores tras las elecciones presidenciales de octubre próximo, ya sea el kirchnerista moderado Daniel Scioli o el conservador Mauricio Macri.
Laboratorios Bagó facturó en 2013 unos 265 millones de euros, con lo que figuró quinta por facturación en el mercado argentino, detrás de la alemana Bayer, las locales Roemmers y Gador y la suiza Roche, según la última clasificación de la revista Mercado. De esas ventas, unos 35 millones provinieron de la exportación, con destinos destacados como Rusia, China, Sri Lanka, Pakistán y Singapur. Bagó tiene filiales en 18 de los 19 países latinoamericanos: solo le falta Venezuela. Cuenta con plantas no solo en Argentina sino también en México, Colombia, Brasil, Bolivia, Uruguay y Chile. Con 4.100 empleados en el mundo, de los cuales 1.800 están en territorio argentino, ofrece 480 medicamentos para 46 líneas terapéuticas, incluidas cardiología, neuropsiquitaría, dolor e inflamación, antibióticos, ginecología, pediatría, nefrología y endocrinología.
Pero los Bagó se han expandido más allá de la empresa que fundó su padre hace 81 años. También tienen la farmacéutica Química Montpellier, que en 2013 facturó 71 millones de euros; la láctea Nutricia Bagó que se especializa en leches para bebés y que vendió aquel año por valor de 70 millones; y el laboratorio de sanidad animal Biogénesis Bagó, con ventas por 97 millones, de los cuales 31 millones provienen de exportaciones. Entre estas tres empresas y Laboratorios Bagó, el grupo suma una facturación anual de 503 millones, a los que hay que añadir las cifras no relevadas de otras compañías del conglomerado, como las químicas Bio Profarma y Sinergium Biotech, tres distribuidoras de remedios y la aseguradora Victoria.
Argentina es el quinto productor mundial de ganado vacuno y siempre ha batallado por evitar que los brotes de fiebre aftosa la afecten, dadas las barreras que por este flagelo imponen EE UU y la Unión Europea. Biogénesis Bagó fue la primera empresa que logró el certificado de uso y comercialización de la vacuna contra la aftosa en Argentina, allá por los años 50, y la ha provisto a toda Sudamérica, incluida la Venezuela chavista, México, EEUU, Canadá y Taiwán.
Con el modelo de sustitución de importaciones, que rigió en Argentina entre 1930 y la última dictadura militar (1976-1983), un centenar de empresas de este país se internacionalizaron, entre ellas las del grupo Bagó. “Cuando el programa de sustitución de importaciones murió en la dictadura, se murió este proceso de internacionalización”, recuerda el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, Bernardo Kosacoff. En los últimos 40 años, muchas empresas argentinas quebraron o se empequeñecieron, otras fueron compradas por multinacionales y algunas pocas han ampliado su presencia internacional, como son los casos de Bagó o Roemmers. En la industria farmacéutica local atribuyen la fortaleza del sector al desarrollo de medicamentos genéricos, a la eficiencia del emprendimiento en el sector, y la mano de obra calificada que se forma en las universidades públicas.
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