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Lecciones de ‘Harvacete’ a Mercadona

Las tiendas vecinas de los supermercados han sabido aprovechar el tirón de los centros y sus debilidades en la venta de productos frescos

Una frutería, vecina de Mercadona, en San Sebastián de los Reyes
Una frutería, vecina de Mercadona, en San Sebastián de los Reyessanti burgos

Patricia toma las vueltas de la cajera de Mercadona y coge sus bolsas. Camina 10 pasos y se para ante el puesto de frutas. Dorinda, tras meter en el típico carrito de tela con dos ruedas los productos de la marca Hacendado que acaba de pagar, hace el mismo recorrido. Ambas han hecho una buena compra en el supermercado de la cadena de Juan Roig, pero prefieren la fruta y la verdura de los puestos del mercado. “Los fruteros, sin ir a Harvard, sino a Harvacete, han sido más listos que nosotros”, dijo el pasado miércoles el empresario valenciano, haciendo autocrítica sobre su estrategia con estos alimentos. “Alrededor de cada Mercadona hay ocho fruterías”, destacó.

En el mercado de Santa María de la Cabeza, en el centro de Madrid, donde Dorinda lleva “toda la vida” haciendo la compra, la frase es literal. Ocho puestos de fruta —además de carnicerías, charcuterías o pescaderías— comparten desde 2006 el remozado local con un supermercado de la cadena. “A mí no me gusta que me vendan la fruta plastificada”, dice Dorinda, que se lleva dos zanahorias, dos naranjas, y algunas manzanas. “Aquí elijo la cantidad que me quiero llevar, no tengo que llevar una bandeja entera, y además me gusta tratar con la gente de los puestos”, explica. Patricia, que se lleva media calabaza, también antepone la “frescura” de los pequeños locales al precio más bajo del Mercadona.

“Nosotros no podemos competir con sus precios, nosotros vendemos calidad”, señala Roberto Muñoz, que regenta uno de los puestos frente a las cajas. La diferencia para el bolsillo es importante. La manzana Golden, a 1,69 euros el kilo en los estantes del supermercado, no baja de los 2,20 en los puestos. Los kiwis, de 2,95 el kilo se van casi hasta los cinco euros. “Ofrecemos algo distinto, ofrecemos buen género”, apunta Muñoz. Por eso, cree que compartir techo con Roig le ha venido bien. “Nos beneficia más de lo que nos perjudica, porque ha revitalizado el mercado y porque atrae a mucha gente”.

“Nosotros no podemos competir con sus precios, nosotros vendemos calidad”, dice el dueño de una parada de fruta

Algo parecido opina Miguel Domingo, de la frutería Mi Frutita, junto a un Mercadona de San Sebastián de los Reyes. Domingo, que tenía una frutería de barrio en Alcobendas, la tuvo que cerrar porque la guerra de precios se le hacía insostenible. Y cuando la cadena valenciana abrió un local en una zona poco poblada de la localidad, con aparcamiento propio, Mi Frutita encontró un lugar a su sombra. “Casi todos los clientes que vienen a la frutería vienen también al Mercadona”, admite. Pero, obviamente, no todos los clientes del Mercadona van también a la frutería. “No todo el mundo puede gastarse más dinero, tal y como está la cosa”, observa Domingo, contento con cómo le va el negocio. La estrategia, una vez más, es superar la calidad que ofrece el distribuidor.

Calidad, y también el servicio personalizado que aprecia Dorinda en el mercado. Miguel Ángel Tejedor cree que es la única manera de competir con el gigante. Su tienda, Frutas Juncal, está a pocos metros del Mercadona de la calle de Francisco de Madariaga, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal. “Ellos no pueden tener las cosas maduras, porque la gente las toca, las manosea... Nosotros vamos al mercado, y ellos a sus distribuidores… Ellos compran por palés, y nosotros por cajas… Ellos venden cantidades grandes, nosotros lo que nos pidan… Al final, los clientes de toda la vida nos siguen comprando, aunque para otras cosas vayan al Mercadona”. Es una tienda de barrio, que compite con otras similares por imponer su género fresco al de las cadenas de la zona. “Aquí atendemos a cada cliente, le damos a la gente lo que pide, y sabemos cómo está la fruta. Entendemos de lo que hacemos. La gente que trabaja allí solo repone”.

¿Y qué opinan de las palabras de Roig en Harvacete? “Cada uno se expresa como puede”, dice María, de la frutería Frutalba de Albacete, junto a un local de la cadena. “Pero muchísimos clientes nuestros van al Mercadona y después vienen aquí a comprar la fruta y la verdura. Y hacen lo mismo con la carne en la carnicería, el pescado en la pescadería…”.

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