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Moncloa abre el pulso de los impuestos

La batalla Montoro-Guindos se vive al margen del informe de los expertos Hacienda se resiste a tocar más el IVA pero Economía y Bruselas presionan

Carlos E. Cué
Luis de Guindos y Cristóbal Montoro cambian impresiones en una sesión de control al Gobierno en el Congreso
Luis de Guindos y Cristóbal Montoro cambian impresiones en una sesión de control al Gobierno en el CongresoGorka Lejarcegi

El informe de los expertos sobre la reforma fiscal, presentado la semana pasada, es una especie de señuelo, coinciden diversos miembros del Gobierno y dirigentes del PP consultados. “No es el proyecto del Gobierno”, han dejado claro la vicepresidenta y el ministro de Hacienda. Todos los consultados coinciden: la batalla de verdad va por otro lado, acaba de empezar, no es pública y va a marcar todo el año político. Es la guerra entre distintos sectores del Gobierno y del PP, y en especial, como es habitual, entre Cristóbal Montoro y Luis De Guindos, por ver qué reforma de verdad presenta el Ejecutivo antes del verano.

Aunque esta vez las cosas son diferentes: Montoro, el más político de los dos, con el respaldo de Soraya Sáenz de Santamaría y de pesos pesados del PP como Javier Arenas, está cada vez más fuerte internamente, mientras Guindos, el tecnócrata que cuenta con su relación directa con Rajoy —fue su principal consejero económico durante años— y la fuerza de ser el negociador en Bruselas, tiene ya la vista puesta en la presidencia del Eurogrupo a la que aspira.

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Montoro lleva su proyecto, ajeno a la reforma planteada por los expertos, con gran secretismo, algo que tiene inquietos y molestos a otros sectores. Pero los puntos de la batalla entre las dos alas del Gobierno, una más presionada por los compromisos con Bruselas, esto es Guindos, y la otra más política, que piensa más en las consecuencias electorales, esto es Montoro, están claras.

Bruselas, los expertos y Guindos hacen una apuesta clara: bajar IRPF a cambio de subir el IVA incorporando muchos productos ahora en el tipo reducido (10%) al general (21%). En realidad esa ha sido la batalla desde el principio de la legislatura: IRPF frente a IVA. Montoro la ganó en un principio, subió IRPF y no tocó IVA. Pero acabó rindiéndose a la evidencia y al final subió los dos, aunque ahora el Gobierno presume de que a cambio resistió la presión para que rebajara mucho más las prestaciones por desempleo de lo que lo hizo.

Montoro se resiste de nuevo a subir el IVA. Y a pesar de que Rajoy prometió públicamente en varias ocasiones, y ese era el compromiso con Bruselas, que la reforma estaría en marzo, Hacienda ha buscado una estrategia muy del gusto del presidente: retrasar la decisión varios meses.

Montoro y Rajoy quieren ganar tiempo porque creen que juega a su favor. Por dos motivos. Primero, cuanto más tiempo pase, más débil es la Comisión Europea, ya de salida. Olli Rehn, el comisario clave, antaño pesadilla para España, parece ya más concentrado en su campaña en Finlandia para lograr ser eurodiputado que en presionar a España.

Y segundo: cuanto más tiempo pase, cree Montoro, más se va a recuperar la recaudación de IVA y con eso España tendrá más margen para intentar negociar con Bruselas una subida menos dura. Los sindicatos y la patronal ya piden al Gobierno que cada subida, cada producto que se saque del tramo reducido del 10% para pasar al 21%, se mire con mucho detalle para no hundir a ese sector como ha sucedido con los espectáculos culturales. Rajoy admite, como dice Bruselas, que la recaudación de IVA en España es muy baja. Pero confía en que suba un poco en estos meses —Montoro ya ha presumido de los datos de enero y febrero— para tener que subir lo mínimo.

El titular de Hacienda y Rajoy quieren alargar los plazos a junio

Los tiempos se alargan. En abril se presentará probablemente un primer informe al Consejo de Ministros, antes de las elecciones europeas, donde se darán las buenas noticias de bajadas del IRPF. Pero las decisiones clave, y las malas noticias que haya que dar, llegarán después. España, a través de Guindos, se ha comprometido con Bruselas a una reforma que no solo no baje sino que suba la recaudación, y lo que se pierda por IRPF deberá ser compensado. Los mensajes que llegan de Bruselas indican que desde allí no se ve margen para bajar impuestos.

