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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una lenta recuperación

El frenazo de la eurozona explica el parón de nuestras exportaciones

José Carlos Díez

Tras los extraños datos de consumo público en el cuarto trimestre de 2013 y el primer trimestre de este año, ya conocemos los datos del segundo trimestre. Son provisionales, ya que dentro de un mes el INE revisará toda la serie y cambiará todo el relato de la composición trimestral como es habitual. Por tanto, nos centraremos en las tendencias. La principal es la deflación que es persistente y estructural. Lo que aprendimos de Japón es que en deflación es determinante analizar el PIB en euros corrientes para eliminar las distorsiones que producen los precios en el análisis. El PIB nominal en el segundo trimestre ha crecido un 0,3% respecto al trimestre anterior. Por tanto, nuestro desacople con la eurozona es por la deflación, en Francia creció un 0,2%. Tanto el consumo de las familias como la inversión de las empresas han perdido intensidad en términos nominales en 2014. Lo más preocupante, la inversión empresarial que ha pasado crecimientos trimestrales del 2% en el segundo semestre de 2013 al 0,7% en el pasado trimestre.

Este es el problema de la deflación, los márgenes no crecen, las empresas no invierten y se entra en una fase de estancamiento secular. El consumo privado también se ha moderado hasta el 0,3% nominal. Y la mayor parte es consumo de coches que son importados, por tanto, su aportación al PIB es mínima. Las exportaciones de bienes, que deben ser el motor de la recuperación y del ciclo de inversión y de empleo, están estancadas en 2014. Sólo aguanta el turismo, un sector que supone el 5% de la demanda agregada y que ha explicado el 50% del crecimiento del PIB nominal el pasado trimestre.

Los datos más extraños son de empleo y productividad. En el primer semestre las horas trabajadas siguieron cayendo 0,8% con respecto al semestre anterior y el PIB real crece a tasas del 0,5%. La duda es ¿cómo es posible que concentrando la actividad y la creación de empleo en turismo y hostelería, sectores de baja productividad, la productividad por hora trabajada en España crezca un 3,5% anualizado, superando a Corea y a Estados Unidos? Parece más razonable que todo sea un error de medición del PIB real.

Lo más grave de no llevar una buena contabilidad es equivocar el diagnóstico y la política económica, como hemos podido comprobar este fin de semana en la reunión de Merkel y Rajoy. El raquítico crecimiento nominal ayuda a explicar que los ingresos fiscales en el primer semestre aumentaran próximos al 1% y que la deuda pública siga creciendo de manera explosiva. El frenazo de la eurozona explica el parón de nuestras exportaciones y los indicadores de confianza en la eurozona anticipan que todo es susceptible de empeorar. Por eso, nuestros ingresos exteriores, incluyendo el turismo, crecen un 2% y por eso nuestra deuda externa neta sigue creciendo.

La clave la tiene el BCE. Debería hacer un ejercicio honesto y riguroso de valoración del balance bancario europeo y asumir de una vez las pérdidas que ha generado la crisis. Esto implica crear una mesa de deuda y reestructurar las que no se podrán pagar; en el caso de España, hipotecas y préstamos de pymes que siguen refinanciándose sine die. Debe acompañarse por un plan de estímulo fiscal que tiene que ser financiado desde el centro, ya que los países no tienen margen de endeudamiento. Y el BCE debe comprar esos bonos y monetizarlos para depreciar el euro. Con crecimientos nominales del 1% es imposible resolver una crisis de deuda.

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