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España tiene el segundo déficit público más abultado de Europa

Solo Chipre superó en 2014 el agujero fiscal español, del 5,8% del PIB Alemania registra superávit en sus cuentas públicas y dificulta el reequilibrio de la UE

Claudi Pérez
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici.
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici.EFE

Subcampeona europea de paro; subcampeona europea de déficit, y camino de los primeros puestos en deuda pública. La recuperación española es una de las más vigorosas del continente, pero las cicatrices de la Gran Recesión siguen ahí, perfectamente visibles. España cerró 2014 con un déficit público del 5,8% del PIB, en cabeza de la UE —o a la cola, según se mire— y solo superada por Chipre, uno de los países rescatados que sigue bajo tutela de la antigua troika. Y eso a pesar de que el recorte español es casi una proeza: casi cinco puntos de PIB en apenas dos años, según Eurostat, una cifra que prácticamente nadie más ha cosechado, con la excepción de Grecia. Tamaño agujero no obedece a un problema de gasto público (que asciende al 43,6% del PIB, más de cinco puntos por debajo de la media del euro), sino de ingresos: el Gobierno promete una rebaja de impuestos, pero en ese capítulo España está casi 10 puntos por debajo de la media europea, a la altura de Bulgaria; en el furgón de cola.

Como consecuencia, la deuda pública sigue encaramándose a toda velocidad hacia el 100% del PIB y más allá, lastrada por las multimillonarias ayudas al sector financiero. Y muy por encima ya de la media comunitaria, pese a que España partía de una situación mucho más confortable que sus vecinos antes de la crisis.

Los datos cuentan historias: fuentes del Eurogrupo volvían este martes a poner como ejemplo a España de cómo hay que hacer las cosas, pero Eurostat aporta tremendos matices a esa historia de éxito. Ni la recuperación es tan lustrosa ni el déficit y la deuda son tan preocupantes como parece tras hacer literatura comparada con el resto de socios de la UE: es un error vender optimismo con España; tan como lo es pecar por el lado contrario. Los esfuerzos de España por reducir el déficit no tienen parangón entre las grandes economías del euro. Pero a la vez, España, cuya economía pesa el 12% del PIB de la eurozona, concentra aún una cuarta parte del déficit público del euro, según los datos conocidos este martes. Y un 30% del desempleo de la eurozona, nada menos.

Las cifras de la oficina estadística de la Unión esconden información que cuestiona los lugares comunes más arraigados. La crisis ha abierto una enorme fractura entre Norte y Sur, entre acreedores y deudores. Y Alemania es, según repiten los periódicos de Helsinki y Berlín, de París y de Atenas, el primer acreedor de Grecia; y por lo tanto, el miembro más influyente de ese club. Pero esa línea entre acreedores y deudores es más difusa de lo que parece: Berlín ha aportado casi 70.000 millones de euros a los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal; pero Italia y España, encasilladas siempre en el bando de los deudores, suman más de 75.000 millones, aunque no tengan el predicamento de Berlín.

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“La salida de la crisis llega desde niveles muy bajos. Y arrastra viejos problemas, desde la enorme deuda privada a la necesidad de hacer reformas. El ajuste debe continuar, pero de forma muy gradual para no perjudicar la reactivación”, explica Guntram Wolf, director de Bruegel. El analista Juan Ignacio Crespo subraya que Madrid “ha logrado ir cumpliendo, a trancas y barrancas, con el déficit”, pero señala que la recuperación “se debe más a factores externos, como el petróleo, el euro o el BCE, y desaparecerá en 2016”.

Más allá de España, los expertos señalan las consecuencias de las cifras alemanas: Berlín ha dictado austeridad para todo el continente, pero si alguien esperaba que el Gobierno de la canciller Angela Merkel compensara esa dura política fiscal con gasto e inversión, Eurostat certifica que ha ocurrido lo contrario. Alemania fue uno de los cuatro países que cerraron 2014 en superávit fiscal. La recaudación de impuestos se elevó el año pasado; su gasto público se redujo. Berlín lleva una década sin invertir y prácticamente sin hacer reformas, con una política económica que dificulta la salida de la periferia. Y hasta los economistas alemanes empiezan a mostrarse críticos: “Es un inmenso error que Alemania coseche ahora superávits fiscales. Alemania debería contribuir a equilibrar la eurozona e incluso a reforzar su propia recuperación con pequeños déficits públicos, con inversión”, lamenta Wolf. “Alemania perjudica a sus socios, y acabará por perjudicarse a sí misma”, abunda Simon Tilford, del think tank CER. En la misma línea se pronuncian la Comisión Europea, el BCE, el FMI, el G-20 y la OCDE desde hace meses. Sin ningún resultado.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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