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‘Startups’ en todos los rincones

Se dispara la creación de empresas tecnológicas en ciudades pequeñas de España

Algunos sectores, como el tecnológico, o funcionan desde una gran ciudad o parece que no tienen futuro. El 90% de las startups y firmas consolidadas de esta industria tienen sus sedes operativas en Madrid y Barcelona. Y sucede igual en Estados Unidos, con su concentración de tecnológicas en Silicon Valley, en la zona metropolitana de San Francisco.

Sin embargo, cada vez están surgiendo más empresas de tecnologías de última generación en pequeñas ciudades de España. Es el caso de la plataforma de telefonía móvil CGSoft, ubicada en Badajoz; de IDI Eikon, que vende software para hospitales desde Paterna (Valencia), o de Unkasoft (videojuegos), de Villamayor (Salamanca). Genera Interactive (libros interactivos) tiene su sede en Sevilla; Libelium (sensores de Internet), en Zaragoza; Qubitia (plataforma para mercados financieros), en Pontevedra; Optenet (ciberseguridad), en San Sebastián; Teku Studios (videojuegos), en Teruel, o Anboto (reconocimiento de voz), en Erandio (Vizcaya).

Algunas de ellas ya venden más fuera que en España. La zaragozana Libelium exporta el 90% de su producción, la mayor parte de los 15 clientes de la pontevedresa Qubitia son extranjeros y el 60% de los 20 millones de descargas de los libros electrónicos infantiles de la sevillana Genera (principal desarrolladora de Disney en este segmento) también son de fuera de España. La donostiarra Optenet vende el 90% en el exterior y tiene una sede en EE UU, oficinas en 13 países y centros de I+D en España y México.

La tendencia no es totalmente inédita. Algunas tecnológicas muy reputadas en su día, como Panda (antivirus) o Barrabés (comercio electrónico), nacieron, respectivamente, en Bilbao, y en un pueblo perdido de Huesca. Y Panoramio, vendida a Google, nació en un pueblo de Murcia.

Ingenieros bien formados prefieren quedarse en sus lugares de origen

Pero el fenómeno está cogiendo velocidad debido a una serie de factores, uno de ellos el fuerte crecimiento del censo de ingenieros informáticos y de telecomunicaciones salidos de decenas de universidades en toda España. Son jóvenes cada vez mejor formados, ya que el número y el nivel de las Facultades técnicas y experimentales en muchas capitales de provincia se ha disparado en las dos últimas décadas. Algunas de estas universidades están tratando de poner en valor sus tecnologías y equipos humanos con el lanzamiento de spin-offs. “Antes, aquí solo lo hacía la Universidad Politécnica”, apunta Alejandro Echeverria, de IDI Eikon, “pero desde hace un año se le ha sumado la Universidad de Valencia con una iniciativa para emprendedores tecnológicos”.

Y no son solo las universidades. Se vive estos días, pese a la crisis, una multiplicación de los esquemas de apoyo al emprendimiento tecnológico a escala autonómica y local. Los viveros de empresas, centros tecnológicos subvencionados, aceleradoras o fondos de capital semilla se han hecho corrientes incluso en ciudades de 50.000 o 100.000 habitantes, promovidos por las Administraciones o cajas de ahorros y hasta instituciones y empresarios locales. “Ha habido un cambio drástico”, sostiene Luis Taboada, de Qubitia, que tiene una plataforma de software altamente sofisticada (trading rápido, big data…) para los mercados financieros. “Hace años apenas había apoyos de este tipo”.

La creación de centros tecnológicos ha sido decisiva. Al integrar decenas de pequeñas startups en un mismo espacio, se crean pequeños clusters. Rubén Montero, de la pacense CGSoft, explica que estos centros no solo resultan más económicos, sino que abren perspectivas. “El que estemos concentrados cerca de 40 firmas nos ha llevado a cooperar con algunas y a hacer ofertas conjuntas. Nos vemos, nos reunimos y de ahí salen ideas y negocios”. Su empresa ha creado, de la mano de Telefónica, el XOne, una de las plataformas de desarrollo de telefonía móvil líderes en Europa, que permite que todos los procesos que ofrece un ordenador en una oficina se puedan llevar a cualquier dispositivo móvil.