Si quiere apurar mucho los plazos, Montoro tiene tiempo. Fuentes del PP en el Congreso explican que el proyecto se tramitará de forma paralela a los Presupuestos de 2015 —los va a condicionar mucho, puesto que los ingresos determinan el gasto público— por lo que se podría apurar incluso hasta septiembre, aunque lo más probable es que se envíe a las Cortes antes del verano.

El pulso interno es intenso. Y en él Guindos parece haber perdido ya una batalla importante: la de la deducción por vivienda. Bruselas presionaba para eliminarla con efecto retroactivo y él también, pero Montoro cree que políticamente sería demoledor en un año electoral como 2015, cuando entrará en vigor la reforma. Y Rajoy le ha dado la razón. Detrás de esta deducción hay casi seis millones de contribuyentes, por lo que es un asunto muy sensible. Rajoy hizo mucha campaña con ella. Zapatero la eliminó para vivienda comprada a partir de 2011. Rajoy la recuperó pero solo le duró seis meses: la presión de Bruselas le obligó a quitarla de nuevo.

Bruselas lanza el mensaje de que no hay margen para bajar impuestos

Eso sí, se mantiene para las viviendas compradas antes de 2011, esto es en el boom inmobiliario. Son unos 3.500 millones de euros que pierde el Estado y las comunidades cada año. Y esa es la que quiere quitar Bruselas y Montoro se niega. El argumento que se va a utilizar para convencer a la Comisión Europea es el de que poco a poco esta deducción va a ir desapareciendo, puesto que para las viviendas nuevas ya no existe.

Lo que parece más factible en este momento es una reducción muy importante de las deducciones por fondos de pensiones, muy altas en España. Ahí también están dando la batalla Guindos y políticamente es algo menos delicado que la deducción por vivienda, aunque tampoco es fácil.

Lo único que está muy claro es que la reforma no se parecerá en casi nada a lo propuesto por los expertos. De hecho en algunos sectores del PP sentó mal el documento. Otros dicen que pasará como con las pensiones:

primero se presenta un informe de expertos muy polémico, después el Gobierno hace su propia reforma un poco más suave y mitiga así las críticas. Montoro está en ello pero la batalla no ha sido aún resuelta.

La financiación autonómica, batalla de otoño

Cristóbal Montoro va a ser el clarísimo protagonista político del año. Su ministerio, el más grande de todos por las múltiples competencias que ocupa —de hecho algunos creen que de facto funciona como una vicepresidencia económica aunque Rajoy nunca haya querido darle esa categoría— no solo tiene en sus manos la reforma política más sensible, la de los impuestos. En cuanto presente su proyecto, ya con las cifras en la mano de cómo va a afectar eso a la parte de los impuestos que se llevan las autonomías, Montoro se pondrá la obra en una negociación aún más compleja: la de la reforma de la financiación autonómica, que quiere empezar en otoño y tener lista antes de final de año.

Es en realidad la única baza con la que cuenta el Gobierno de Mariano Rajoy para intentar suavizar la tensión territorial que domina la política española. En el entorno del ministro admiten que la negociación va a ser muy compleja porque nunca se ha hecho una reforma de la financiación sin poner mucho dinero encima de la mesa para que todos ganen. Y esta vez Hacienda no tiene ese dinero de más, así que alguno tendrá que perder. La negociación se basará no tanto en el reparto actual, porque Hacienda no tiene ese dinero, sino en las proyecciones futuras, en las promesas a las autonomías de aumentos de ingresos en los próximos años, cuando la situación mejore. Políticamente es un equilibrio imposible y dentro incluso del PP ha habido ya tensiones muy importantes que ni Rajoy ni Montoro han conseguido aplacar.

Algunos barones autonómicos, en especial los que temen verse perjudicados por una reforma, como es el caso del extremeño José Antonio Monago, han hecho llegar a Rajoy que es una locura abrir una batalla así a las puertas de unas elecciones clave como las de 2015. Los barones perjudicados tendrán muy difícil vender eso a sus electores. Montoro ya ha incumplido su promesa de presentar en diciembre las balanzas fiscales y en marzo la reforma fiscal. También esta podría retrasarse, aunque el Gobierno asegura que no será así.

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