Aún buenos tiempos para Latinoamérica
Si excluimos a Brasil, la región seguirá creciendo en los próximos años cerca de su potencial del 4%
Sin duda, el entorno internacional se ha vuelto menos favorable para América Latina en los últimos meses. Además de un aumento de los tipos de interés a largo plazo en Estados Unidos, como reacción a la discusión de los planes de la Reserva Federal para una posible moderación de su impulso monetario, hemos asistido a una desaceleración del crecimiento en China y una corrección a la baja de los precios de algunas materias primas de exportación de América del Sur.
¿Es realmente el fin de los buenos tiempos para la región? Si miramos hacia delante, hay varios motivos para tener un cauto optimismo sobre la región. En primer lugar, la calma ya está regresando a los mercados y se empieza a ver una moderación o incluso reversión de las salidas de capitales de los últimos meses. Es cierto que cierta volatilidad en los mercados se mantendrá mientras siga la duda sobre la recuperación de Estados Unidos y, por tanto, la retirada más o menos pronto del estímulo monetario por parte de la Reserva. Pero si disminuye el soporte de liquidez desde EE UU, será solo porque su ciclo empieza a mejorar, y con él, el ciclo mundial.
En segundo lugar, en el caso de China no estamos hablando de un colapso en el crecimiento como el que ocurrió en 2008, sino de una desaceleración. El margen de actuación de las políticas económicas es menor que en 2008 y las autoridades pueden ser más reticentes a utilizarlo, pero existe el espacio para que las políticas fiscal y monetaria puedan asegurar aún un crecimiento cercano a las metas oficiales del 7,5%. El crecimiento aún robusto en Asia seguirá apoyando que los precios de las materias primas se sitúen aún por encima de sus promedios históricos recientes.
En tercer lugar, si bien es cierto que la corrección de precios de las materias primas y la debilidad externa han empeorado las previsiones de déficits exteriores (especialmente en América del Sur), los saldos exteriores continúan siendo sostenibles, mientras sigan, como hasta ahora, financiados completamente o en su mayor parte por inversión directa extranjera. Con todo, el aumento de los déficits también aumenta la vulnerabilidad de la región ante un cambio de sentimiento de los mercados internacionales.
Así pues, es cierto que América Latina enfrenta un entorno exterior menos favorable que hace unos meses, pero las previsiones apuntan a que después del bache de 2013 seguirá creciendo por encima del promedio mundial en los próximos años y, si excluimos a Brasil —con las dudas sobre el agotamiento de su modelo de crecimiento—, muy cerca de su potencial de crecimiento del 4%. Lo que sí parece claro es que en un entorno de menor liquidez internacional y mayor aversión al riesgo los mercados discriminarán más: aquellos países de la región con unos fundamentos macroeconómicos más sólidos y políticas más prudentes terminarán sufriendo menos en términos de corrección de precios de sus activos.
Juan Ruiz es economista jefe para América del Sur de BBVA Research.
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