Universidades, cajas de ahorros e inversores locales prestan apoyo

El networking y la cooperación resultan más fáciles. “Como Valencia es una ciudad pequeña”, explica Echeverria, “los contactos resultan más fáciles, sea para diseñar proyectos, contactar con las Administraciones o vender”. Miguel Vallés, de Teku Studios, comenta que estar en Teruel han sido todo ventajas: “Dado que hay tan pocas empresas como la nuestra, ha sido fácil financiarnos con premios o subvenciones, ya que casi nadie opta a estas cosas”.

El paro y el deseo de seguir viviendo en sus ciudades —donde el empleo cualificado escasea— también está llevando a jóvenes profesionales a lanzarse a la aventura de crear su propia startup. Además, porque los costes —alquiler, transporte, salarios...— son más bajos que en Madrid o Barcelona. Los sueldos son menores porque el coste de la vida también lo es, pero también porque los jóvenes ingenieros prefieren quedarse en lugar de irse fuera. “Para nosotros”, explica Taboada, “es bueno porque, ya que aquí, en Pontevedra no hay muchas oportunidades para estos profesionales, se reduce la fuga de talentos”.

¿Funcionarían mejor estas empresas en una gran ciudad? Las respuestas son diversas. Si la relación con los clientes obliga a una proximidad física constante, la opción de seguir en una localidad más pequeña pierde peso. En estos casos, algunas empresas han acabado por desplazar su sede operativa o comercial a Madrid. En otros, se han limitado a poner una delegación. Lo curioso es que algunas han optado por abrir su primera oficina fuera de su ciudad en Silicon Valley. Otro inconveniente es un cierto prejuicio hacia empresas de ciudades pequeñas. “Pese a que somos una multinacional, con clientes en todo el mundo, a veces en España se nos veía con extrañeza por ser de Badajoz, como si aquí no pudiéramos hacer algo innovador”, apunta Montero, de CGSoft.

Lo mismo en Teruel que en Madrid

La propia naturaleza de las tecnologías y modelos de negocio en torno a las TIC, centrados en un uso masivo de Internet y las comunicaciones más avanzadas, permite a las empresas obtener información, interactuar con los clientes y desarrollar las operaciones en cualquier sitio del mundo, desde el lugar más remoto de la geografía española. “Antes de Internet no hubiéramos podido montar esta empresa”, afirma Luis Taboada, de Qubitia, con sede en Pontevedra. “Los costes se hubieran disparado. Ahora hacemos la presentación del producto por la web en reuniones virtuales ¡para todo el mundo! Antes hubiéramos tenido que gastar una billonada en viajes”.
Alejandro Echeverria, de IDI Eikon, recuerda su experiencia: “Cuando empezamos, a principios de los noventa, había que ir empresa por empresa por toda España para instalar el programa. Llegamos a pensar en poner la sede en Madrid. Ahora, desde la web, no tenemos ningún problema para dar servicio permanente desde nuestra plataforma sanitaria para hospitales a una empresa cliente en Estados Unidos”.
Miguel Vallés, de Teku, dice que, incluso para buscar clientes, “da lo mismo estar en Teruel que en Madrid”. Y es verdad, porque la pequeña firma, tras el lanzamiento de Candle, ha logrado un acuerdo con Nintendo para desarrollar futuros proyectos. “Nuestros clientes no son físicos; todos los procesos se hacen con el ordenador”.
Lo mismo ocurre en Qubitia, que recibió un premio de La Caixa a la empresa con mayor proyección de las creadas en los dos últimos años en Galicia y tiene 15 clientes en todo el mundo, desde bancos a gestoras o hedge funds, a las que da servicio permanente a través de la web. “Solamente viajo cuando voy a desarrollar alguna acción comercial. Como ahora, que voy a San Francisco”, dice Taboada.
También el acceso a las tecnologías es sencillo. “Para hacer nuestros videojuegos”, dice Vallés, “usamos un motor llamado Unity. Firmamos un contrato digital con la empresa, lo descargamos, y punto”. 

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