El abaratamiento de los alimentos prolonga la baja inflación en mayo
El IPC deja atrás el efecto alcista de la Semana Santa y se modera del 0,4% al 0,2%
La inflación baja, más cerca del 0% que del 2% referente para el Banco Central Europeo, se enrosca en la economía española. La estimación preliminar del índice de precios de consumo (IPC), publicada este viernes por el Instituto Nacional de Estadística, adelanta que en mayo se registró una subida anual de apenas un 0,2%, dos décimas menos que en abril. Los precios vuelven así a dar señales de estancamiento, tras el repunte que registraron el mes pasado por el habitual efecto alcista de la Semana Santa.
Para conocer las razones de este nuevo retroceso en el IPC habrá que esperar al detalle de la estadística, dentro de 15 días. Por lo pronto, el INE anticipó que las dos décimas perdidas se explican sobre todo por el abaratamiento de los alimentos. La moderación de los precios ha vuelto a desbordar la predicción de los analistas, que anticipaban una inflación para este mes entre el 0,3% y el 0,4%. Además, la comparación con los precios del petróleo de 2013, que subieron en verano, permite vaticinar que la inflación seguirá siendo muy baja en los próximos meses, y que en el promedio del año apenas levantará unas décimas del 0%. El adelanto del IPC armonizado —comparable con el resto de la zona euro—, refleja también un mínimo incremento del 0,2%.
La primera estimación de la inflación de mayo en la zona euro se publicará la próxima semana, pero todo apunta a que bajará del 0,7% que alcanzó en abril. La persistencia de la inflación baja ha exacerbado el debate interno en el Banco Central Europeo (BCE) sobre la necesidad de nuevas actuaciones para acercar la evolución de los precios al objetivo del supervisor, el 2%.
Todo apunta a que el Consejo de Gobierno tomará una decisión el próximo jueves, en la reunión de junio, pero está por ver que el supervisor adopte medidas como las ya ensayadas por la Reserva Federal estadounidense o el Banco de Japón para inyectar dinero directamente en la economía real, ya sea mediante la compra de bonos públicos o de títulos de deuda de las empresas.
El 90% del medio centenar de analistas que consulta la agencia financiera Bloomberg apuesta porque el BCE rebajará el tipo de interés de referencia (del 0,25% actual al 0,10%) y establecerá un tipo negativo (-0,10%) para los depósitos que los bancos dejan aparcados ahora en las cuentas del banco central. El objetivo de esta última medida es penalizar que los bancos no usen el dinero que les prestó el banco central y empujar así a que lo presten a familias y empresas para reactivar la economía y los precios. Buena parte de los analistas cree que habrá una nueva línea de liquidez extraordinaria para las entidades financieras, pero apenas un 8% prevé que el BCE se atreva con la compra de activos, una medida muy polémica en Alemania.
“Estos niveles de precios no son consistentes con nuestro objetivo de estabilidad. El Consejo de Gobierno del BCE está decidido a actuar, incluso con medidas poco convencionales”, señaló este viernes Ignazio Visco, gobernador del banco central italiano. La anunciada intervención del supervisor financiero ya ha hecho caer el euro (de 1,39 a 1,36 dólares en el último mes) y el euríbor, el tipo de referencia para las hipotecas, del 0,60% de abril al 0,59% en mayo.
La inflación baja permite minimizar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y pensionistas a los que se recorta o congela sus ingresos. Pero al mismo tiempo dificulta la devolución de las deudas y la recuperación de los ingresos fiscales, algo clave para países como España, que además ven también mermadas las ganancias de competitividad frente a otros, como Alemania, cuya inflación se mantiene en niveles muy moderados, cercanos al 1%. La actitud menos agresiva del BCE respecto a la Reserva Federal también incide en que el euro se haya mantenido demasiado alto, un obstáculo para la expansión exportadora española.
Y, sobre todo, una inflación baja persistente es la antesala de la deflación, una caída generalizada de precios que agravaría la crisis por su influencia depresiva en las expectativas de las empresas, al caer los márgenes, y de los consumidores, que retrasarían sus decisiones de gasto.
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