El yuan quiere plantar cara al dólar
Las autoridades adoptan medidas para hacer más global el uso de su divisa
A mediados de octubre, la agencia oficial de noticias china Xinhua publicó un artículo titulado La quiebra fiscal en Estados Unidos justifica un mundo desamericanizado, en el que, con acritud y entre otras cuestiones, proponía la creación de “una nueva moneda de reserva internacional que sustituya al dólar dominante”. Las causas de semejante posición son claras: Pekín es el mayor tenedor de deuda de EE UU y, por tanto, fuertemente dependiente de los vaivenes fiscales y financieros de la potencia mundial. Se calcula que aproximadamente un 65% de los 3,4 billones de dólares que China tiene en reservas en divisas lo tiene en moneda estadounidense.
Eso explica su voluntad de “desamericanizar” la economía, pero también de que la operación se haga paso a paso, a ritmo chino. La falta de convertibilidad del yuan permite a las autoridades chinas controlar el tipo de cambio de su divisa, aunque en los últimos meses han aceptado que se acelere la apreciación del yuan frente a una cesta de divisas —solo frente al dólar ha ganado un 2% en la primera mitad del año—. Son los aires que soplan en Pekín. El Gobierno chino ha convertido en prioridad la internacionalización de su moneda —el yuan o renminbi— y está adoptando medidas.
En los últimos meses, China ha dado pasos para acelerar el proceso. El último, el acuerdo entre el Banco Popular de China (banco central) y el Banco Central Europeo (BCE) a principios de mes, cuando anunciaron un acuerdo de intercambio (swap) de euros y yuanes, válido por tres años, con un tamaño máximo de 350.000 millones de yuanes y 45.000 millones de euros, respectivamente. El trato es el segundo mayor que cierra China con un banco central extranjero, después del que tiene con Corea del Sur por 360.000 millones de yuanes. Pekín posee también un acuerdo de intercambio con Hong Kong —que tiene su propia moneda, el dólar de Hong Kong— por 400.000 millones de yuanes, y otros con Australia, Turquía, Brasil, Malasia y así hasta un total de 22 países por la nada despreciable cuantía de 1,7 billones de yuanes, según datos del HSBC. Entre los principales bancos centrales del mundo, la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central de Japón y el Banco Nacional Suizo son los únicos que no han firmado esa línea de intercambio.
Pekín apuesta por una nueva moneda de reserva que sustituya al dólar
Esos acuerdos permiten ir creando una especie de mercado cambiario paralelo para el yuan, lo que facilita tanto la financiación como el pago de las operaciones comerciales. Porque China es la segunda potencia mundial —desde 2010—, solo por detrás de Estados Unidos; que es el primer exportador, por delante incluso de Alemania, y el tercer mayor importador, detrás de EE UU y Europa.
La Unión Europea es un destino natural de los esfuerzos de China para elevar el estatus internacional de su divisa. Y ese interés es recíproco con países como Reino Unido, Alemania y Luxemburgo, ávidos por convertirse en centros de intercambio del yuan en Europa y proporcionar lo que pueden ser lucrativos servicios financieros. Reino Unido fue el primer país en Europa en sellar un pacto similar, en junio pasado, por 200.000 millones de yuanes.
El yuan es la octava moneda más intercambiada del mundo, con una cuota alrededor del 1,5%, por delante del won surcoreano y el rublo ruso, según el proveedor de servicios financieros SWIFT. El euro y el dólar son utilizados en un 36% de las operaciones comerciales, según el HSBC. Hoy, más de 10.000 entidades financieras hacen operaciones en yuanes, frente a las apenas 900 que lo hacían en junio de 2011.
Convertirse en una divisa global exige al renminbi plena convertibilidad
Pero para convertirse en una divisa global, que pueda plantar cara al dólar, “eso exige la plena convertibilidad”, recuerdan los analistas del HSBC. Y eso “no aparece habitualmente entre las prioridades oficiales de las autoridades chinas”, asegura Caroline Newhouse, de BNP Paribas. “La modernización, mediante el desarrollo de un mercado de bonos, y la desregulación del sistema financiero, vía la desregulación de la renta fija y los mercados cambiarios, solo sucederá muy gradualmente”, advierte Newhouse. El gobernador del banco central, Zhou Xiaochuan, afirmó en junio que China permitirá el comercio directo entre el yuan y las divisas extranjeras e impulsará una mayor convertibilidad sin abandonar el control de los flujos de capitales. Qu Hongbin, economista jefe para Asia del HSBC, apuesta en un informe reciente por “la plena convertibilidad del yuan en cinco años”.
El experimento que las autoridades están llevando a cabo en la Zona de Libre Comercio de Shanghái marca un nuevo paso en la apertura del mercado cambiario del renminbi. Las empresas autorizadas a operar en ese área podrán abrir cuentas en yuanes y comerciar desde esas cuentas en otras divisas. A cambio, deben cerrar toda cuenta bancaria que tengan en el resto del país, pero este proyecto “puede servir como prueba para una apertura a mayor escala de las cuentas chinas”, apunta la analista de BNP Paribas.
El Partido Comunista Chino (PCCh) celebra una importante reunión, entre el 9 y el 12 de este mes, de los 200 miembros de su Comité Central para profundizar en las reformas de la economía, con objeto de hacerla menos dependiente de las exportaciones y la inversión y más del consumo doméstico, aunque crezca a un ritmo más lento. Es hora de reforzar nuevo músculo económico y el PCCh está decidido a hacerlo.
Lucha de ciudades
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