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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

‘Momentum’ España

En una economía que forma parte de un proyecto tan sujeto a vaivenes, los riesgos no se pueden obviar

Santiago Carbó Valverde

En el campo de la economía y las finanzas, los indicadores de momentum señalan la consistencia temporal de las pautas alcistas y bajistas de un determinado valor. En general, en los últimos meses, parece que existe un cierto momentum “España”. Las cifras son siempre frías y reflejan aspectos parciales de la realidad, pero lo cierto es que, para un número importante de indicadores, España parece constituir un valor en alza. Es innegable que, tras años de tribulación, resulta estimulante que España comience a recuperar su posición como un destino de inversión (con una combinación de inversión especulativa y otra de más largo plazo). Sin embargo, este renovado interés no oculta una realidad social mucho más dura, que no gira alrededor del binomio rentabilidad-riesgo sino del empleo y la prosperidad. El momentum marca el ímpetu de los mercados y el empleo la realidad de los hogares y empresas. Hace un año no había ni de lo uno ni de lo otro. Lo que cabe esperar es que el impulso sea duradero y gane en consistencia porque será la mejor señal de que se van reduciendo los desequilibrios macroeconómicos.

Desgraciadamente, la salida de una crisis financiera es siempre dura y prolongada y los paliativos tienen un alcance limitado. La clave está en la transición, en la capacidad de que la sociedad perciba que el cambio se está produciendo, que el deterioro se ha frenado y que hay un camino marcado al frente. La intensidad de la recuperación depende, en gran medida, de las expectativas y estas se impulsan si la sensación de momentum se extiende.

Que ahora se pueda afrontar la recuperación no es producto de la casualidad, aunque no existe un consenso sobre la durabilidad y fuerza del cambio de tendencia que ahora se está produciendo. Las discrepancias estriban en la importancia que se da a los riesgos latentes y la capacidad para afrontarlos. En una economía que forma parte de un proyecto tan sujeto a vaivenes como es el del euro los riesgos no se pueden obviar. No obstante, considero que es importante valorar el esfuerzo realizado y que lo que se está emprendiendo es un punto de inflexión. Este cambio no es producto de la casualidad, sino del esfuerzo de un país que ha hecho y está haciendo importantes sacrificios. Los fundamentos, la sucesión de indicadores que se revisan al alza, sugieren que el cambio de tendencia tiene bases prometedoras. En todo caso, ante 2014 creo que hay, fundamentalmente, cuatro aspectos sobre los cuales puede girar la intensidad de la recuperación en España: la forma de dar continuidad a las reformas, el papel de Europa, la consistencia de la estabilidad financiera y política y la capacidad de mantener una perspectiva de largo plazo.

Ya antes de la crisis, la necesidad de reformas estructurales era una serenata habitual que los economistas entonábamos una y otra vez. Al final, las reformas solo pueden llegar de dos maneras: por la capacidad de entender su necesidad y sus beneficios de largo plazo o por la evidencia de que su ausencia ha producido resultados muy negativos. Desgraciadamente, en España y otros países de nuestro entorno lo que ha ocurrido es lo segundo, pero, al menos, después de muchos años, el debate de las reformas se ha trasladado a un terreno práctico. Parece oportuno no despreciar lo que se ha avanzado. Por ejemplo, en la reforma del mercado de trabajo, aunque parece muy necesario intensificar algunos aspectos de la misma, como la simplificación de los contratos laborables. Entre las tareas pendientes, parece necesaria una reforma fiscal que dote de suficiencia al sistema y también una reforma a fondo de las Administraciones públicas, que permita aligerar el coste de las mismas.

El papel de Europa es, una vez más, esencial, aunque los precedentes sugieren que no se puede esperar demasiado. La maraña política europea está entorpeciendo y complicando proyectos tan esenciales como el de la unión bancaria. Y cada vez que la faceta política se debilita, la autoridad monetaria gana más protagonismo. Y me atrevo a considerar que en 2014 también será así y que ya hoy se perciben vientos de cambio que pueden traer mensajes y políticas aún más agresivas de las que hemos visto hasta ahora desde el Banco Central Europeo (BCE), a pesar de que en otras zonas del mundo se está comenzando a retirar estímulos monetarios, como es el caso de la Reserva Federal estadounidense.

La estabilidad financiera y política es otro pilar esencial. Aún queda mucho esfuerzo en el terreno bancario sobre todo para que se normalice el crédito, pero la parte más complicada se ha completado y el horizonte es hoy muy distinto. En la parte de reestructuración y reposicionamiento del sector yo diría que la posición es incluso aventajada en relación con otros países. La estabilidad política es otro terreno fundamental y no se puede negar, ya que es tema común en la interlocución con inversores internacionales, la preocupación por las tensiones territoriales.

En cuanto a la perspectiva de largo plazo, una vez que la economía pasa de los cuidados intensivos a planta y emprende su recuperación, la capacidad de aprovechar la catarsis es esencial y, de modo general, consistiría en apostar por las mejoras de competitividad que han emergido y por un equilibrio entre los beneficios (muchas veces no suficientemente valorados) del Estado de bienestar y el desarrollo de un sistema de incentivos públicos y privados más responsable y equitativo.

Santiago Carbó Valverde es catedrático de Economía de la Bangor Business School (Reino Unido) y de la Universidad de Granada e investigador de Funcas

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